Alcohol, excesos y los riesgos en adolescentes

Alcohol, excesos y los riesgos en adolescentes

Si bien está prohibida la venta de bebidas alcohólicas a menores de 18 años, el último informe del Observatorio Argentino de Drogas (OAD) advierte que es la sustancia psicoactiva más consumida por los estudiantes de enseñanza media en nuestro país. También señala que, en Argentina, la edad promedio en la que los chicos prueban por primera vez alcohol es a los 13,4 años y que el 42% de los adolescentes de 14 años o menos reconoce haber bebido alcohol en el último mes.

 

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FUENTE. FUNDACIÓN PADRES

“Nos preocupa la tolerancia social que tiene el alcohol, el avance del consumo indiscriminado en menores y los excesos en mayores que conducen vehículos”, planteó Adrián Dall Asta, fundador de Fundación Padres, que apunta a generar conciencia sobre la importancia del rol de padres y madres para lograr una sociedad sustentable desde los valores.

La advertencia surge a raíz de que esa ONG busca alertar sobre los riesgos del consumo de alcohol a edades en las que el cerebro todavía no terminó de desarrollarse, motivo por el cual puede causar daños irreparables en el cerebro de los adolescentes.

Por lo general, se asocia al exceso de alcohol con accidentes de tránsito, agresiones y violencia y no tanto por sus efectos en la salud. Sin embargo, cada vez hay más evidencias de que el consumo recurrente de alcohol afecta diversos órganos y es el responsable de trastornos que pueden ir desde una disminución de las defensas y arritmias, hasta hipertensión, cirrosis hepática y cáncer de hígado, entre otras.

“Estoy totalmente convencido de que el efecto del alcohol está subestimado”, señala el Dr. Carlos Damin, jefe de Toxicología del Hospital Fernández y presidente de la Fundación Niños Sin Tóxicos (Fundartox). Y agrega: “La gente lo subestima porque como al día siguiente está recuperada supone que no pasó nada. Y la realidad es que las manifestaciones de las intoxicaciones alcohólicas se ven con el tiempo, sobre todo si éstas se producen en adolescentes, ya que en ese caso el impacto es sobre cerebros que están en formación. Hasta los 21 o 22 años los cerebros todavía se están desarrollando”, explica.

Lo que para muchos puede parecer nada más que un desafío a las normas es en verdad una tendencia muy peligrosa, ya que niveles de alcohol que los adultos toleran sin riesgos, en los adolescentes pueden ser riesgosos. Según estudios recientes, el uso de alcohol durante este período de crecimiento puede interrumpir procesos claves del desarrollo cerebral, pudiendo llevar a un deterioro cognitivo y a un riesgo elevado de padecer más adelante un trastorno crónico de consumo de alcohol.

LAS PREVIAS

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que el exceso de alcohol en los más jóvenes reduce el autocontrol y aumenta los comportamientos de riesgo como las relaciones sexuales no protegidas y, además, es una de las principales causas de lesiones (incluidas las provocadas por accidentes de tránsito), violencia (especialmente por parte de la pareja) y muertes prematuras. Si este consumo desmedido se prolonga en el tiempo puede provocar problemas de salud en una etapa posterior de la vida e influir en la esperanza de vida.

“La situación en la Argentina en relación a los jóvenes y el alcohol es muy grave; si bien es un problema mundial, acá la gravedad radica en tres aspectos: la edad de inicio es muy baja; hay una falta de sanción estatal y seguimiento de políticas nacionales de prevención, sumado a la tolerancia social de los padres (en ningún país serio a los padres se les ocurre darles de tomar alcohol a sus hijos menores para que “aprendan” a tomar); y, finalmente, los estragos que genera la normalización de ‘las previas’ como un hecho privado, algo que debería ser erradicado. Estos tres puntos ponen a la Argentina en una alta vulnerabilidad y detrás, muy lejos, de otros países donde también se consume mucho pero con otro grado de conciencia social”, describe Dall Asta.

Un estudio publicado recientemente en la prestigiosa revista Pediatrics insta a empezar a charlar con los chicos sobre las consecuencias del alcohol a la edad de 9 o 10 años. Una vez que ingresan a la adolescencia ya será más difícil prevenir los comportamientos de riesgo por las características de rebeldía inherentes a esa etapa, dicen los autores. “Creemos que este tema debe ser parte de la agenda pública urgente y que se deben articular medidas muy serias tanto en la prevención como en las sanciones”, enfatiza Dall Asta.

LA PRIMERA VEZ

En Argentina, la edad promedio en la que los chicos prueban por primera vez alcohol es a los 13,4 años. Y según el informe del OAD, el 42% de los adolescentes de 14 años o menos reconoce haber bebido alcohol en el último mes; igual que 71% de quienes tienen entre 15 y 16 años; y 80% de los de 17 años y más.

