Líneas del pontificado del Papa Francisco

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Por P. Hilmar Zanello (*)

Una crisis profunda después de 27 años de papado: S.S. Juan Pablo II deja a la Iglesia Católica y el Papado con gran aprecio en el mundo. Su sucesor puso el acento sobre el magisterio. Deja una herencia rica que sólo en el futuro será plenamente evaluada. A los ocho años del pontificado aparece en la Iglesia una crisis evidente: escándalo por pedofilia, desorden de la curia romana, dudosas operaciones financieras.

Un periodista bien informado escribió llamativamente en un escrito: “Había una vez un Vaticano”. La gran mayoría de los cardenales acogió con respeto la renuncia del Papa que si bien estaba muy lúcido de mente, reconoció que ya no le daban las fuerzas físicas para gobernar. Fue una decisión valiente, magnánima y humilde.

Antes del cónclave, Jorge Bergoglio tuvo una intervención que impresionó a todos, criticando a una Iglesia replegada sobre sí misma y sus estructuras.

El Papa actual quiere vivir en medio de la gente y anunciar el Evangelio con su vida. No se lo puede definir como conservador o progresista; es evangélico no en el sentido confesional sino en el sentido de volver al Evangelio, a la sencillez de los primeros apóstoles.

Su mensaje se conecta con el lenguaje que usó Pablo VI en su Encíclica Evangeli Nunciandi a la que se siente muy ligado. Para el Papa Francisco, el Evangelio es ante todo una palabra de aliento, de consuelo, gracia y sólo después una respuesta ética.

No querer ser un Papa que juzga y condena con garrotazos inquisitorios, Jesús representa la dulzura, la mansedumbre, la misericordia y la fraternidad.

Quiere descentralizar la Iglesia (E.G. 16). Nombra un consejo de ocho cardenales provenientes de todos los continentes para que lo ayuden en la reforma de la curia romana y en el gobierno de la Iglesia. Quiere una Iglesia caracterizada por el impulso misionero, una Iglesia que sale hacia todas las periferias de la existencia humana.

Si mil millones de personas viven en extrema pobreza y cada año 5,6 millones mueren a causa de una alimentación insuficiente quiere decir que el sistema económico no funciona.

Francisco levanta su voz contra la globalización de la indiferencia.

La misericordia es otra palabra clave de su Pontificado. Juan Pablo II se dedicó al tema de la misericordia, su Encíclica Dives in Misericordia, y el Papa Benedicto lo desarrolla en su primera Encíclica Deus Caritas Est.

Dice el Papa: “La misericordia de Dios es infinita, Dios no se cansa nunca de perdonar, la misericordia no es gracia barata”.

No suprime los mandamientos, pero le ofrece nuevas oportunidades a quien está dispuesta a caminar.

El Papa concibe la comunión como unidad en la diversidad y por lo tanto cree en la posibilidad de un camino común hacia una diversidad reconciliada. Hoy, el testimonio de la colaboración recíproca de los cristianos en orden a la paz en el mundo, es muy importante aun en el momento actual de estancamiento ecuménico.

El número de peregrinos que confluyen en el Vaticano se ha triplicado; hasta la participación religiosa en las parroquias romana ha crecido. Hay, un cambio radical en la prensa internacional con respecto a la Iglesia. Todo esto es mucho más de lo que se podía esperar hace un año.

Muchos hablan de un efecto mediático. Muchos esperan sentados para ver lo que va a pasar. Pero, para que el cambio sea posible en la Iglesia, todos los católicos han de involucrarse y tomar conciencia de que la verdadera crisis que afecta a la Iglesia es la falta de energía misionera, de gozo en la fe; nos hace falta un fuerte sacudón para volver a ser una Iglesia en camino.

(*) Compaginación de párrafos de una reflexión del cardenal Walter Kasper. Revista “Il Regno”.