“Cuando suena una zamba, el alma se escapa para bailar”

María Eugenia Albanese

La bailarina es protagonista de las danzas folklóricas de nuestra ciudad. Integrante del Ballet Martín Fierro, ha recorrido el país y ha realizado giras por países de Latinoamérica mostrando la cultura que nos identifica. Aquí, transmite su pasión por la danza, cuenta sobre los logros, el sacrificio de la disciplina, Cosquín, los amigos y los sueños cumplidos.

TEXTOS. MILI LÓPEZ. FOTO. ARIEL SOSA.

COMIENZOS. “Cuando tenía ocho años mis padres me llevaron al taller de Hugo Ifrán, recuerdo que volvía a mi casa y ponía en el tocadiscos el ‘Gato de La Calesita’ y mostraba mis habilidades (risas). Al tiempo dejé. En mi casa siempre se escuchó folklore, era algo común. A los diecisiete mi papá me llevó a la casa de Miriam Cid para que empiece a bailar. Comencé a bailar en el Grupo Yapeyú; todos los sábados a la siesta nos íbamos grabador en mano hasta el barrio Yapeyú para ensayar. Fueron mis primeros pasos artísticos, hacíamos cuadros coreográficos, viajé y viví experiencias muy lindas. A los 20 dejé de bailar porque llegaba mi hija Camila a mi vida”.

MAESTROS. “Mi formación como bailarina se dio de la mano de mis maestros. Miriam Cid me mostró la danza folklórica de manera estilizada. Estudié en el Liceo Municipal el Profesorado de Danzas Folklóricas, no terminé la carrera pero me sirvió mucho. En 2002 ingresé al Ballet Folklórico Martín Fierro dirigido por Ariel Sosa. Era un mundo nuevo, para poder estar al nivel del elenco estable tomé clases de contemporáneo y clásico con Julieta Schurjin. El director me dio todas las herramientas para formar la bailarina que soy hoy, aunque también uno va aprendiendo de sus compañeros, adoptando formas y maneras de interpretar. Se convierte en un ida y vuelta constante”.

BALLET MARTÍN FIERRO. “El Ballet Martín Fierro es un antes y un después en mi vida. Si bien no me dedico de manera profesional a la danza, poder transitar los escenarios le da un complemento positivo a mis días. El ballet es trabajo duro, superación, amor por lo que hacemos, alegrías infinitas, tristezas y enojos, orgullo, energía. Su propuesta es innovadora, siempre tratando de ir un paso adelante, por eso el prestigio que tiene en todo el país”.

ESTILOS. “El folklore es lo que me apasiona. La música, las letras, lo siento muy mío, parte de mi identidad. La danza contemporánea me gusta como herramienta para hacer que el cuerpo diga algo, para que el movimiento tenga un sentido. Creo que es importante descontracturarse en la danza, en pos de la búsqueda de nuevos movimientos que nos identifiquen”.

LA PUESTA. “Una de las obras que me marcó mucho fue la primera que hice con el ballet, ‘Tiempo de vendimia riojana’ en 2002. Para la época fue una obra revolucionaria, con muchos elementos en escena, movimientos contemporáneos, muy visuales y coreografía. Con esta obra ganamos el Certamen para Nuevos Valores Pre Cosquín 2003”.

REGIONES. “En los espectáculos del ballet se abordan temáticas folklóricas de distintas regiones. La música del litoral es la que más me identifica, porque habla de mi región y su musicalidad es muy bella. En cuanto a la danza, cuando suena una zamba o una chacarera es como que el alma se te escapa para bailar. Es una sensación inexplicable, uno se deja llevar por el ritmo y baila con el alma, como si nadie te estuviera mirando”.

NUEVOS LENGUAJES. “Toda técnica bien empleada es buena. Para utilizarla, uno como bailarín debe conocerla y el coreógrafo debe saber adaptarla a la expresión. Cuando se hace un mal uso de la técnica es donde aparecen esas obras que carecen de sentido. Adquirir nuevas técnicas siempre suma a la hora de interpretar, porque el cuerpo adquiere nuevos lenguajes y eso hace que uno vaya enriqueciendo su vocabulario corporal y pueda facilitarle al coreógrafo la búsqueda de secuencias”.

DE ENSAYO. “Una jornada de ensayo es agotadora, comienza a las nueve de la noche, después de la rutina del día y parece que te vas a desplomar. Pero comenzás el ensayo y te olvidás de todo y si bien el cansancio sigue ahí ya tiene otro sabor. Ensayamos cuatro veces por semana, cuatro horas por día y los fines de semana son ‘sin horario de finalización’ como dice el director. Para eventos importantes hemos pasado semanas enteras ensayando todos los días”.

EL ESFUERZO. “Ser parte de un ballet es sacrificado, porque todo se hace a pulmón y nadie vive de esto. Todos tenemos nuestras obligaciones, pero sin embargo ahí estamos siempre. Uno sacrifica domingos con la familia, cumpleaños, juntadas con amigos, vacaciones... ¡Pero sin sacrificio no hay recompensa!”

COSQUÍN. “Llegar a Cosquín fue tocar el cielo con las manos. Ganar el pre Cosquín representando a tu provincia, después de tanto esfuerzo físico y económico es reconfortante. ¡No existe escenario en el mundo como el de Cosquín! Es simplemente mágico, pensás en la gente importante que estuvo en él y simplemente no lo podés creer”.

SUMAR PARA CRECER. “Los certámenes de danza son muy valiosos para un grupo ya que te plantea trabajar con un objetivo que es motivador para lograr las metas deseadas. Los ensayos tienen un porqué y el esfuerzo realizado deja sus frutos una vez que participás. A su vez, encarar un proyecto une al grupo tanto en lo artístico como en lo humano. En esas instancias podés ver el trabajo de muchos grupos del país, conocés distintos estilos y eso también enriquece. Hay mucho nivel en el país, sobre todo en el interior y eso se aprecia en los certámenes. Todo lo que sume para crecer es positivo”.

INTERCAMBIO CULTURAL. “La experiencia de participar en los encuentros internacionales de danza tanto en pareja como en grupo fueron maravillosas, nunca imaginé que la danza me iba a llevar tan lejos. Llevar nuestra danza y costumbres a otros países te hace sentir muy orgulloso del lugar donde naciste. Uno pasa mucho tiempo conviviendo con gente de varios lugares y el intercambio enriquece el alma y los conocimientos. Volvés lleno de información y de alegría. La gente de América Latina es increíble. Fui a Colombia, Brasil y México y compartí escenario con gente de Costa Rica, Ecuador, Paraguay, Chile, Perú, Bolivia, Venezuela, Estados Unidos, Indonesia y los países anfitriones”.