Lo firmaron casi todos los países

Histórico acuerdo en París para frenar el cambio climático

La meta central es limitar el calentamiento global causado por los gases de efecto invernadero claramente por debajo de los dos grados centígrados, y de ser posible, incluso a 1,5 grados.

Histórico acuerdo en París para frenar el cambio climático

La secretaria Ejecutiva de la Convención Christiana Figueres; el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon; el primer ministro francés Laurent Fabius y el presidente francés Francois Hollande, en el final de la sesión plenaria. Foto: DPA

 

De la redacción de El Litoral

EFE/DPA

París fue ayer el escenario de un hecho histórico: por primera vez casi todos los países del planeta lograron sellar un acuerdo climático vinculante en la conferencia internacional COP21 de la ONU en la capital francesa.

El anuncio del acuerdo por parte del ministro de Relaciones Exteriores francés, Laurent Fabius, tras dos intensas semanas de negociaciones despertó un largo aplauso de los delegados de países de todo el mundo, que se pararon de sus asientos y se abrazaron. El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, se refirió a un “éxito monumental para los pueblos del planeta”.

La meta central de los 195 países es limitar el calentamiento global causado por los gases de efecto invernadero claramente por debajo de los dos grados centígrados, y de ser posible, incluso a 1,5 grados, tal como solicitan los pequeños estados insulares.

De todas maneras, las metas nacionales del clima seguirán siendo determinadas por cada Estado en particular y hasta ahora los planes presentados no alcanzan para limitar el cambio climático según lo previsto. El acuerdo es el resultado de negociaciones celebradas durante años, así como de numerosas conferencias del clima.

Fuerte señal

Numerosos defensores del medio ambiente consideraron que el texto del acuerdo es una “fuerte señal” para que se dejen de utilizar combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas. Sin embargo, señalaron que habrían deseado que se hubiera actuado antes, y también más compromisos concretos para los diferentes países en particular.

A diferencia del Protocolo de Kyoto, la reducción de los gases de efecto invernadero será a futuro tarea de todos los países y no solamente de los industrializados.

“El texto que tenemos ante nosotros no es perfecto”, aseveró la ministra de Medio Ambiente sudafricana, Edna Molewa, que habló en nombre de un grupo de 130 naciones emergentes y en vías de desarrollo, que incluyó a China. “Pero creemos que representa una base sólida, que nos permite mejorar nuestro trabajo con nueva determinación”.

Según el plan desarrollado a lo largo de 31 páginas, la emisión de gases de efecto invernadero debe reducirse lo antes posible. En la segunda mitad del siglo el objetivo es que la emisión de gases alcance un nivel que pueda ser compensado a través de mecanismos naturales o artificiales para absorber el carbono de la atmósfera.

“En París hubo desde hace siglos muchas revoluciones. Pero hoy se realizó la más bella y pacífica, la revolución por el cambio climático”, dijo el presidente francés, Francois Hollande, tras la adopción del acuerdo. “Gracias. Que vivan las Naciones Unidas, que viva el planeta, que viva Francia”. También apuntó que el acuerdo no es el final, sino recién el principio. Dijo que propondrá a los países mejorar sus metas climáticas antes de 2020, o sea, antes de lo previsto en el acuerdo. De esta manera, abordó una de las críticas centrales de los científicos, que opinan que se comienza demasiado tarde a intentar corregir las políticas medioambientales.

Un paso

El comisario europeo de Acción por el Clima y la Energía, el español Miguel Arias Cañete, dijo que el acuerdo, guiado por Francia solamente semanas después de los ataques terroristas en su capital que dejaron 130 muertos, fue un testamento de la fortaleza de esa nación. “Nos enorgullece a todos de ser europeos”, dijo Cañete.

Nicaragua, uno de los pocos países que no envió un plan de reducción nacional de emisiones, se abstuvo del consenso. El negociador del país, Paul Oquist, dijo que el pacto no llegó lo suficientemente lejos en la protección del medio ambiente. “Hoy la raza humana se unió en una causa común, pero lo que suceda tras esta conferencia es lo que realmente importa”, explicó el director de Greenpeace, Kumi Naidoo. “El acuerdo de París es solamente un paso en un largo camino, y hay partes de él que me frustran y me decepcionan, pero es un progreso”, agregó.

