Miss Bolivia

Cadencia y compromiso

La artista que fusiona cumbia, dancehall, hip hop y otros ritmos latinos se presentará en Río, en el regreso de la Fiesta Clandestina. Será el lunes 16, con La Gran 7 como banda invitada.

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Miss Bolivia

es el nombre que eligió Paz Ferreyra al momento de decidir arrancar su proyecto musical, cuando vivía en la calle Bolivia y Camarones (La Paternal)

Foto: Gentileza producción

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Vuelve a Santa Fe la Fiesta Clandestina festejando el Carnaval en Río (Yacht Club, Amarradero Sur, Santa Fe). En la ocasión actuará Miss Bolivia, junto a La Gran 7 y DJaneiro (residente de la Clandestina en Buenos Aires).

Fusión

Miss Bolivia es el nombre que eligió Paz Ferreyra al momento de decidir arrancar su proyecto musical, cuando vivía en la calle Bolivia y Camarones (La Paternal). Con ella conversó El Litoral para adentrarse en su propuesta y en “Miau”, su más reciente material.

—Guillermo Beresñak y Juanito el Cantor son los productores de “Miau”. Son muy distintos entre sí. ¿Cómo fue el encuentro y el trabajo con ellos?

—Son los productores de todos mis discos, éste es el tercero en el que trabajo con esta pareja profesional. Yo pienso mi obra como bastante integral, y ecléctica a su vez, necesito la heterogeneidad mental y estilística de las personas que laburan conmigo. Necesito que el pincel que va a pintar la obra sea un pincel plural, y no algo donde todos hacemos lo mismo y pensamos igual.

Esta diversidad la considero complementaria en la cabeza de lo que es producción de mis discos, me funciona muy bien; también eso está complementado y puesto en tensión conmigo. Somos tres las personas que laburamos y eso enriquece la obra.

—¿Cómo fueron saliendo las invitaciones a participar? Leo García, Mimi Maura, Pocho la Pantera: bastante variado...

—Retomando lo de recién, una necesidad excluyente de la obra es que sea plural y la estética de la fusión. Las invitaciones y colaboraciones también están pensadas y los artistas están convocados con esa intención, de pluralizar el contenido.

Entonces personas tan diversas y provenientes de distintos palos, como Pocho, Leo, Mimi, la poetisa Lisa Kerner; toda esa gente enriquece la obra desde los lugares tan distintos de los que provienen. Los conocí gracias a lo que es el circuito de laburo: cada uno en su distinta situación fue convocado por mí en algún cruce laboral.

—Dijiste por ahí que “Miau” es una onomatopeya que no necesita traducción pero que a la vez puede significar muchas cosas. ¿Qué le encontrás vos?

—Todavía sigue proliferando a nivel semántico. Por un lado es algo que no es humano, o al menos proviene de la esfera animal: es algo que me representa cada vez más. Si bien soy una pensante en general, lucho cada vez más para retornar a la pureza y la originalidad del reino animal, donde no está todo tan intoxicado por lo simbólico y por el pensamiento. Quizás es algo que no tiene tanto filtro; es expresión directa: onomatopéyica, acción-reacción, y a su vez puede encarnar un montón de interpretaciones. Como por ejemplo la sensualidad; la animalidad feroz; la cosa más chiquita, cachorra; puede ser algo femenino, no poniendo por supuesto a la mujer en el lugar del gato. Si el ser humano tuviera un poco más de gato y menos de humano, seríamos seres más felices.

Escuchas

—¿Cómo llegaste a esta fusión de hip hop latino, de raggamuffin y cumbia? ¿A través de qué influencias?

—Tiene que ver con la historia de mi escucha desde la adolescencia, que fue atravesando distintas partes del camino. Así como fui creciendo y desarrollando mi oído, fui diversificando el material que escuché. Y todo tiene que ver con la venida de Internet, que democratizó y amplificó las posibilidades de escucha: eso me dio un imput más grande a la hora de componer, al tener una base de datos más plural.

Antes no todos podíamos acceder al material de escucha o de referencia. Con esta venida de Internet fui conociendo nueva música; algunas como la cumbia, el cuarteto y el folclore me acompañaron toda mi infancia, entonces no tuve tanto que innovar. Pero sí otros estilos que fueron para mí más nuevos, como el hip hop, el reggae, el ragga, el dub: todas músicas que fui conociendo por interés propio, no porque se escucharan en mi casa de origen. También gracias a haber podido viajar fui armando mi propio mapa auditivo, mi base de datos musical.

—En las letras hay una apropiación de formas de hablar barriales muy propias de los últimos años. ¿Es algo pensado o va saliendo espontáneamente?

—Creo que la poesía de los contenidos de la obra está bueno que transiten distintas posibilidades, distintas esferas de la coloquialidad. Si bien el rap o algunos estilos de los que me sirvo a la hora de componer utilizan a la vida real y la cotidianeidad como inspiración y como soporte narrativo, la coloquialidad que a mí me circunda a veces es más académica, a veces más cheta, y la coloquialidad de barrio es la que más en este momento me circunda: por mis colegas, por mis amistades, porque me muevo así, porque quiero desacademizar. Eso lo llevo a mis letras, trato de ser coherente entre la filosofía que practico y el soporte narrativo que utilizo.

Creación

—¿Cómo es tu proceso a la hora de componer?

—A veces puedo tener una música en la cabeza, que ya me está volviendo loca y que me pide por favor que la materialice y le ponga letra. Otras veces tengo una letra que me pide a gritos dar a luz, y ahí busco una música o la genero yo con mis productores, que le dé asidero a estas letras que si no son paridas se pudren adentro. Es como un pibe.

—Tenés una identidad muy clara que va de lo político (como en el “Rap para las Madres”), a la postura de género (“Tomate el palo”) y a la pertenencia cultural (“Tan distintos”).

—Sí, siento que los contenidos de los temas son diversos y si bien no es partidaria mi postura, mi lírica es política, filosófica y éticamente comprometida. Son fragmentos de una gran postal que voy escribiendo en cada canción; es como un rompecabezas que al unirse da como resultado Miss Bolivia.

La composición de Miss Bolivia es exclusiva mía, y después la banda la voy armando según el show y el cachet.

Decisiones

—Girás por todo el país y afuera, del Matienzo y el Konex a boliches. ¿Cómo es esto de moverse de manera autogestiva?

—Un oficio que se va estudiando en el camino. La autogestión equivale a poder decidir qué pasos vas a tomar en cada momento del camino. A veces me sirvo de distintas estructuras, porque a veces se me cansa la espalda y el hombro, entonces me asocio a algunas estructuras, ya sea a nivel discográfico, operativo o de producción ejecutiva de algunos shows.

—¿Qué se viene para este 2015?

—Voy a seguir presentando “Miau” en el país y afuera también. Ya empezó el año a nivel federal muy movido, estoy haciendo giras por el país, muy feliz y agradecida: este disco ha sido muy generoso conmigo.

Vamos a abrir el año con una fecha muy fuerte en Lollapalooza, en marzo, y después seguirá su rumbo: Europa, México, Colombia. Y mi capricho es poder cerrar el año con algo nuevo para mí que es producir un gran unplugged: eso sí que es un desafío estético y compositivo para mí, poder salir un poco de la interfaz que siempre usamos para pasar a la tracción a sangre absoluta.