educación

La educación como prioridad

  • El mercado laboral exige una preparación cada vez más completa. Es fundamental atender a los sectores vulnerables para que accedan a las mismas herramientas de formación.

En un mercado laboral altamente competitivo, la importancia de un nivel de educación cada vez mayor es ineludible. Así se desprende de la demanda de puestos de trabajo calificados, no sólo en el campo de las ciencias sino también en el desarrollo de oficios que requieren de una mayor especialización. A esto se suma que la incorporación y el uso de las nuevas tecnologías dejó de ser exclusividad del ámbito profesional y académico para ser una necesidad en el desarrollo de actividades técnicas y en la práctica de oficios.

La pregunta es si el sistema educativo acompaña este nivel de demanda de un mercado que exige conocimientos más específicos. En este punto es indispensable hacer foco en la brecha que subsiste entre sectores más favorecidos y con acceso a las condiciones que aseguran un desarrollo adecuado en todas las instancias de formación, y los grupos más vulnerables y sin esas mismas posibilidades.

En el análisis del Movimiento Los Sin Techo, la educación es clave ya desde el nivel inicial y a eso apuesta la organización desde su propio trabajo y el que viene realizando el Gobierno de la Ciudad. En los 22 barrios en los que tiene presencia el Movimiento, la asistencia a la escuela primaria tiene continuidad; en cambio, el nivel secundario aparece como la mayor carencia, entre otras razones porque desde muy temprana edad chicos y chicas comienzan a buscar alguna forma de ganarse la vida o de colaborar en la subsistencia familiar. En esos casos y frente a la necesidad de resolver las urgencias, la formación escolar pasa a un segundo plano y de esta manera la historia vuelve a repetirse: a menor educación y capacitación, menos posibilidades de hallar puestos de trabajo bien remunerados y con posibilidades de progresar.

En una encuesta que el grupo realizó en 2012 entre 550 familias de los barrios más humildes, se confirmó que la principal ocupación del jefe y jefa de familia se reduce a changas o ama de casa. Y que el nivel educativo es un anticipo de esa precariedad laboral: el 34 % de la población relevada tenía el secundario incompleto.

Por otra parte, diversos estudios coinciden en señalar que las condiciones económicas adversas y, en particular, la desnutrición redunda en un menor desarrollo del cerebro de niños y niñas y, por lo tanto, en su futuro rendimiento escolar y sus posibilidades de insertarse en un mundo cada vez más competitivo y exigente. Este es un tema que viene abordando con insistencia el Dr. Abel Albino, creador de la Fundación Conin, que sostiene que es fundamental preservar el cerebro del niño por nacer y dentro del primer año de vida que es cuando se forma la mayor parte del peso de este órgano, y además educarlo no sólo con una buena alimentación sino también con un estímulo adecuado.

No se trata de clausurar el futuro de chicos y jóvenes que nacieron y viven en la pobreza, y decidir desde ya que no podrán llegar a desarrollar ninguna habilidad ni conocimiento, pero sí advertir que se está jugando con el principal capital que tiene un país para su crecimiento.

Es necesario no perder de vista que la educación es fundamental en el desarrollo personal y comunitario, que hace la diferencia cuando se trata de disputar puestos de mayor calificación y por lo tanto mejor pagos, que la capacitación tiene su reconocimiento no sólo económico sino también social, y que, a la luz de los innumerables testimonios de personas de todas las edades que lograron superar obstáculos, es la mejor herramienta para modificar una realidad que condiciona pero no condena.

A menor capacitación, menos posibilidades de hallar puestos de trabajo bien remunerados y con posibilidades de progresar.