De polleras y empolleradas

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Pollera, traje nacional femenino de Panamá. Foto: Archivo El Litoral

por Nidia Mondino de Forni

Entre las expresiones folclóricas de Panamá, la pollera, ocupa un lugar destacadísimo. Se trata del traje nacional femenino panameño. Aunque normalmente la pollera es definida como el vestido de la cintura para abajo (falda), en Panamá, pollera, es el conjunto de camisa y pollera. Tiene su origen en España pues era el vestido de diario de la española del siglo XVI o XVII que vino con su compañero en la conquista del Nuevo Mundo. Normalmente blanco con dos o tres zócalos con sobrepuestos o bordados florales. Especialmente es la herencia española de Sevilla, Andalucía, Córdoba. Es así como la pollera montuna o de diario española, de uso en climas suaves y estaciones estivales duras, se adaptó al clima y posición geográfica del istmo de Panamá y ha ido evolucionando desde la época de la colonización hasta nuestros días.

Para confeccionar una pollera se precisan unos doce metros de tela de hilo, algodón o seda. La blusa está formada por dos volantes ribeteados de encaje y se lleva por debajo del hombro. La línea del escote se remata también en encaje. La falda se recoge en una cinturilla tachonada con botones dorados. Forma dos o tres volantes que se levantan y abren a ambos lados como la cola de un pavo real. Los volantes de la blusa y la falda se adornan con coloridos motivos florales y se coloca un pompón en el pecho y otro en la espalda, además de cintas que cuelgan desde la cintura por delante y por detrás. Desde el cuello de la empollerada hasta la cintura cuelgan cinco cadenas, a veces rematadas hasta con monedas de oro con efigies de reyes y escudos de la nobleza española. Como gargantilla lleva una cinta de terciopelo negro con una cruz dorada o un medallón, de la cintura cuelga un monedero prendido con broches dorados. Zapatillas de raso completan la indumentaria. El pelo, recogido con un moño con raya al medio, se sujeta con grandes peinetas doradas de exquisita filigrana, adornadas con perlas. Lo más imaginativo son los tembleques, cada cual con su significado, fruto del patrimonio familiar que va pasando de padres a hijos, elaboradas horquillas florales colocadas debajo de las peinetas. Completan el atuendo llamativos pendientes de oro con perlas, piedras preciosas, nácar o corales.

Variantes de este traje nacional son la pollera montuna ocueña donde los adornos del pelo son reemplazados por el sombrero de paja; en la pollera basquiña, la blusa se sustituye por una especie de chaquetilla blanca entallada, con el cuello abotonado, hombros plisados y cintura holgada.

Son muchos los eventos folclóricos: fiestas patrias, fiestas patronales donde, al son del tambor, violín, caja, acordeón y mejorana (instrumento de cinco cuerdas pulsadas, típico de Panamá), se baila el tamborito (baile nacional de origen africano), la cumbia, el punto, el bullerengue y otras danzas; los diablicos, los congos, el torito.

Es en el “Desfile de las mil polleras” en Las Tablas y en el Día Nacional de la Pollera (22 de julio) donde el traje adquiere el gran protagonismo, brillando en todo su esplendor, justificando así el ser considerada uno de los trajes típicos femeninos más hermosos, selectos y costosos del mundo.

“... Pollera de mis mayores/ cómo triunfas... cómo pasas/ por los floridos jardines/ de mis dulces añoranzas/ trayéndome entre tus pliegues/ el recuerdo de la amada/ que se perdió entre las brumas/ de juventudes lejanas.../ Tú, del alma panameña/ eres la expresión más grata/ tradición amable y tierna/ del ayer y del mañana.../ mariposa de colores, que pones miel en el alma,/ orgullo de mis abuelos/ y cascabel de mi patria”. (de “Romance de la Pollera”, de Hortensia de Icaza).