Aapresid 2015

En la era del suelo hay que estar bien plantado

  • El tradicional congreso de los productores en siembra directa de la Argentina desplegó un amplio abanico de tecnologías con un objetivo claro: ahorrar recursos y maximizar rendimientos para lograr la sustentabilidad de la empresa en tiempos de crisis.
En la era del suelo hay que estar bien plantado
 
 

Campolitoral

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Pese a las tensiones que se instalaron -y aún continúan- en el sector agropecuario en las semanas previas, el XXIII Congreso Anual de Aapresid, que tuvo lugar entre el 5 y el 7 de agosto en Rosario, rompió récords de público y expositores. Más allá de la crisis de rentabilidad que sufre la agricultura, los chacareros asistieron en un muy buen número y las empresas proveedoras hicieron grandes despliegues, poniéndole al Salón Metropolitano más brillo que nunca.

Los 4.300 inscriptos superaron hasta en 1.000 la media de las últimas ediciones, mientras entre las 57 empresas presentes, que representaron un crecimiento de 14%, hubo varias debutantes e incluso con productos que antes no se veían, como las tradicionales chatas que consume el sector.

Para los organizadores, la crisis es lo que obliga más que nunca a los productores a mejorar la eficiencia para seguir en el negocio. “Si no hay cambios de fondo en precios y políticas, los altos costos pueden barrer a las empresas agropecuarias que no tengan máximos rendimientos y menor nivel de afectación por malezas. Por eso creo que hay tanta avidez por conocimientos, soluciones y estrategias”, declaró la presidente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa, Beatríz “Pilu” Giraudo.

Y como las malezas son, desde hace varios años, el principal dolor de cabeza a nivel agronómico fue allí que estuvo puesto uno de los principales focos en varias charlas durante el congreso. El uso de drones para detección y diagnóstico, los desarrollos en marcha de las compañías elaboradoras de agroquímicos y el combate con herramientas de la agricultura de precisión fueron algunas de las propuestas que desarrollaron los disertantes.

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Cambio mental

En el comienzo del congreso, que este año se realizó bajo el lema “Biosapiens: La era del suelo”, el Ingeniero Agrónomo Pablo López Anido, abrió su charla con la controversia existente entre el problema del control de malezas, versus el problema de la malezas resistentes. Hizo referencia a que el ideal es trabajar sobre los campos que no tengan problemas de malezas difíciles y remarcó que el problema no se va a solucionar con herbicidas, “hacen falta acciones proactivas en función de manejos sustentables, que eran impensados en el tradicional manejo de sojas RR”.

Luego, Kevin Bradley Dr. Ph D, Profesor Asociado en la División Ciencias de las Plantas de la Universidad de Missouri comparó la evolución ocurrida en Estados Unidos y Argentina respecto a la resistencia de malezas y a las similitudes en cuanto a las especies existentes. Mencionó específicamente las especies de Amaranthus Rudis y Amaranthus Palmeris, que serían en Argentina el yuyo colorado. Dichas especies hoy resultan imposibles de combatir en los Estados Unidos en un cincuenta por ciento (50 %) incontrolables con el glifosato. Los principales problemas en Estados Unidos -dijo- obedecen a un cambio tardío en la mentalidad de los productores y resaltó que para combatir el fenómeno se requiere un cambio en la predisposición de productor en tres aspectos: Tecnológico; Biológico y Conductual. “Se debe lograr que los productores cambien de lo sencillo a lo complejo y de procesos más baratos a otros más caros. Todo lo cual resultó muy costoso y demandó mucho tiempo en los Estados Unidos”.

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Lo que viene

Más adelante, durante la conferencia plenaria “Aliados en los próximos años para el manejo de malezas” un grupo de especialistas aportaron la visión que tienen distintas empresas y las herramientas que utilizan para atacar el problema.

