opinión

Sorprende el contenido de las declaraciones políticas de Chan

por Lilia Puig de Stubrin (*)

Sorprende el contenido de las declaraciones políticas de la Dra. Raquel Chan porque no condicen con las responsabilidades institucionales desde las que habla. Que la directora de un Instituto público de investigación, en carácter de tal, se pronuncie a favor de un candidato a presidente y haga proselitismo con su eventual ministro implica una mala práctica que es imperioso dejar atrás en la Argentina.

No ha habido este grado de presión hacia las comunidades académicas y las personas interesadas en su desarrollo desde la transición democrática de 1983. Por otra parte, los juicios de la investigadora son panfletarios y desinformados. No ha leído la plataforma del frente Cambiemos en la materia y desacredita gratuitamente a quienes formamos sus equipos.

Resulta incompresible que a la científica le resulten insignificantes para la política científica aberraciones como la falta o la deformación de las estadísticas públicas y la persecución del personal del Indec. Las ciencias sociales, a las que su discurso parece menoscabar, igual que las ciencias de la salud y del ambiente, entre otras, requieren de estadísticas confiables. Sin ellas y negando el acceso a la información pública no hay conocimiento sobre la sociedad y el Estado y se priva a los ciudadanos de elementos de juicio para la toma racional de sus decisiones. Eso es lo que pasa bajo el kirchnerismo.

Con ingenuidad o mala fe se intenta convencer de que el actual gobierno le regala a los investigadores sus puestos, equipamiento y fondos, desconociendo que se trata de un esfuerzo solidario de la sociedad toda, asignados por el Estado a través de las leyes. Se desconoce absolutamente los datos de inversión en ciencia y tecnología en el país y su historia cuando se afirma que veníamos de una inversión cercana a cero.

Destaco que la meta de crecimiento de la inversión formulada en el Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Bicentenario (2006-2010) era llegar al 1 % del PBI. El nivel actual de inversión en ciencia y tecnología es en el mejor de los casos del 0,66 % en Actividades, según el último reporte de indicadores del Mincyt (2013). Es necesario recordar que esta administración (2003-2015) no alcanzó, y se encuentra lejos de alcanzar, sus objetivos cuantitativos planteados desde el año 2005 con relación al financiamiento a las actividades de ciencia y tecnología.

En ese sentido también cabe mencionar que, en términos de gasto público, la incidencia del gasto en I+D sobre el total del gasto público decreció respecto a períodos anteriores y que el nivel de inversión en CyT no difiere sustantivamente de los porcentajes destinados históricamente por nuestro país a esas actividades (www.ricyt.org).

Por último, para los que creemos que las autoridades científicas deben responder a una ética pública atravesada por los valores republicanos y que deben ser respetuosos del pluralismo de su propia comunidad y de la sociedad toda, resulta lamentable que la científica divida su calidad profesional de su condición de ciudadana.

La ciencia puede hacer mucho daño a la sociedad y a la naturaleza cuando los científicos no se reconocen como ciudadanos. Infundir, en nombre de la ciencia, miedo al cambio político democrático es poco racional además de poco edificante.

Los científicos tienen todo el derecho a tener y ejercer sus ideas políticas. Pero, no es correcto que orienten el liderazgo institucional de los centros de investigación según sus preferencias particulares. Su deber es actuar con civismo, respetar el pluralismo de la sociedad y de la propia comunidad.

Los regímenes políticos y los gobiernos, como lo muestra de sobra la trágica historia mundial del siglo XX, fueron nefastos cuando instrumentan la ciencia y la tecnología al servicio de su bandería política y de la perpetuación de su poder.

(*) Comisión Ciencia, Tecnología e Innovación de Cambiemos.