El acuerdo será abierto para la firma de países individuales a partir de abril próximo en las oficinas centrales de las Naciones Unidas, pero no entrará en vigencia hasta que se produzca la ratificación de 55 países que sean responsables de al menos 55 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Repercusiones

La ministra alemana de Medio Ambiente, Barbara Hendricks, destacó que a partir de 2020 los países presentarán cada cinco años sus planes para proteger el medio ambiente, “que deben ser lo más ambiciosos posible”.

Además cada país deberá reportar sobre sus emisiones de gases de efecto invernadero, “para que los avances no estén solamente sobre el papel, sino que también se correspondan con la realidad”.

El presidente estadounidense, Barack Obama, dijo en Twitter que la aceptación del acuerdo climático es “enorme”. “Casi todos los países del mundo firmaron el #ParisAgreement (Acuerdo de París) sobre cambio climático, gracias al liderazgo estadounidense”.

“Al sellar el acuerdo, las naciones del mundo han mostrado lo que pueden lograr la unidad, la ambición y la perseverancia”, apuntó. “Es un momento para recordar y un gran paso adelante para ayudar a asegurar el futuro de nuestro planeta”, añadió Cameron.

 

 

Principales aspectos

Meta: El calentamiento global debe ser limitado a dos grados en comparación con la época preindustrial. Los estados firmantes del acuerdo deben intentar que el aumento máximo de la temperatura sea de 1,5 grados.

Cómo cumplir con la meta: Los países quieren que la emisión conjunta de gases de efecto invernadero quede en cero para la segunda mitad del siglo. Para ello, deberían emitir gases a un nivel que pueda ser compensado a través de mecanismos naturales o artificiales para absorber el carbono de la atmósfera. Para muchos científicos esto significa que para cumplir con la meta de dos grados, para 2070 se deberían dejar de usar combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas. Las naciones deben mejorar sus objetivos cada cinco años. La primera vez que lo hagan será en 2020.

Dinero para protección climática: Entre 2020 y 2025 los países industrializados deberán ofrecer anualmente 100.000 millones de dólares en financiamiento para las naciones en desarrollo. Para los siguientes años deberá establecerse una meta más alta. Otros países son instados a participar “voluntariamente” en el financiamiento. Esto está dirigido especialmente para las naciones petroleras y los países emergentes.

Pérdidas y daños: Los países firmantes reconocen la necesidad de ayudar las naciones más pobres en las pérdidas y daños que provoca el cambio climático, entre las que se cuentan sequías, inundaciones o temporales. Por ejemplo, podría conformarse un sistema de seguros contra daños para los países más pobres.

Transparencia: Todos los países deben registrar y publicar las actividades que realizan para la protección del clima y los datos sobre la emisión de gases de efecto invernadero. Este punto es “flexible” para las naciones en desarrollo y las emergentes.

Obligatoriedad del acuerdo: El acuerdo es legalmente vinculante, aunque no está prevista ninguna sanción si no se cumple con sus estipulaciones.

análisis

por Simone Humml

(DPA)

Un pacto para el hombre y la naturaleza

 

Entusiasmo entre los ministros y también entre muchos activistas medioambientales: si todo marcha según el plan, los 195 países que ayer sellaron el acuerdo climático en París habrán salvado a la Tierra de una futura catástrofe medioambiental. Además, los líderes anunciaron el fin de las energías fósiles como el carbón, el gas y el petróleo.

“Tenemos un objetivo compatible con la ciencia”, afirmó el director del Instituto de Potsdam para Investigación del Impacto Climático (PIK), Hans Joachim Schellnhuber. Pero ahora depende de los políticos, la industria y los ciudadanos que el acuerdo se cumpla. La resolución adoptada tiene puntos fuertes y débiles.