Esteban Bojanich, egresado de la Universidad Nacional de Córdoba y referentes de Basf , apeló a un cambio comentó que se gastan 1000 millones de dólares en herbicidas diferentes al glifosato en el Cono Sur y que el costo para el control de malezas pasó de 300 a 900kg de soja. “Las necesidades del productor impulsaron cambios en las compañías”, actualizando productos y creando programas de control de malezas. “La tecnología de aplicación es algo en lo que se está trabajando mucho en la compañía”, adelantó.

También se refirió a los nuevos desarrollos en carpeta: resistencia a graminicidas para el arroz (con el foco en arroz colorado); a imidazolinonas en soja (también en algodón) y a dicamba (co desarrollo con Monsanto) para atacar con fuerza el amarantus palmieri. “Estará disponible en pocos años”, aseguró.

Aludió además al programa experto en malezas, desarrollado para para soja, maíz, girasol y próximamente para arroz, que también se aplicó en Uruguay, Paraguay y Bolivia. Se trata de combinar diferentes modos de acción (glifosato combinado con otros principios activos) que brindan hasta cinco modos de acción en forma secuencial que “nos dan un plus de control”. El mensaje del especialista, fue que “la combinación de productos mejora la prevención y curación contra malezas”.

Manejo integrado

A su turno, Sergio Cepeda, coordinador de herbicidas en Bayer Cropscience, recomendó “más inversión para control” de las más de 30 malezas tolerantes que hay en el país, además de las que muestran resistencias múltiples. Entre las tolerantes, mencionó que la más importantes son borreria spp y gomphrena perennis. También dijo que “las clorídeas han crecido mucho, empezaron por el norte y hoy en zona núcleo”.

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Desde la empresa decidieron prestar atención a tres puntos: investigación para encontrar nuevos ingredientes con modo de acción que se pueda rotar, pero “es muy costoso y lleva tiempo; no habrá nuevos hasta 2020/25”. Entonces, mencionó otros vías para acelerar los desarrollos, como tratar de incorporar al herbicida existente un componente que pueda hacer tolerante al cultivo. En materia de biotecnología: seguir los programas de mejoramientos con genes de tolerancia o resistencia a herbicidas.

En la práctica, recomendó diseñar la estrategia de control eligiendo el herbicida según las condiciones ambientales para mejorar la dosificación y momento oportuno. También se refirió a la ecofisiología de las malezas: lo primero que se necesita es conocerla para diseñar un programa de manejo, generar una “tabla de vida” de cada una para saber cual es su “talón de aquiles”.

Tras mencionar que una planta de Amarantus genera entre 200.000 y 1 millón de semillas, resaltó como estrategia la rotación de cultivos y otros de cobertura: “el aporte que hacen al manejo de herbicida es muy importante y los productores lo saben, lo dicen en encuesta REM”. También señaló que “un cultivo bien vigoroso es la mejor ayuda que podemos darle al herbicida”. Y el Manejo Integrado de Malezas, que apunta a generarle un ambiente impredecible: “si todos los años tiene el mismo cultivo se siente cómoda”, dijo, y afirmó que “por un año de escape o mal control hay siete por delante de trabajo para poder limpiar el campo”.

Algoritmos, el nuevo dato

Nicolas Bergman, agrónomo que tras pasar por empresas multinacionales se dedicó a la familiar, Taguay, dedicada a la producción en campos alquilados, comentó que decidieron impulsar un área de I+D (investigación y Desarrollo) y sondearon nuevas tecnologías hasta que llegaron a los drones y se asociaron con una empresa dedicada al tema para ver cómo ahorrar dinero en el proceso productivo.

Explicó que hay dos clasificaciones de drones: los multi rotor y los de alas fijas, cada uno con sus pro y contras. Y también se refirió a las imágenes satelitales, muchas disponibles en forma gratuita, aunque con menor resolución (30 metros el pixel, contra las pagas que registran 5 metros). “No hay una sola herramienta útil, según el objetivo hay que asesorarse cual usar”, resumió.