Más allá de que lo hacen de manera ilegal, hay otro dato alarmante: entre los más jóvenes se observa cada vez más, y de manera recurrente, un patrón de consumo de grandes cantidades de alcohol en períodos cortos de tiempo, y una modalidad de ingesta denominada binge drinking (“fondo blanco” o “tomar de golpe”) que está generando preocupación en todo el mundo. Sin ir más lejos, estos niveles y modalidades de consumo tienen un impacto directo en las salas de emergencia, muchas veces por episodios de intoxicación alcohólica.

“El coma alcohólico en un adolescente es grave porque, además del desvanecimiento, puede tener consecuencias pulmonares o cardíacas en ese mismo momento. También produce daño neurológico irreparable. Si se repite con frecuencia, la capacidad de regeneración neuronal se verá afectada y comenzará a notarse el deterioro, que se evidenciará en pérdida de memoria, déficit de atención, trastornos del comportamiento e, incluso, demencias”, concluyó el Dr. Damin.

Responsabilidad de los padres

Aunque la Ley Nacional 24.788 prohíbe -desde 1997- la venta en el país de cualquier tipo de bebida alcohólica a los menores de 18 años, diversas evidencias muestran que esto no se cumple: el alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida por los estudiantes de enseñanza media en todo el país, según el último informe del Observatorio Argentino de Drogas (OAD).

En los últimos años se produjo un importante aumento de la cantidad de adolescentes y jóvenes que ingresan a los servicios de salud por consultas vinculadas al consumo de alcohol. Además, las “previas” de los fines de semana (reuniones en una casa antes de ir a bailar) son una moda instalada, donde por lo general los propios padres habilitan el consumo de alcohol al creer erróneamente que si sus hijos beben cerca de ellos estarán más seguros.

“Los padres muchas veces sienten que no pueden hacer nada contra esta ‘forma de divertirse’ de sus hijos y que ‘como todos toman’ es algo que no pueden evitar. O pareciera que pensaran que si no saben del todo qué es lo que les sucede a sus hijos no les va a ‘ocurrir nada’. Creo que lo que realmente les pasa a los padres es que se sienten más seguros si miran para el costado”, señala Dall Asta.

Las “previas” de los fines de semana (reuniones en una casa antes de ir a bailar) son una moda instalada, donde por lo general los propios padres habilitan el consumo de alcohol.

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Por lo general, se asocia al exceso de alcohol con accidentes de tránsito, agresiones y violencia y no tanto por sus efectos en la salud. Sin embargo, cada vez hay más evidencias de que el consumo recurrente de alcohol afecta diversos órganos.

Efectos sobre el organismo

Teniendo en cuenta que el alcohol es parte de la cultura y suele ser sinónimo de celebración, el Dr. Damin aclara que no es que los adultos también tengan que dejar de tomarlo.

“Es fundamental el consumo responsable. Siempre hay que tener en cuenta que cuanto menos, mejor. No hay una dosis mínima para recomendar, porque en cada persona eso es diferente; entran en juego características como el peso, la altura e incluso la dieta. La ebriedad claramente produce efectos neurológicos, sea en un episodio aislado o en reiteración”.

Algo importante antes de beber es conocer la cantidad de alcohol que presenta cada bebida, de manera de saber cuánto se está ingiriendo y comprender los riesgos:

- Cerveza: alrededor de 5% de alcohol.

- Vino de mesa: alrededor de 12% de alcohol.

- Whisky, Gin, Vodka, etc.: 40% de alcohol.

Aunque los efectos más conocidos del alcohol son los que produce en el cerebro y el hígado, lo cierto es que su onda expansiva alcanza a todos los órganos del cuerpo, tal como pone en evidencia un informe del Instituto Nacional sobre el Abuso de Alcohol y Alcoholismo de los Estados Unidos (NIAAA, por sus siglas en inglés), que puntualiza:

- Cerebro: al ser una sustancia psicoactiva, el alcohol interfiere las vías de comunicación cerebrales y puede afectar la manera en la que funciona el cerebro. Esta desorganización puede cambiar el humor y el comportamiento, y hace que sea más difícil pensar con claridad y moverse de manera coordinada.

- Corazón: aunque hay estudios que establecen que cantidades moderadas de alcohol pueden proteger a los adultos sanos de ciertos problemas coronarios, aquellos que se exceden pueden experimentar miocardiopatías, arritmias, accidentes cerebrovasculares e hipertensión. “Es importante aclarar que hoy no hay evidencias de que el vino sea beneficioso para el corazón, como se suele creer”, desmitifica el Dr. Damin.

- Hígado: beber alcohol en exceso puede llevar a una gran variedad de problemas en el hígado como esteatosis o hígado graso; hepatitis alcohólica, fibrosis hepática y cirrosis. Además, según el último informe del Fondo Mundial de Investigación del Cáncer (WCRF), hay “evidencia fuerte” de que consumir tres o más bebidas alcohólicas por día puede causar cáncer de hígado. Ese informe también estableció “evidencias fuertes” de que el alcohol eleva el riesgo de otros cuatro tipos de tumores malignos: mama, intestino, boca/garganta, esófago.

