Nuevo libro de Gustavo Vittori

La Cumbre, entre el cimiento histórico y el cielo diáfano

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De Miguel Ocampo. El sutil pintor argentino cedió con generosidad al autor del libro la imagen del cuadro que la tapa reproduce. Foto: Adolfo Previderé

 

Por Enrique Butti

En el paraíso de la infancia hay lugares que no siempre se pierden; es lo que evidentemente le ha sucedido a Gustavo José Vittori cuando por primera vez, a los ocho años, llegó a La Cumbre, en el departamento Punilla, provincia de Córdoba, y quedó hechizado por el paisaje: “Con el tiempo, me daría cuenta de que aquella ansiedad briosa, esa desbordante alegría matinal bajo el sol de un verano de los '50, quizá fuera algo más que la celebración del encuentro con otra geografía. Es probable que se tratara, a la vez, del reencuentro con algo más antiguo y bien guardado en la intimidad de mis genes, con memorias dormidas que me ligaban a las montañas de mis ancestros, quienes habían habitado ambos lados de los Alpes; los Apeninos, sobre el Mar de Liguria, y la cara española de los Pirineos”.

A partir de aquel encantamiento infantil comenzará el reconocimiento de una zona que pronto incluirá las distintas culturas que testimonia y alberga: de las estirpes antiguas de comechingones y sanavirones, y de su mezcla con los españoles y posteriores inmigrantes; de la presencia jesuítica en antiguas estancias ignacianas; de la finca San Gerónimo (directo precedente de La Cumbre); de la radicación de un número apreciable de británicos que participaron en el tendido del ferrocarril de las sierras, quienes a su vez atrayeron a muchos de sus coterráneos; de las iniciativas hoteleras, productivas y deportivas, que harían del sitio un foco de importancia y categoría en el turismo.

La Cumbre, entre el cimiento histórico y el cielo diáfano

El Cristo Redentor, que el escultor italiano Aurelio Luis Ramacciotti erigió en el cerro La Viarapa. Uno de los grandes íconos de La Cumbre.Foto: José Gabriel Vittori

Todos aquellos descubrimientos personales, que no cesaron con los años, periódicamente inspiraron a Vittori para escribir notas que se publicaron en las páginas de El Litoral. Esas crónicas e investigaciones -revisadas y ampliadas-, más otras tantas que permanecían inéditas, conforman ahora un volumen, La Cumbre, cerca del cielo, que acaba de editarse y presentarse en la Feria del Libro de esa ciudad serrana.

Los distintos capítulos de este libro abarcan tres líneas generales: las entrevistas y crónicas que dan cuenta de la valiosa historia de La Cumbre y de las zonas aledañas; las que radiografían la naturaleza, producción y gastronomía de la región, y finalmente, las que retratan a una serie de grandes artistas que habitaron o habitan en el lugar. Estos distintos aspectos están vinculados a través del estilo preciso y rico de Gustavo José Vittori, capaz de seducir con un copioso despliegue de anécdotas, datos y conocimientos (especialmente los que atañen a las esferas arquitectónicas, históricas y artísticas).

Así, merced al testimonio de habitantes centenarios del lugar, nos cuenta la historia viva del momento clave en que La Cumbre comienza a adquirir la fisonomía que ahora la caracteriza: aquellas construcciones de piedra y barro, aquellas fiestas y creencias, y, especialmente, aquella construcción del ferrocarril que conocimos como el “tren de las sierras”.

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Altar portátil, una maravilla hoy atesorada en la capilla San Vicente Ferrer, en Agua de Oro. Foto: Gustavo Vittori

Recorremos los tres íconos de La Cumbre: el Cristo Redentor, el Club de Golf y el que simplemente se conoce como “el Castillo”, con la legendaria y enigmática historia del señor Fritz Mandl (con resonancias en aristas tan variadas como la célebre actriz Hedy Lamarr -que fue su segunda esposa-, el nazismo, Juan Domingo Perón y Manuel Savio). También, la gran estancia jesuítica de Santa Catalina; y las de Jesús María y La Candelaria, con sus aspectos arquitectónicos y productivos, legado de saberes naturalizados en la población regional y conjunto patrimonial -tangible e intangible- que integra la lista de bienes de la humanidad.

Y en sucesivos capítulos nos habla de cuatro artistas excepcionales, a quienes Vittori conoció, entrevistó y fotografió con pericia: Manuel Mujica Lainez, Miguel Ocampo, Hernán Dompé y Remo Bianchedi, además de un apartado dedicado a Fernando Fader y su querido paisaje de Ischilín.

El trabajo y su autor fueron presentados en la Cuarta Feria del Libro de La Cumbre, que organiza la Sociedad de Escritores, por el titular de esa entidad, Francisco Capdevila, ante un público numeroso que escuchó a continuación las palabras de Gustavo Vittori. Concluida la exposición, al disertante le fue entregada una distinción, que lo acredita como socio honorario de la Junta de Historia de La Cumbre.

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Manuel Mujica Lainez, uno de los grandes artistas que eligieron afincarse en La Cumbre y sus alrededores. Foto: Gustavo Vittori