editorial

Escasos avances en seguridad vial

  • Esta semana se conmemoró en la Argentina el Día de la Seguridad Vial. El año pasado, 7.613 personas murieron al volante.

Entre 1990 y 2012, España logró reducir el número de muertos en siniestros viales en un 79%; Suecia, el 63%; Holanda, el 59% y Estados Unidos, el 25%. Durante el mismo período, en la Argentina no sólo no disminuyeron las víctimas fatales por accidentes de tránsito, sino que se incrementaron levemente.

Una mirada optimista podría plantear que, durante esos 22 años, la cantidad de automóviles en circulación creció de manera notable y que dicho incremento no se refleja de manera directa en el número de muertos. Sin embargo, es evidente que a la luz de los avances logrados en otros países, este análisis suena a simple consuelo.

El 10 de junio se conmemoró en la Argentina el Día de la Seguridad Vial. Ese día, pero de 1945, se sancionó un decreto que estableció las primeras pautas de tránsito en el país. La principal medida fue el cambio de mano de los vehículos que, a la usanza inglesa, era hasta entonces por la izquierda.

Las décadas pasaron y el tránsito se ha convertido en una de las principales causas de muertes. Según un reciente informe difundido por el Observatorio Vial Latinoamericano (Ovilam), en 2013 la tasa de muertes en el país fue de 12,3 víctimas cada cien mil habitantes. Suecia, por ejemplo, exhibe una relación de sólo 2,8 muertes cada cien mil habitantes.

Las estadísticas que difunde la organización Luchemos por la Vida son aún más preocupantes. Según esta ONG, el número de muertos en accidentes de tránsito en la Argentina durante 2014 fue de 7.613 personas, lo que representa un promedio mensual de 634 decesos.

Los más afectados por este verdadero flagelo son los jóvenes. Según estadísticas elaboradas por Cesvi, en la Argentina -entre 2006 y 2012-, el grupo etario de entre 19 y 30 años participa en el 38,9% de los casos de lesiones graves en accidentes de tránsito.

Uno de los principales factores que inciden en este fenómeno está asociado con el consumo de alcohol. Por ese motivo, algunas organizaciones vienen bregando en los últimos años para que en la Argentina se aprueben leyes que prohíban la ingesta de bebidas alcohólicas a quienes tengan que conducir.

En estos momentos, las normas admiten hasta 0,5 litros de alcohol en sangre. Sin embargo, algunas provincias han dado pasos importantes hacia un escenario de “alcohol cero” en las rutas. El ejemplo más cercano es la provincia de Córdoba, donde a partir de esta medida se redujo progresivamente la cantidad de accidentes fatales al volante.

Existen otras experiencias en este sentido. En Suecia y Noruega, por ejemplo, el límite máximo de alcoholemia para un conductor es de 0,2 gramos de alcohol por litro de sangre. Pero en el caso de superar dicho límite y hasta 1 gramo de alcohol, las multas y penas son de 1,33 a 4 sueldos básicos y cárcel de 6 meses a un año. Cuando los valores sobrepasan el umbral de 1 gramo de alcohol, se considera delito y el caso es judicializado.

En el Reino Unido -cuyos habitantes son conocidos por el elevado consumo de bebidas alcohólicas- el límite permitido de alcohol en sangre es de 0,8 gramos -el más alto de Europa, según un informe del Ovilam. Pero el hecho de sobrepasar dicha barrera significa una multa de 6.000 euros, y hasta la confiscación del vehículo. Y si un conductor alcoholizado genera un accidente con víctimas fatales, puede ser condenado a una pena de prisión de hasta 14 años.

El grupo etario de entre 19 y 30 años participa en el 38,9% de los casos de lesiones graves en accidentes de tránsito.