Crisis en la región

Paraná Metal, una fundición emblemática a punto de cerrar

  • El posible cierre de la fábrica en Villa Constitución suma preocupación. El grupo Indalo, liderado por el empresario Cristóbal López envió 180 telegramas de despido. La planta bajaría las persianas seis días después de las elecciones.
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Cartel a la entrada de la fábrica. Foto: Archivo El Litoral

 

Germán de los Santos

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Corresponsalía Rosario

La larga historia que encierra Paraná Metal, con parvas de anuncios en una planta donde estuvieron ausentes las inversiones y nunca se logró reconvertir a esa fábrica, es posible que termine de la peor forma: con el cierre definitivo el 31 de octubre, seis días después de las elecciones.

Autoridades del gobierno local, provincial y nacional tomaron contacto con este nuevo eslabón de la crisis en Paraná Metal, luego de que la Unión Obrera Metalúrgica de Villa Constitución planteara que el escenario es muy complicado para la zona sur de la provincia. Desde el gremio mantuvieron contactos con el Ministerio de Trabajo de la Nación y de Industria, a quienes les trasladaron la preocupación de los trabajadores. “No sabemos si estos despidos son para presionar al gobierno por algún otro tema o porque van a cerrar definitivamente”, plantearon desde el sindicato.

La planta, que se originó como una firma satélite de Acindar pasó de ser una de las fundiciones más importantes del país, con más de 1.300 trabajadores, a una industria casi abandonada con 205 empleados.

“Nunca se hicieron inversiones y el rol de la empresa fue sólo pagar sueldos. Dicen que invirtieron 240 millones de pesos, pero en realidad sólo los usaron para pagar salarios. De un plantel de 205 empleados, 60 son cuadros gerenciales del grupo”, sostuvo uno de los delegados de la UOM. Actualmente en Paraná Metal se producen campanas de freno, pero a mediados de año la empresa perdió uno de los principales clientes, como Boero, que empezó a fabricar esos insumos en la ex fundición Martínez, en Granadero Baigorria.

El secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica de Villa Constitución, Héctor Ibarra, admitió que la situación “es muy complicada” en Paraná Metal. “Se recibieron 180 telegramas de preaviso, pero no dejan de ser despidos. Si no hay ninguna solución al 31 de octubre se transformarán en cesantías”, afirmó Ibarra.

Reconversión fallida

La fabricación de blocks en Paraná Metal quedó en el pasado y fue imposible que las subsidiarias de Ford en Brasil volvieran a adquirir esas autopartes en una fábrica cuya maquinaria está más cerca de ir a un museo.

A través de los subsidios Repro, el Estado nacional pagó hasta hace tres años los sueldos a los trabajadores que quedaron en la planta. Luego de que la Justicia homologara la convocatoria de acreedores de la empresa en noviembre de 2011, todo parecía que estaba listo para arrancar. Cada trimestre, la dirigencia de la firma auguraba una pronta reactivación. Pero todo quedaba en la nada, aunque el 80 por ciento de los 250 acreedores habían aceptado la propuesta del grupo Indalo.

Cuando todo empezó a desbarrancarse en 2008, el gobierno de Hermes Binner le pidió al Inti, conducido en ese momento por Enrique Martínez, hoy fuera de la administración kirchnerista, un plan de reconversión de la fábrica. El instituto desarrolló un proyecto que apuntaba a sacar a Paraná Metal del rubro exclusivo de los autopartes y virar hacia una fundición con una perspectiva de producción más amplia. El objetivo era que la planta pudiera abastecer al sector ferroviario, que hoy demanda insumos que ya nadie fabrica en el país.

El plan del Inti incluía sólo a 300 trabajadores. Y ese fue el punto que derivó en que el gremio de la UOM, en ese momento conducido por Alberto Piccinini rechazara la iniciativa. El paso del tiempo dio otras respuestas.

En noviembre de 2012 la presidente Cristina Kirchner participó del relanzamiento de la empresa en manos del grupo Indalo.

El peso de la historia

  • Lo que es hoy Paraná Metal se llamaba en 1957, cuando se creó Acinfer, una firma satélite de Acindar, que en ese momento estaba en plena expansión con la reapertura de varias plantas asociadas a los capitales norteamericanos, en este caso el socio era la compañía Lester Knigh Co. La idea de Acindar, que controlaba el 61 por ciento del capital accionario de Acinfer, era que en esa planta de Villa Constitución se transformara en proveedora de motores y otras piezas fundidas para las fábricas de automotores y tractores que se estaban instalando en el país, como IKA Industrias Kaiser Argentina y Fiat Concord.

Paraná Metal se llama así desde octubre de 2002, cuando Metcon (dominada por Ford Motor Argentina), la firma que controlaba la planta desde 1967, le vendió el paquete accionario al grupo Mansud SA, quien se quedó finalmente con la fábrica después del infructuoso amague de Teksid Group, una subsidiaria de Fiat, que se echó atrás unos meses antes.

Cuatro años antes de la venta, en 1998, ya habían estallado algunos problemas, cuando Metcon (en realidad Ford) intentó llevar adelante un duro ajuste de personal, con la excusa de que sobraba. Tras una dura negociación con la Unión Obrera Metalúrgica de Villa Constitución alcanzaron un acuerdo tras plegarse a retiros voluntarios trabajadores que estaban cerca de jubilarse.

Con el compromiso de que Ford seguiría comprando durante unos tres años blok de motores, Mansud y Necotyl arrancó con ese reaseguro y uno extra: la devaluación del peso que estableció Eduardo Duhalde. La fábrica retornó a niveles más o menos normales e incluso ingresaron empleados nuevos. Se llegó a producir un ciento por ciento más y se orillaron las 3.500 toneladas mensuales. Pero a pesar del crecimiento productivo de la fábrica nunca se realizaron inversiones de peso para evitar que el deterioro de la planta siguiera cayendo a pique. La última instalación de una maquinaria fue una línea de moldeo Disamatic en 1999.

A mediados de diciembre de 2008, y después de estar enmarcado en el concurso preventivo de crisis, que acudió para obtener los subsidios Repro del Ministerio de Trabajo, la compañía se presentó en convocatoria de acreedores. Paralelamente a esa decisión, se paralizó la planta por falta de producción y los operarios iniciaron un plan de lucha que se extendió por varios meses.

En noviembre de 2012, la presidente Cristina Kirchner participó del relanzamiento de la empresa en manos del grupo Indalo. A través de una videoconferencia, la jefa de Estado les había dicho entonces a los trabajadores: “En la articulación del capital y el trabajo está el secreto del modelo y su sustentabilidad en el tiempo, que es lo que necesitamos”.

Cuando todo empezó a desbarrancarse en 2008, el gobierno de Hermes Binner le pidió al Inti, conducido en ese momento por Enrique Martínez, hoy fuera de la administración kirchnerista, un plan de reconversión de la fábrica.