Aspectos positivos: Los Estados acordaron limitar el calentamiento global claramente por debajo de los dos grados respecto a la era preindustrial, y si es posible incluso a 1,5 grados. Además, en la segunda mitad del siglo no se emitirán más gases de efecto invernadero que los que puedan ser compensados por la absorción de CO2 que logran, por ejemplo, los bosques y plantas. “Eso es más ambicioso que el objetivo de los países del G7 de abandonar el gas, petróleo y carbón, ya que incluye a todos los gases de efecto invernadero, como el metano y el óxido de nitrógeno”, apunta Malte Mainshausen, de la Universidad de Melbourne.

Aspectos negativos: Los objetivos climáticos presentados hasta ahora por los países sirven como mucho para limitar el calentamiento global a unos tres grados. Y el acuerdo no prevé que esos planes se mejoren pronto. “Pero si no se hacen, el objetivo de los 1,5 grados estará enterrado”, advierte Jan Kowalzig desde Oxfam. La Unión Europea (UE) debería empezar ya a mejorar su objetivo de reducir de aquí a 2030 en un 40 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con 1990, apunta.

Para conseguir el objetivo de los dos grados sólo deberían llegar a la atmósfera otras 1.000 gigatoneladas de CO2, contando desde 2011. “Si se hace el cálculo conjunto con los objetivos actuales de los países, solo hasta 2030 ya se emitirán 800 gigatoneladas”, explica Anders Levermann, del PIK. “Así habría una oportunidad muy pequeña de permanecer por debajo de los dos grados, y la puerta a los 1,5 grados estaría cerrada”. Qué supone el acuerdo para quién: Los países industriales deben ir por delante en la protección del clima. Para los productores petroleros del golfo Pérsico, el abandono de los combustibles fósiles supone un importante recorte que cuestiona su modelo económico. Así que deben intentar buscar otras fuentes de ingresos.

Para los pequeños Estados insulares del Pacífico, el objetivo de los 1,5 grados supone un soplo de esperanza. Lograron utilizar la cumbre de París para dejar claro su miedo a hundirse, pero el objetivo de los 1,5 grados es muy difícil de lograr, así que deben prepararse para las consecuencias del cambio climático.

Grandes inversores como los fondos de pensiones o los seguros cada vez evalúan más si en futuro las inversiones en gas, petróleo y carbón seguirán siendo rentables. Si los países cumplen con el plan, se lo pensarán aun más y podría haber un nuevo impulso para las inversiones en energías renovables.

En cuanto a India, como país en desarrollo todavía podrá tomarse un tiempo antes de reducir sus emisiones. Pero aun así, la protección medioambiental será una enorme tarea para el país. India tendrá que seguir impulsando su economía, pues una quinta parte de su población vive todavía en la pobreza, pero ahora podrá contar con el apoyo de las naciones industrializadas para, por ejemplo, apostar más por las energías limpias. Lo que podría ocurrir: Un calentamiento de dos grados ya tendrá grandes consecuencias, apunta Levermann, entre ellas la muerte de gran parte de los corales del mundo. “El mar de hielo ártico se derretirá y eso repercutirá también en el clima en países como Alemania”, explica el experto. Una ciudad como Hamburgo, que existe desde hace más de 500 años, podría quedar en gran parte bajo el nivel del mar dentro de los próximos 500 años. “En el caso de un calentamiento de sólo 1,5 grados, el riesgo de que se produzcan esos daños será menor”.

Lo que hay que hacer: “Los objetivos climáticos tienen que mejorarse pronto de forma voluntaria”, apunta Schellnhuber, y eso vale también para la UE. El acuerdo climático no incluye un mecanismo de sanciones si no se cumplen los objetivos. “Pero se lo han prometido a la cara, se ha sustituido la coacción por la moral, algo que normalmente es mejor”. También Meinshausen lo ve así: “Esperamos que los Estados hagan más de lo que figura en sus objetivos”.

Según Levermann, tiene que producirse un rápido cambio estructural en la producción de energía. No deben construirse más centrales térmicas y “a la vez debe elevarse la eficiencia energética”.