Vueltas en la cama

Vueltas en la cama

Acá siempre nos ocupamos de las cosas realmente importantes de la vida. Pruebas al canto (para los que duermen de canto): nos pasamos un tercio de la vida torrando. Hay tipos y tipas que duermen parejito y sin moverse. Y otros que no se quedan quietos y duermen a los saltos. Esta nota es vuelta y vuelta.

 

TEXTO. NÉSTOR FENOGLIO. ([email protected]). DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI ([email protected]).

Hay tres o cuatro posiciones básicas para dormir, más sus combinaciones y variantes. Una combinación es, por ejemplo, tu pareja; variantes pueden ser hijos. Porque uno elige, al dormir, al menos la posición inicial pero probablemente no las sucesivas. Tengo un amigo que confiesa resignado que sabe dónde, cuándo y cómo comienza a dormir, pero no dónde, cuándo y cómo termina: tiene hijos itinerantes o sonámbulos que van aterrizando y despegando de su cama, y él mismo se va amoldando a las nuevas situaciones y por ahí termina en la cucheta de arriba del mayor o en la alfombra junto con el perro...

Pero hablemos de casos generales o “normales”. La gente prefiere determinadas posiciones para dormir. Hay tipos (los envidio, desde luego) que ponen la cabeza en la almohada y se duermen en el acto y así siguen hasta mañana. ¡Guachos! Hay otros, vuelteros, que se viven despertando, reacomodando y que incomodan también (y no hablamos acá de roncar que es un capítulo y un toco y me voy apartes) a su pareja. Son tipos levantiscos, que van y vienen, rodillean, patean, bracean, nadan. A veces, incluso, duermen.

Aquí describo ad honorem algunas tipologías.

* Boca arriba: como el cuento de Cortázar (“La noche boca arriba”), hay personas que pueden dormirse mirando el cielorraso o el ventilador de techo. Apoyan la cabecita en la almohada, miran para arriba y al rato se duermen y ahí quedan. Yo puedo estar así un rato, pues la posición tiene algunas contraindicaciones. La primera, evidente, es que así te van a poner en un cajón un día de estos. Y a menos que estés practicando, yo quiero seguir haciendo cosas distintas a las que (no) haré cuando eschope.

Otra es la posición de la cabeza, laringe, cogote y demases: es fácil empezar a hacer gorgoritos, soplar y finalmente roncar hasta recibir el codazo admonitorio del o de la que está al lado. Algunos creen que esa posición es propicia para las pesadillas: incomprobable.

Hay tipos que en esa posición, relajados, ponen sus manos entrelazadas detrás de la nuca. Quico, por ejemplo, me contó una vez (jugó mucho tiempo al tenis y al paddle) que el único problema es que él a la noche, sacaba. ¡Como si estuviera en un partido! Jodido estar al lado que dos por tres, de cayetano, súbitamente, pega un sablazo para adelante queriendo hacer un ace o un saque ganador. Nunca le pregunté a Marthita si para contrarrestar esa jugada, ella le da de revés o de volea...

* Boca abajo: hay personas que encuentran placer en esta posición y sólo eligen poner la cabeza hacia un costado, para respirar normalmente. ¡Y se duermen así, los muy cretinos! En mi caso, puedo estar un rato así, para aflojar o estirar determinados grupos musculares, pero no puedo dormirme así. También la posición tiene ventajas y desventajas. La más notoria, escatológica o sexista, es la capacidad de ataque aéreo pero también la posibilidad de que te asalten. No diré más.

* De perfil (“Viva moneda que nunca se volverá a repetir”, dice Lorca): puede darse que uno elija girar todo el cuerpo hacia uno u otro lado, mirando para afuera o para tu cónyuge; puede ocurrir que uno elige la variante cucharita o posición fetal, que es con las piernas encogidas (sin alusiones cancheras). En esa posición uno dispone de toda la artillería completa para atacar al enemigo que duerme al lado: manotazos de ahogado o de dormido, patadas, rodillazos, culazos, un toma y daca de inefables características e insospechadas derivaciones. Está bueno saber algo de artes marciales.

Para que no digan que mando en cana a los amigos, me incrimino solo: yo soy de los que se mueven a veces; otras duermo tranquilito y otras soy como un pollo al spiedo: doy vueltas todo el tiempo. Y nos vamos yendo. Yo sé que con los tiempos que corren hay que estar bien despiertos. Pero yo me duermo.