lMesa de café

El compañero Morsa

Por Remo Erdosain

José está muy molesto por lo que califica una operación contra Aníbal Fernández. Ha terminado de leer los titulares de los diarios y, según dijo, el domingo a la noche se quedó hasta tarde para ver las calumnias que divulgaba Lanata.

—Los gorilas no tienen límites -exclama- ahora atacan a un compañero con los testimonios de delincuentes condenados a cadena perpetua.

—Todo esto se va a arreglar -señala Abel- cuando el compañero Morsa sea condenado a cadena perpetua por mafioso, narco y unas cuántas cosas más.

—La verdad -digo- es que no se entiende por qué este tipo anda suelto y ocupando un cargo de ministro. Sólo en la Argentina peronista puede pasar una cosa así.

—Lo más lindo de todo -dice Abel- es que a él le encanta presentarse como un pesado, un barrabrava, un tipo salido de una serie de televisiva de gángsters.

—Serie clase B, con un capítulo especial dedicado a las habilidades de un truhán para escaparse escondido en el baúl del auto -observa Marcial con una sonrisa.

—Y ese tipo es un héroe de la causa nacional y popular.

—Cuando veo a los gorilas enojados con el compañero Aníbal, más me convenzo que debo apoyarlo, sobre todo de la cama que los gorilas recién terminan de tenderle -refuta José.

—¿Los gorilas o tus compañeros? -observa Marcial con una sonrisa-. Porque si le vamos a creer a tu amigo Fernández, los responsables de la operación fueron Julián Domínguez y el compañero Espinosa.

—Ésas son cosas que se dicen en medio de la calentura -responde José.

—¿También es producto de una calentura pasajera la acusación contra Espinosa de que es un consumidor serial de cocaína?

—Todo eso lo tendrán que probar -se defiende José- pero lo que para mí resulta claro es que la maniobra contra el compañero Aníbal fue perpetrada por Magnetto.

—¡Otra vez Magnetto! -exclama Abel-. Desde el asesinato de Julio César a la fecha, pasando por la peste negra en Europa y concluyendo con la emboscada a Facundo Quiroga, todo lo hizo Magnetto.

—No lo llevés al ridículo -dice José-. El ataque a Aníbal es un tiro por elevación a la compañera Jefa y no es la primera vez que hacen algo parecido.

—También el asesinato de Nisman fue un tiro por elevación a la Jefa, pero lo lindo de todo esto es que la Jefa está vivita y coleando, pero Nisman está muerto.

—Ya lo dijo el compañero Scioli -contesta José-; lo de Nisman ayer y lo de Aníbal Fernández hoy, responden a una misma maniobra.

—¿Nunca se te ocurrió pensar que estás defendiendo gratis a asesinos y a jefes mafiosos? -le pregunta Abel a José.

—Yo defiendo compañeros.

-Compañeros mafiosos, compañeros cuyo apodo de combate es, por ejemplo, Morsa- apunta Marcial.

—Yo lo que sé -digo- es que la entrevista que hizo Jorge Lanata a su tocayo con doble t, pudo hacerse porque alguna autoridad de la provincia de Buenos Aires le permitió ingresar a la cárcel.

—¿Adónde querés llegar?

—A que Lanata tuvo la autorización explícita o implícita de Scioli, salvo que vos creas que el compañero Daniel haya ignorado lo que estaba pasando.

—Digamos -concluye Marcial- que el señor Fernández fue víctima, si es que esa palabra puede usarse con él, de la interna peronista, lo cual no deja de ser grave porque ya sabemos lo que pasa en la Argentina cuando los compañeros sueltan el indio que tienen adentro.

—El interrogante que queda abierto hacia el futuro -digo- es lo que nos espera si Scioli es presidente, con todos los perros sueltos en la calle, sueltos y con ganas de morderse entre ellos.

—De lo que decís -observa José- hay una sola cosa que es verdad: Scioli va a ser presidente.

—“Scioli al gobierno Cristina al poder” -recita Abel.

—Más o menos -responde José- con Scioli y con la compañera Jefa vamos a seguir llevando adelante el proyecto nacional y popular iniciado por el compañero Néstor hace doce años.

—Dios mío -murmura Marcial por lo bajo.

—Primero van a tener que ganar -observa Abel- y yo creo que si hay segunda vuelta están liquidados; aunque a ustedes no les guste, siempre los antiperonistas hemos sido más que los peronistas.

—Primero -responde José- vamos a ver si hay segunda vuelta. Como vienen las cosas, ganamos en la primera vuelta y de orejita parada; pero si hubiera segunda vuelta creo que también ganamos, porque la gente no es tonta y sabe que el compañero Scioli es la garantía de gobernabilidad.

—A la gobernabilidad de ustedes ya la conocemos -digo- más de once millones de pobres, cerca de tres millones de indigentes, la economía agropecuaria en la lona, inflación, déficit, inseguridad, corrupción escandalosa... si eso es gobernabilidad, me quedo con el desorden.

—Ustedes digan lo que se les dé la gana -responde José- pero lo cierto es que llegamos al final del mandato con un índice de popularidad elevadísimo, como no se conoce con otro gobierno. Según ustedes todo lo hicimos mal, pero éste es el primer gobierno que después de doce años de ejercicio llega al final del mandato con un alto apoyo popular.

—Yo quiero volver a lo de Aníbal Fernández -dice Marcial-. Vos, José, ¿estás realmente convencido de que el hombre es inocente?

—Hasta que no se demuestre lo contrario.

—A vos, cuando te conviene, te transformás en un liberal principista -digo.

—No hay pruebas para incriminarlo al compañero Aníbal -insiste José-, salvo que las declaraciones de un mafioso preso o las reuniones de malandras en el departamento de la señora Carrió sean consideradas pruebas.

—La que se reúne en su casa con malandras y la que transformó a la Casa Rosada en un aguantadero es tu compañera Jefa -acusa Abel-. Lilita Carrió lo que hizo fue facilitar los trámites de una denuncia.

—Lo que yo pienso, y esto más allá de lo jurídico -digo-, es que no es casualidad que el acusado sea Aníbal Fernández. Siempre en estos casos la acusación debe ser verosímil y convengamos que inocente o no, lo cierto es que por su catadura moral, por sus relaciones, por sus antecedentes, por, como dice el tango, la manera de sentarse, de fumar, de estar parado, la acusación contra Fernández es verosímil, recontra verosímil.

—Como es verosímil que Lázaro Báez, Boudou, López o Ulloa, sean malandras.

—Y hay más en la lista, muchos más digo- porque convengamos que no estamos ante un gobierno nacional y popular, sino cleptocrático y popular.

—Ésos no son argumentos jurídicos -objeta José.

—No son jurídicos, pero la opinión pública no se constituye con razonamientos jurídicos, sino con presunciones, prejuicios, sentido común... y todo eso da como resultado que el compañero Morsa, por ejemplo, sea lo más parecido a un político mafioso.

—No comparto -concluye José.

MESADECAFE.tif