No se salvó nadie

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Ni los sapos fueron ajenos a las inundaciones en la cuenca lechera. La imagen es un de tantas que se tomaron en un tambo de Colonia Cello, departamento Castellanos, uno de los distritos más castigados por el fenómeno climático. Una mesa de madera fue el último reducto que encontraron los batracios para evitar morir ahogados y allí terminaron apiñados unos sobre otros. Un alma buena se apiadó de ellos y, antes de que se pudra bajo el agua, les ofreció una buena dosis de silo para que pasen el mal momento.

Foto: Marta Welschen