editorial

  • El sistema de cañerías de líquidos cloacales y agua potable data, en gran parte de la ciudad, de principios del siglo pasado.

La ciudad de los socavones

La palabra socavón parece haberse convertido en una verdadera maldición para la ciudad de Santa Fe en general y para la empresa Assa, en particular luego de que, durante los últimos meses, el suelo comenzara a hundirse en diversos puntos del casco urbano debido a los problemas de pérdidas que sufren los sistemas de cañerías cloacales y de agua potable.

En febrero pasado, el paisaje cambió repentinamente en la neurálgica esquina de Bv. Pellegrini y Urquiza a raíz de un daño producido nada menos que en la cloaca máxima, hacia donde confluyen todos los líquidos cloacales de la ciudad. El hundimiento alcanzó dimensiones sorprendentes.

Los trabajos fueron intensos, pero los esfuerzos no pudieron impedir que las tareas se prolongaran durante casi tres meses, tiempo en que el tránsito vehicular debió ser interrumpido en esa zona. Ante dicha situación, los comercios cercanos sufrieron un fuerte impacto negativo en el nivel de sus ventas.

Rápidamente se produjeron encontronazos entre el intendente de Santa Fe, José Corral, y las autoridades de la empresa Assa. Discusiones que alcanzaron, incluso, al Ministerio de Aguas, Servicios Públicos y Medio Ambiente, a cargo de Antonio Ciancio.

La relación ya venía sufriendo un evidente desgaste. Sobre todo, porque desde principios de año Corral reclamó en diversas oportunidades una pronta solución para los más de cien “corralitos” de Assa que estaban diseminados a lo largo y ancho de la ciudad. Desde la Dirección de Derechos Ciudadanos del municipio, incluso, se elevó una nota formal a Aguas Santafesinas para que “se procuren acciones tendientes a la agilización de los trabajos en curso” y a la planificación de las obras a futuro.

El martes de esta semana, los santafesinos se despertaron con la novedad de un nuevo socavón generado, esta vez, en Bv. Gálvez y Rivadavia. Nuevamente, se trata de una zona de alto tránsito, por donde circula gran parte de las líneas de transporte urbano de la ciudad.

En este caso, el problema no se produjo en la cloaca máxima, sino en una de las cañerías colectoras. Según Assa, las reparaciones demandarán aproximadamente diez días.

Evidentemente la ciudad de Santa Fe enfrenta un grave problema: gran parte de las cañerías de la red de líquidos cloacales y de distribución de agua potable data de principio del siglo pasado y ya ha cumplido con creces su vida útil.

De hecho, la planta potabilizadora de barrio Candioti fue inaugurada en 1907. La ciudad cuenta con un total de 1.500 kilómetros de cañerías de agua y cloacas. Y, además, existen más de 150.000 conexiones domiciliarias.

A esta altura de las circunstancias, las evidencias son contundentes: se hace imprescindible un verdadero plan de evaluación del Estado de las cañerías subterráneas, de manera tal que los tramos que presenten mayores inconvenientes sean reemplazados.

La tarea será ardua y demandará una fuerte inversión económica. Sin embargo, no parecen existir otras alternativas. En las últimas horas, incluso desde el Enress se reclamaron acciones en este sentido.

Se trata de un proyecto a mediano y largo plazo que deberá ser encarado por las autoridades que asumirán a partir de diciembre próximo. Y en este sentido, tanto Corral, como el gobernador electo, Miguel Lifschitz, se mostraron a favor de la posibilidad de municipalizar el servicio.

Queda mucho por hacer. Lo peor, sería no encarar el problema de fondo.

Tanto José Corral, como el gobernador electo, Miguel Lifschitz, se mostraron a favor de la posibilidad de municipalizar el servicio.