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Avances. Modelo de identificación de malezas con drones y el sistema de pulverización inteligente WEEDit. Foto: Campolitoral

Respecto de los dispositivos no tripulados, aclaró que “no es lo más importante, es sólo una herramienta” que los productores deberían incorporar como una más en el parque de maquinaria “al lado de la cosechadora o la pulverizadora”. Lo importante es cómo se procesa y se almacena la increíble cantidad de información que generan. “Un vuelo sobre 100 hectáreas produce 20Gb (Gigabytes) de info; para relevar ese lote 5 veces se genera un volumen de información muy grande; por lo tanto la clave está en el procesamiento”, indicó.

Bergman explicó como funciona esta herramienta: el dron tiene un plan de vuelo, hace el recorrido tomando imágenes y en la oficina se sube la información a la nube; luego se hace el pedido de lo que se necesita. Por eso consideró muy importante “empezar a trabajar en algoritmos; en 50 universidades EEUU ya lo están haciendo para identificación de malezas, fertilización en trigo y maíz”. Se trata de automatizar el sistema porque “de lo contrario no lo veo factible, para eso hay que hacer muchos desarrollos, meterle mucha cabeza, está la herramienta y la necesidad, en el medio hay que empezar a trabajar en eso”. Para el agrónomo, se podría ahorrar 25% de herbicida, de manera automática generando un algoritmo. El costo del servicio de vuelo del dron oscila entre u$s1.5 u$s2. E insistió: “la clave no es el equipo sino el análisis de la información, hay que generar un mercado de algoritmos específicos por malezas que se incorpore a la fumigadora para el control selectivo de la maleza”.

Pulverización inteligente

Otra tecnología de punta para diminuir costos en el combate de malezas la presentó Esteban Tromfi, gerente del departamento de agroinsumos en Aceitera General Deheza (AGD). El equipamiento WEEDit se incorpora a la pulverizadoras terrestres y es capaz de regular la cantidad de producto a rociar según las malezas que detecta a partir de un dispositivo que mide la longitud de onda de las plantas. En definitiva se trata de un sistema de pulverización selectiva que identifica malezas y dosifica en función de eso.

Tromfi explicó que una pulverizadora puede tener hasta 180 picos capaces de trabajar en forma independiente y cada sensor mide una banda de 20cm. “Puede abrirse uno o todos juntos, el desafío de manejar la presión del líquido se resolvió”. A su vez, la precisión se regula en la consola de manejo, donde se puede elegir malezas de mayor o menor tamaño para atacar; también cuantos centímetros antes y después de la maleza fumigar; o incrementar la dosis cuando ve una maleza mientras el resto sigue aplicando una dosis general. Aclaró que no se deben usar en lotes de “maleza alfombra” porque no tendría sentido, “sería como una pulverizadora tradicional”; ni con malezas muy altas porque pegarían en los sensores;. Tampoco con caldos muy baratos (“se deben diseñar caldos según la maleza a controlar”) ni cuando se levante polvo porque los sensores no trabajarían bien. El ahorro, aseguró, podría ser de entre u$s18 y u$s25/ha.

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Baja de impuestos para quienes certifiquen sustentabilidad

  • Durante el acto de apertura el gobernador Antonio Bonfatti anunció que su administración estudia la posibilidad de disminuir la carga impositiva a establecimientos que certifiquen prácticas sustentables. “El gobierno santafesino y Aapresid se encuentran trabajando en la iniciativa de impulsar un protocolo provincial de certificación de agricultura sustentable promovida con importantes beneficios impositivos, que para el Estado van a tener un resultado neutro del punto de vista fiscal. Es decir, lo que se perdería por un lado se recuperaría por otro, al incrementar el dinamismo comercial de insumos, servicios y consumo durante todo el ciclo. Puntualmente, podríamos reducir la aplicación de ingresos brutos sobre aquellos insumos necesarios para la agricultura sustentable”, anticipó el mandatario provincial en su mensaje.