editorial

El Papa del fin del mundo

  • Francisco logró convertirse en un líder respetado y confiable. Incluso, entre quienes no pertenecen a la grey católica.

La noticia sorprendió a todos. No sólo a los argentinos, sino también a los católicos y no católicos del resto del mundo. Hace dos años, Jorge Bergoglio se transformaba inesperadamente en el primer Papa no europeo.

Fue un día muy particular en el país. Un par de horas después de que Francisco se convirtiera en Sumo Pontífice, la presidente Cristina Fernández habló públicamente y apenas si hizo una crispada mención de este hecho histórico. Además, se encargó de sugerirle a Bergoglio que siguiera el ejemplo del kirchnerismo en materia de políticas sociales y que privilegiara a los más necesitados.

Los voceros del oficialismo se apresuraron a descalificar al nuevo Papa, con quien el matrimonio Kirchner no había mantenido relaciones cordiales mientras se desempeñó como cardenal de Buenos Aires. Entre ellos, Luis D’Elía. El mismo que en estos momentos se encuentra conminado a mantener el bajo perfil, luego de que se supiera públicamente cuál fue su rol en materia de política internacional argentina durante los últimos años.

Poco después, la situación cambió. Cristina Fernández comprendió que nada sería mejor que tener al Papa argentino de su lado. O al menos, no tenerlo en la vereda de enfrente.

En las últimas horas, durante una entrevista que Francisco concedió a Noticieros Televisa, reconoció haberse sentido “a veces usado por la política del país”... por “políticos argentinos que pedían audiencia”.

Es que, en realidad, Cristina Fernández no fue la única que rápidamente comprendió la importancia de aparecer junto a Francisco. Otros dirigentes, de otros partidos, se apresuraron para obtener la fotografía tan preciada. De hecho, la situación llevó al Papa a tomar la decisión de no recibir más a políticos argentinos en audiencias privadas.

Muchos esperaban que el sumo pontífice visitara la Argentina a poco de ser elegido. Sin embargo, Bergoglio prefirió posponer su viaje hasta después de 2015, un año en el que se decidirá el futuro político del país.

Dos años después de convertirse en el primer Papa no europeo, Francisco logró cosas importantes. Es cierto que los procesos de la Iglesia para tomar decisiones sobre cuestiones trascendentes suelen ser largos y profundamente meditados. Sin embargo, no es poco que Francisco haya podido reconciliar la imagen papal con gran parte de los fieles y de aquellos que, si bien no pertenecen a la feligresía católica, ven en él a un líder confiable y respetable.

En estos momentos, quizá los mayores desafíos para Francisco se encuentran en el seno de la Iglesia. Sobre todo, a partir de sectores conservadores que se escandalizan con algunas de las propuestas de apertura y con ciertos gestos del Papa latinoamericano.

A poco de iniciar su pontificado, Bergoglio puso en marcha los mecanismos para activar un sínodo que se reunió en octubre del año pasado, y que tuvo a la familia como tema central. Desde entonces, una comisión quedó a cargo del análisis de las distintas posiciones de los obispos, de su sistematización y síntesis para una evaluación final que se hará este año. Será la base para la toma de decisiones sobre temas controvertidos en el interior de la institución, como las parejas divorciadas, los homosexuales y las convivencias de hecho, entre otras cuestiones.

Nadie puede adelantar a qué conclusiones arribará el sínodo. Sin embargo, el sólo hecho de que estos temas hayan sido puestos en la mesa de discusión, representa un enorme paso para una Iglesia que durante las últimas décadas se mostró en extremo conservadora.

En estos momentos, quizá los mayores desafíos para Francisco se encuentran en el seno de la Iglesia.