Semana Santa

Palabra, Confianza, Ejemplaridad

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“La Resurrección de Cristo”, de Piero della Francesca.

Por Mons. José María Arancedo (*)

Celebramos en Pascua la fuente de Vida que mantiene viva la esperanza del hombre. Todo lo humano está presente en la Pascua de Cristo, toda la humanidad participa de su triunfo sobre el pecado que esclaviza al hombre. Lo que acontece en Cristo es un don que nos pertenece, porque él ha asumido nuestra humanidad para sanar las heridas que el pecado ha causado. Lo propio del pecado es la mentira, la muerte y el odio. El fruto de la Pascua no es algo mecánico en nosotros, no somos robots. Éste es nuestro desafío, hacer realidad lo que ha acontecido en Cristo como fuente de una Vida Nueva.

En un año electoral considero necesario valorar el sentido de la política como un servicio superior al bien común, así como una “exigencia de compromiso ciudadano”. La política crece en el diálogo, el respeto, la transparencia y la claridad de sus propuestas. En este marco pascual me permito compartir algunas reflexiones que hacen al nivel moral en la vida de la sociedad, y orientadas a fortalecer los lazos de amistad social. Me refiero al valor de la palabra, la confianza y la ejemplaridad. Pienso que hemos devaluado la palabra, que ha dejado de ser algo sólido en que apoyarnos para vivir y crecer. A la palabra la nutre la verdad y la daña la mentira. Ello compromete la credibilidad, que es un valor esencial en la vida de la sociedad. La devaluación de la palabra es un signo de enfermedad espiritual y cultural en la comunidad.

Junto al valor de la palabra veo, con dolor, que la confianza se ha debilitado entre nosotros. No digo la esperanza, que al pertenecer a esa dimensión espiritual del hombre como hijo de Dios y abierto al mundo de la fe y los valores, siempre permanece viva. La confianza parecería que necesita apoyarse en el testimonio del otro, en mí, en ustedes. ¡Qué necesario es ser confiable para mi hermano! Finalmente, la ejemplaridad que es una virtud moral que nos compromete a todos, especialmente al que ejerce autoridad. La ejemplaridad viene de arriba y tiene un valor docente que eleva el nivel de vida de la sociedad. Los ideales y proyectos propuestos necesitan de testigos creíbles y ejemplares.

Que la celebración de la Pascua nos ayude a recuperar el valor de la palabra dada, los lazos de confianza entre los argentinos y el sentido moral de la ejemplaridad. Esto, que nos eleva como personas y lo reclama el bien común de la Nación, es una dimensión necesaria que hace al bien de la política. Junto a mis deseos de Felices Pascuas, reciban mi bendición en el Señor que ha Resucitado.

(*) Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz.