Opinión

Vendrán tiempos de colaboración

Hugo E. Grimaldi

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El kirchnerismo ya fue, lo saben muy bien los defensores del modelo, quienes se ocupan de cubrir la retirada, porque después del debate quedó bien claro que realidad mata relato. Y también parece sencillo de visualizar que tanto Daniel Scioli o los sucesores de la franquicia peronista, cuanto Mauricio Macri y los radicales tienen para asignarle al proyecto desde diciembre un ataúd más o menos confortable, pero ataúd al fin. La base del probable sepelio será el diálogo entre ambas fuerzas, palabra que funciona casi como el ajo para un vampiro. Lo que se ha generado y se visualizó en los atriles del domingo es una corriente bipartidista bien separada de cualquier hegemonía, por más que Scioli, necesitado de votos, haya tenido que pegarse hacia el final de la campaña mucho más a las malas artes K.

Está claro que el candidato oficialista se jugó con todo mostrándose menos Scioli que nunca porque no quiere perder votos de esa vertiente, pero si le sale bien y gana la elección del domingo próximo, ya tendrá la oportunidad de mostrar en la interna, con su paciencia gandhiana y alguna dosis de venganza personal, al verdadero Scioli. Claro que si la pierde, se quedará sin nada. Lo que parece más o menos cantado es que debido a las urgencias que tendrá enderezar la herencia recibida, gane quien gane, el futuro escenario puede llegar a ser de colaboracionismo mutuo, algo que en la Argentina se vio poco y nada en la historia moderna de su democracia.

Hipótesis 1: triunfa Scioli, pasa a ser el jefe del peronismo, los gobernadores lo apuntalan, Macri se convierte en el jefe de la oposición y los diputados de Cambiemos le dan gobernabilidad al peronista, aunque el subbloque de La Cámpora se escinda. Hipótesis 2: gana Macri, Scioli es el mariscal de la derrota pegado al kirchnerismo y a él lo sucede un nuevo peronismo de aires renovadores con José Manuel de la Sota, Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey al comando, quienes harán lo necesario para asegurarle gobernabilidad al nuevo presidente.

Lo que está claro es que ni uno ni el otro se van a salvar de tener que domar el potro del aquelarre económico y social que deja como herencia el kirchnerismo. Si bien existen diferencias muy fuertes de ritmo entre ambas recetas, que fatalmente derivarán en un ajuste, nadie debería descartar conversaciones a partir del lunes próximo para sumar materia gris y minimizarle a la gente los riesgos del apretón que se va a venir. Entonces, ante la urgencia, será necesario tragarse varios sapos de ambos lados y conversar mucho entre ambas fuerzas para darle una lección de humildad a quienes se van, acostumbrados a la imposición, antes que al consenso. Al fin y al cabo, eso mismo es lo que recomienda el Papa Francisco cuando habla de la “cultura del encuentro”.