Una banca por Santa Fe, en silencio
Una banca por Santa Fe, en silencio
En 2014, Reutemann no habló en el Senado
Carlos Reutemann y Buster Keaton.
De la redacción de El Litoral
Sólo uno de los tres representantes que tiene Santa Fe en el Senado de la Nación parece haber tenido una participación relevante en los debates de 2014.
El senador Rubén Giustiniani (PS) figura en el séptimo lugar (entre las 72 bancas de la Cámara). En cambio, el senador Carlos Reutemann está entre los cuatro miembros del Senado que no hablaron durante todas las sesiones (ordinarias y especiales) del año pasado. Y la senadora Roxana Latorre dijo apenas 5 palabras.
Los tres santafesinos fueron electos en 2009, y tienen mandatos hasta 2015. Giustiniani, como senador por la minoría, fue derrotado por Reutemann, quien así logró que Latorre renovara también su banca.
Hoy el socialista es el primer precandidato a diputado provincial en la lista que lleva como precandidato a la Casa Gris al radical Mario Barletta. En cambio, Reutemann, que en 2009 rompió lanzas con el oficialismo, ha prestado públicamente su respaldo al PRO de Mauricio Macri en el orden nacional (luego de sacarse varias fotos con Sergio Massa) y a Miguel Torres del Sel en la provincia. Roxana Latorre se mantiene en el oficialismo y siempre votó con el kirchnerismo, desde 2003.
Un criterio cuantitativo
El semanario Parlamentario (www.parlamentario.com) divulga cada año datos estadísticos, que extrae del diario de sesiones de la Cámara Alta del Congreso, y muestra quiénes son los senadores que más utilizaron el micrófono de sus bancas y quiénes menos, o directamente nada.
El medio llama a ese relevamiento Índice de Calidad Legislativa y entre otras variables, como ausencia o presencia de los legisladores en sus bancas o proyectos de ley presentados, mide la actuación de cada senador. Lo hace con un método cuantitativo, y por tanto indiscutible en esos estrechos límites numéricos.
Todo está facilitado por la digitalización del diario de sesiones: simplemente se suma el número de palabras pronunciadas desde cada una de las bancas, y se elabora una tabla de posiciones.
En primer plano
En 2014 se pronunciaron en total 1.091.777 palabras. Con 81.266, el presidente del bloque radical, Gerardo Morales, fue el senador que más habló, lugar que también ocupó en 2013, según esa publicación.
Segundo quedó el hoy jefe de Gabinete del gobierno nacional, Aníbal Fernández (60.270 palabras). Tercera, Liliana Teresita Negre de Alonso (56.474), del Bloque Justicialista San Luis (que lidera Adolfo Rodríguez Saá).
Los siguientes peldaños también corresponden a figuras políticas con alta exposición, dentro y fuera del recinto. El titular del bloque oficialista, Miguel Ángel Pichetto, emitió 42.464 palabras y el precandidato a presidente de la UCR Ernesto Sanz, 36.481.
“Entre los diez primeros lugares sólo aparecen tres senadores oficialistas: los citados Fernández y Pichetto, y el formoseño José Miguel Mayans en el décimo lugar, con 27.829 palabras”, observa Parlamentario, y confirma que, año tras año, son los senadores opositores quienes más hablan.
“El resto (de los diez primeros) representan a la oposición. Al radical Morales, ubicado en el primer lugar, hay que sumar a sus correligionarios Ernesto Sanz, quinto, y Luis Petcoff Naidenoff, sexto. Al tercer lugar escaló este año la puntana Negre de Alonso, y el socialista Rubén Giustiniani fue séptimo, la macrista Gabriela Michetti octava y la cordobesa Norma Morandini en el noveno lugar”, dice el semanario.
El dato
Proyectos
Cuatro casos
La correntina Meabe fue expulsada del Partido Liberal de Corrientes por votar con el bloque del Frente para la Victoria y en 2013 oficializó su pase; Montenegro es un gremialista, con militancia en el PJ, de Santiago del Estero, que fue electo por la minoría y sin embargo también es oficialista: armó su propio partido y compitió contra Gerardo Zamora, quien dejó la gobernación por el Senado y a su esposa, Claudia Ledesma Abdala, en el Ejecutivo santiagueño.
Por último, el apoyo del ex presidente Carlos Menem al gobierno nacional -con su voto, no con sus palabras- es más que conocido.
análisis
Luis Rodrigo
Parla-mento
Se habla para argumentar. Y, sobre todo en ese ámbito, argumentar no tiene necesariamente el objetivo de convencer al adversario, pero se intentará hacerlo aun cuando se sepa que eso no ocurrirá. Se trata de ayudar a razonar sobre las justificaciones de una posición. Argumentar, parlamentar, hablar son un objetivo en sí mismo.
Se habla para crear o mostrar poder, para liderar, para demostrar saber, para cambiar o mantener los climas de enfrentamiento o acuerdo, para sostener una decisión o negarla, para lucir las virtudes oratorias o si no -por último- se habla al menos para que “conste en la versión taquigráfica”, como dicen los legisladores.
Al Congreso se va a hablar. A expresar los porqué, las ideas. Y no hacerlo debería obedecer sólo a poderosas razones políticas, más allá del estilo o la personalidad de cada legislador.
Está claro que los oficialistas van a hablar menos que los opositores. Su objetivo es aprobar lo que pide el Ejecutivo más que ganar los debates. Suele ser el jefe de la oposición quien más habla, y más cuando el oficialismo tiene la mayoría y se va a perder cada votación.
En la representación parlamentaria sus discusiones poseen un valor simbólico, el de reflejar las confrontaciones que tienen lugar en la sociedad.
En 2014, las cuentas de sus intervenciones desde su banca le dan a Carlos Reutemann un redondo cero. No dijo ninguna palabra. Casi lo mismo que Roxana Latorre, que pronunció cinco (y resulta imposible no preguntarse cuáles habrán sido). La provincia tuvo en silencio a dos de sus tres senadores.