En el noroeste santafesino

Podría ser la mayor inundación de los últimos 100 años

Según especialistas en climatología y temas ambientales, las grandes lluvias se podrían extender hasta mediados de junio de este año. De confirmarse esta predicción, el departamento 9 de Julio estaría en presencia de la mayor inundación de los últimos cien años.

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Tostado bajo agua. Las últimas precipitaciones dejaron totalmente inundada a la ciudad cabecera del departamento 9 de Julio.

Foto: Eloy Rodríguez

 

Eloy Rodríguez

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El ingeniero Victorio Mariot, investigador y docente de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, sostiene que “se preveía que el 2014 iba a ser un año muy lluvioso y se espera que hasta junio de 2015 continúen las grandes precipitaciones en un período de máxima humedad, con picos que van de 900 a 1.000 milímetros, como sucede en Bandera, e incluso para Los Juríes se esperan 1.400 milímetros. Esto se da por la existencia de un fenómeno cíclico con períodos de lluvias de máxima humedad y de sequía”, manifestó, recordando que “la seca que se produjo en el 2009 y en junio de 2014. Ahora en 2015, habrá máxima de humedad y cerca de 2019 tendremos una nueva sequía”.

El meteorólogo Osvaldo Canciani remarcó que “como alertó la Comisión Internacional sobre Cambio Climático, la temperatura global seguirá aumentando cada año y la Argentina sufrirá cada vez más tormentas fuertes, granizadas y el aumento del nivel del mar”, aseguró.

Según el Ing. Hugo Terré, ex senador por el departamento 9 de Julio, las grandes inundaciones por lo general se dan en abril, período en que se acumulan las precipitaciones y el agua no se evapora con la intensidad que lo hace en el verano. “Si tomamos en cuenta que la inundación más grande fue en el año 1974, donde los excesos hídricos sumaron 611 milímetros y hasta ahora los mismos arrojan 473 milímetros, podemos decir que de seguir las grandes lluvias se superará la cifra de 1974, y los Bajos Submeridionales tendrían la inundación más grande de los últimos cien años”.

La ambición humana como desencadenante

La erosión antrópica sobre la tierra, realizando en forma acelerada la deforestación, provocó la degradación de las capas superiores del suelo. Así se destruyó el equilibrio natural de los bajos, que tiene como característica la retención de agua y el escurrimiento del exceso. Pero la soja pudo más y los montes cuyos árboles actuaban como “paraguas” en su foresta y como absorbentes en sus raíces, reteniendo líquido, fueron depredados, originó la construcción anárquica de canales y se crearon enfrentamientos con poblaciones ubicadas aguas abajo. Un canal lleva a otro canal, cada vez más amplio, y así sucesivamente, con el agravante de que lo primero que se lleva es la bendita agua de lluvia.

Falta de política hídrica

Nuestra provincia carece de una política de Estado para enfrentar la problemática, y actúa en un escenario coyuntural desde el asistencialismo.

Ya en 1886, Florentino Ameghino, científico argentino, autodidacta, naturalista, climatólogo, paleontólogo, zoólogo, geólogo y antropólogo, fallecido en 1911, decía que las secas y las inundaciones forman parte del mismo problema y que, ante el drama de sequía o inundación en la pampa deprimida, se necesitan obras de retención. “¿Si no hay agua de sobra por qué desaguar?”, se preguntaba y decía “si hoy nos ahogamos por excesiva agua, mañana moriremos de sed cuando falte”, agregando que “si los canales no son un complemento de obras más eficaces, reportarán más perjuicios que beneficios”.

Ameghino se refería a la cuenca del Salado en Buenos Aires, de similar característica a nuestra pampa deprimida que son los Bajos Submeridionales.

Es decir, el agua de lluvia tiene que quedar en el lugar donde cae y escurrir ordenadamente el exceso. Pero como ahora no está el monte para cumplir esa función, la provincia debería diseñar, junto a Santiago del Estero, mediante la formación de un equipo interdisciplinario formado por técnicos de universidades, referentes de localidades afectadas, productores y todos los actores involucrados en la problemática, una política de Estado, considerando que al agua no se puede eliminar y que a la naturaleza no se le declara la guerra, sino que se la interpreta.