La emisión desmedida ensombrece el futuro

  • Durante el primer bimestre de 2015, el gobierno cuadruplicó la emisión monetaria comparada con igual período de 2014. 

La herencia que el kirchnerismo dejará al próximo gobierno se encuentra en estos momentos en el centro del debate. No importa quién resulte ganador en las elecciones presidenciales. Quien lo haga, sabe que por delante tendrá una tarea difícil porque, indefectiblemente, los desequilibrios actuales en materia económica traerán consecuencias dolorosas.

Como ocurriera en cada año electoral desde que el kirchnerismo llegó al poder, el gobierno comenzó 2015 con una sorprendente emisión de pesos. Para tomar real conciencia de la situación, vale decir que la emisión de enero y febrero de este año, cuadruplicó a la de 2014 para igual período. Durante el último bimestre, en Banco Central emitió 22.000 millones de pesos, contra los 5.100 millones emitidos en el mismo período del año pasado.

Si se realiza una proyección sobre la base de estos antecedentes, se llega a la preocupante conclusión de que durante 2015 el kirchnerismo podría emitir hasta 300.000 millones de pesos. Si bien es cierto que se trata sólo de una probabilidad, el nivel de gastos y los desesperados intentos que el gobierno llevará adelante como para mantener, al menos, una porción importante del poder, no presentan un panorama demasiado alentador.

Los efectos de esta incontrolada expansión monetaria no son inmediatos. Pero esta “superpoblación” de billetes sin respaldo, tarde o temprano se reflejará en los niveles inflacionarios y en la puja por el dólar, tal como viene sucediendo desde hace por lo menos cinco años en el país.

En estos momentos, el denominado dólar blue parece haberse desinflado, pero a costa de una constante sangría de divisas del Banco Central -de casi 500 millones de dólares mensuales- para hacer frente a la demanda creciente del denominado “dólar ahorro”. El pronto inicio de la cosecha mantendrá esta aparente tranquilidad durante los próximos meses.

Frente a los actuales niveles inflacionarios, la rentabilidad para el sector productivo se encuentra en jaque. Según un informe dado a conocer por la Fundación Libertad, las exportaciones de enero fueron las más bajas de los último cinco años.

Los productores agropecuarios están asfixiados. Si bien es cierto que los precios internacionales aún permiten obtener una rentabilidad -mínima, si se la compara con lo que ocurría algunos años atrás-, también es verdad que el aumento de precios de los insumos y la emergencia climática que afectó a gran parte de la zona sojera del país, plantean un panorama desolador para el corto y mediano plazo.

La necesaria reducción de los niveles de subsidios no será fácil de instrumentar. Sobre todo, porque en el país todavía existen servicios públicos con sus tarifas congeladas desde hace años. Seguramente, el proceso provocará reclamos y reducirá los niveles de consumo de familias que se verán obligadas a replantear sus economías domésticas.

Frente a esta situación general, no se puede olvidar que desde enero de 2007 los números del Indec dejaron de ser confiables. Por ese motivo, en muchos casos los economistas deben evaluar la situación a tientas o sobre la base de estudios privados. Esta situación viene minando desde los últimos años la credibilidad de la Argentina. Reconstruir los lazos de confianza con el resto del mundo será una de las tareas prioritarias del próximo presidente.

Reconstruir los lazos de confianza con el resto del mundo será una de las tareas prioritarias del próximo presidente.