Mirada desde el sur

La cadena nacional

Raúl Emilio Acosta

Yo estaba oyendo todo, no me la cuentan ni me la relatan. Estaba en alerta, atento y vigilante. Eran los años del primer peronismo.

No siguen, mis recuerdos, el derrotero de los investigadores, muchas veces cegados por la pasión. Los investigadores, en la mayoría de los casos, quieren demostrar algo. El sujeto de tesis es el motivo de las oscuridades. El objetivo antes que los objetos de estudio. Todos somos bastante cegatones. En mi caso la memoria, que es selectiva y poco dócil, es la que resuelve. Para cualquier caso: es lo mismo

Pasadas las 19.30 llegaba “Qué pareja Rinsoberbia”, con Blanquita Santos y Héctor Maselli. Sobre las 20, por Radio el Mundo (Radio el Mundo, diario El Mundo, Mundo Infantil, Mundo Deportivo, Revista El Mundo, Editorial Haynes ¡uf! Que no vengan con cuentos: el peronismo siempre buscó su relato. En Mundo Infantil una historieta, ”Picho de la Federal” convertía a un perrito foxterrier berreta en investigador, bancando a la ¡Policía Federal!).

Escuchar Radio el Mundo tenía lo suyo. Altísima y potente antena, radiorreceptores con lámparas y válvulas. Una cadena de repetidoras en todo el país que integraba, como es obvio, “La Red Azul y Blanca de Emisoras Argentinas”. La cadena.

A las 20 el informativo y luego “El Glostora Tango Club”, que terminaba a las 20.15. De lunes a viernes. Soportar sin contaminarme a D’Arienzo por años es algo que -sin dudas- es genético. No lograron que me gustase. Digresión: programa de 15 minutos. Otros tiempos. En vivo. Hoy un imposible.

A las 20.15 el sonido de apertura de “Los Pérez García” (cada día una nueva emoción) Ese eslogan, como los libretos originales, deberían estar en la antología del disparate radiofónico.

Colofón de colofones. Ubiquemos el gong de las 20.25 y el locutor que decía: “Veinte y veinticinco, hora en que doña María Eva Duarte de Perón pasó a la inmortalidad”. Antes y después Pérez García. No alcanzó con aquel baño de cursilería. Años después la televisión reprodujo el formato. La Familia Falcón, que patrocinaba la firma Ford, reciclaba aquello.

Se debe entender que hay un componente de inocencia en el oyente aquel, el televidente después, que aceptaba peripecias de una familia típica, a la que se adhería y que el mensaje, que por esa saga transitaba, era el que se quería/ debía/ podía escuchar.

Nunca hubo nada azaroso ni casual en aquellas historias. El tío solterón, las picardías, el casamiento, el bien y el mal ya masticados. La noción de trabajo y la adhesión a un esquema familiar que indicaba un sistema social. Eso fuimos, por eso adherimos. La noción de inocencia, la presunción de oyente inocente y maleable campeaba en quienes indicaban todo. Libreto, tendencia, ilusiones y esperanzas. Mensaje.

Cuando días pasados la señora de Kirchner, actual presidente de los argentinos, indicaba que repetiría sus discursos por “cadena nacional” más allá de las 20 horas, la imagen que apareció es similar.

La misma presunción de inocencia para con el oyente/ televidente. Desde Marshall McLuhan hasta aquí, pasando por Gilo Dorfles y Goebbels, recalando en Discépolo: “Todo es igual, nada es mejor”.

El disparate del mensaje encapsulado podía entenderse en Zavalúa y aquel Raúl Apold. En aquellos medios. Hoy las herramientas son otras, menos dóciles, menos “masajeables”.

No sé qué niño, para ubicarme hoy, como ayer, en el oyente/ televidente típico, puede quedar atado en una cadena nacional de la viuda de Néstor. Francamente no lo sé. Tal vez algunos adultos que siguen siendo niños. Eso.

Sí advierto, claramente, que la misma presunción de convencer por el mensaje de una realidad virtual es lo que permanece. Las supercherías.

Quedan dudas muy profundas. Se sabe, hoy, que quienes intentaban convencer no estaban convencidos, sino que eran técnicos especializados en eso, en el mecanismo de convencimiento. No creían en Dios, se especializaban en convencer: Vos debías creer en Dios.

¿Pasará lo mismo con esta mujer? Si está convencida, su presencia es similar a la de un pastor mediático, que mientras más espacio le das más insiste con su mensaje. “Pare de sufrir, compañero”.

Si no está convencida, el perfeccionamiento de las técnicas lleva a otros mecanismos. Necesitaría actualizarse dos veces. Una actualización técnica. Otra doctrinaria.

Queda un remanente en la faltriquera ¿Pensará, seriamente, que somos aquéllos de los Pérez García y Picho de la Federal? No me conteste ahora. Un corte, una quebrada y después de la tanda volvemos.