- Páncreas: el alcohol hace que el páncreas produzca sustancias tóxicas que pueden llevar a la pancreatitis, una inflamación peligrosa de los vasos sanguíneos del páncreas.

Sistema inmune: el alcohol debilita el sistema inmune, lo que hace que sea más fácil contagiarse diferentes enfermedades. Los bebedores crónicos tienen más chances de desarrollar neumonía y tuberculosis que aquellos no bebedores.

Más efectos: en los hombres el abuso de alcohol puede generar impotencia y en las mujeres embarazadas, riesgo de dar a luz bebés con malformaciones, retraso mental o con bajo peso al nacer.

Las manifestaciones de las intoxicaciones alcohólicas se ven con el tiempo, sobre todo si éstas se producen en adolescentes.

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la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que el exceso de alcohol en los más jóvenes reduce el autocontrol y aumenta los comportamientos de riesgo como las relaciones sexuales no protegidas.

Un estudio publicado en la prestigiosa revista Pediatrics insta a empezar a charlar con los chicos sobre las consecuencias del alcohol a la edad de 9 o 10 años.

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Un combo peligroso

Fuente. Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA: www.saha.org.ar).

De acuerdo con un artículo publicado en los Fascículos de Actualización de la SAHA, entre un 5 y un 7% de los casos de hipertensión arterial (HTA) tienen su causa en el alcoholismo, con lo que su incidencia sería mayor que el resto de las hipertensiones secundarias. La relación entre consumo de alcohol e HTA, sin embargo, no deja de ser multifactorial y compleja.

Teniendo en cuenta que, según la Tercera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo dada a conocer el año pasado por el Ministerio de Salud de la Nación, la HTA alcanza al 34% de la población adulta del país en números redondos, unos 10 millones de personas, el alcoholismo sería la potencial causa de la enfermedad en unos 700.000 argentinos.

La adicción al consumo de sustancias psicoactivas, entre las cuales la principal es una legal: el alcohol, con un 10% de prevalencia entre la población adulta o incluso, en algunas circunstancias, su uso excesivo eventual, son relevantes a la hora de evaluar el riesgo de sufrir un infarto o un accidente cerebrovascular (ACV).

Los médicos que tratan la hipertensión arterial (HTA) no solían preguntar por este tipo de hábitos, y menos aún a pacientes que no respondieran a los estereotipos sociales o prejuicios con que habitualmente se relaciona al consumo de drogas. Lo cierto es que, de esa manera, se pasa por alto un factor fundamental de riesgo para la persona.

“Hoy estamos logrando que la pregunta por el consumo de alcohol o de drogas forme parte del interrogatorio que el médico tratante debe hacerle a cada paciente, porque está claro que eso tiene una incidencia directa en la presión arterial, y que por lo tanto debe ser tenido en cuenta de la misma manera que los valores habituales de presión, los antecedentes de diabetes, el peso, el colesterol, sus hábitos alimentarios o si fuma”, sostiene el Dr. Fernando Filippini, presidente de la SAHA. Y agrega: “El abuso de sustancias es un factor que suele extender el riesgo cardiovascular en la población hacia pacientes más jóvenes”.

LOS RIESGOS

La relación entre el consumo de sustancias psicoactivas y los factores de riesgo cardiovascular fue uno de los temas debatidos en el último Congreso Argentino de Hipertensión Arterial, que contó con la presencia honorífica de uno de los mayores expertos mundiales en este tema: el Dr. Juan Carlos Negrete, investigador en Psiquiatría de origen argentino que reside desde hace muchos años en Canadá, donde es Profesor Emérito en la Universidad de McGill.

“Hay creencias en la población, y aun entre profesionales de la salud, que pueden conspirar contra un manejo clínico adecuado del paciente cardiovascular. Una de ellas es que el alcohol protege contra la enfermedad coronaria y los ACVs. Los datos demuestran que, efectivamente, la morbimortalidad es menor en personas que consumen un máximo de una o dos unidades por día; pero a partir de tres copas diarias o más, la curva asciende rápidamente”, explicó Negrete.

“Otro mito tiene que ver con la imagen preconcebida que se puede tener sobre quién es un toxicómano: hay tendencia a no buscar el diagnóstico en personas que supuestamente no representan ese estereotipo, como por ejemplo gente de edad, mujeres, gente de clase social alta o gente de éxito”, remarcó el especialista.

Cuando el consumo de alcohol excede la moderación de las dos copas diarias, explica el Dr. Negrete, “existe una asociación lineal entre el número de tragos por día y la elevación de la presión arterial, y el estado de privación de un adicto alcohólico puede influir significativamente en la medición de la presión arterial”, según ha sido evaluado en seguimientos como el Estudio Kaiser Permanente.