Una super maleza

Amaranthus, el gran desafío agrícola

El yuyo colorado resistente a herbicidas es el mayor dolor de cabeza de productores, asesores y contratistas. Su increíble capacidad de adaptación y el mal uso de la tecnología potenciaron el problema. Claves para saber enfrentar el “enemigo público número uno” del momento.

Amaranthus,  el gran desafío agrícola
 

Juan Manuel Fernández

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La resistencia múltiple -al glifosato y los inhibidores de ALS- puso a los Amaranthus en el lugar de “enemigo público número uno” de los agricultores argentinos. Tanto en su variante criolla (quitensis o hybridus si es resistente) como importada (palmieri, de origen norteamericano), el “yuyo colorado” tiene todo para ser una super maleza y así lo está demostrando. En pocas campañas explotó hasta estar presente en el 100% de los lotes. Las razones son varias: además de tolerar herbicidas, soporta el stress hídrico, crece y se reproduce a gran velocidad, se disemina muy fácilmente y encuentra a su paso productores incapaces de dimensionar el problema que -sin saberlo- le abren la tranquera.

Atraer alrededor de 200 personas un día de semana a insolarse en un lote de soja -a media mañana, en pleno enero- sería una misión imposible si el problema no tuviera muy preocupado a medio mundo. Sin embargo, fue la convocatoria que lograron FMC y Agromaker el pasado 7 de enero, en El Trébol, durante la jornada que organizaron para abordar la cuestión, en la que se vieron ensayos y disertaron técnicos de ambas empresas junto a especialistas como los ingenieros Juan Carlos Papa (INTA Oliveros) y Esteban Frola.

En resumen, hubo una premisa central: mantener a raya esta maleza y evitar escapes, ya que una vez que colonizó el lote es imposible dar marcha atrás. Todos usaron la misma palabra para explicar cómo: ser proactivos. O sea: no esperar que el problema se presente, monitorear en forma constante y no ahorrar en tecnología. De ahí que el uso de pre emergentes fuera una de las claves, pero además se habló de estrechar surcos, optimizar pulverizaciones y cambiar conductas culturales y agronómicas.

Proactivos

Papa explicó la extraordinaria capacidad de los Amaranthus para colonizar el campo y los descalabros que está generando. Mientras el Hybridus (quitensis resistente) produce unas 100.000 semillas por planta, Palmeri genera hasta 1 millón. Además de ser diminutas, “germinan todas” si las condiciones son propicias: estar en superficie y recibir luz suficiente. Mientras la criolla crece 1cm por día, la foránea puede hacerlo cinco veces más rápido. Y teniendo en cuenta que sólo se las puede controlar antes de que alcancen los 10cm, plantean una seria dificultad: “el tiempo de aplicación se pasa muy rápido”. Si eso ocurre la única alternativa es “la azada”, sacarlas del lote en forma manual. “En EE.UU. los farmers pagan u$s250 por hectárea para que una cuadrilla las saque a mano porque saben que por cada planta que queda luego nacerán 800.000”, relató. También indicó que el ciclo comienza en primavera, con humedad y temperaturas de 20ºC, hasta alcanzar el pico en diciembre, aunque siguen naciendo y son capaces de acelerar el ciclo en otoño de manera que pueden florecer con unos pocos centímetros y generar la misma cantidad de semillas para garantizar la descendencia.

El experto de INTA Oliveros aclaró que no es un problema aislado o que surja de la nada, sino que resulta -como todas las malezas duras- de la presión de selección en los 15 o 20 años durante los cuales “se abusó de la tecnología del glifosato”. Y remarcó: “una maleza muy dura, no perdona errores”, porque no da una segunda oportunidad si no se controló a tiempo, por lo que ante un escape “no hay lugar para hacer correcciones”.

Desde su punto de vista, hay que ser “proactivo”: estar atento y no perder de vista el lote, planificar, implementar rotaciones -de cultivos y principios activos-, utilizar cultivos de cobertura, sobre todo “los cereales de invierno bien hechos”. Y, “de manera inexorable”, recurrir a herbicidas residuales “porque estos son los que preparan el camino para que luego el posemergente pueda realizar mejor su trabajo; y también a reducir el banco de semillas”.

Conocedor de la idiosincrasia del chacarero, Papa advirtió que “el productor es muy afecto por el bajo costo” a usar los inhibidores de ALS -como clorimurón, metsulfurón, diclosulam o imazetapir- “pero en este contexto no funcionan”.

Por lo tanto recomendó recurrir a los inhibidores de PPO, como sulfentrazone, flumioxazin, o triazinas residuales como la atrazina, metribuzín, prometina; o “blanqueadores” (inhibidores de hppd). También cloroacetamidas, como acetoclor, metolachlor, s-metolachlor. Y el “detalle clave” es que estos principios activos no deben usarse solos sino combinados para un mejor resultado. “El uso de residuales no nos exime de usar un posemergente”, amplió, que podría ser un inhibidor de PPO combinado con otro modo de acción como benazolin o s-metolachlor.

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En cero. La mejor manera de anticiparse a esta maleza es “resetear” el lote antes de iniciar la campaña. Foto: Archivo

Gota de precisión

Por su parte, el especialista en pulverizaciones Esteban Frola puso al descubierto errores muy frecuentes de productores y contratistas, que conspiran contra el control de la maleza. El principal: la falta de mediciones para saber con qué eficiencia se realiza un tratamiento. “Las pulverizadoras son máquinas de precisión, igual que sembradoras y cosechadoras”, dijo, y remarcó que así como la sembradora se regula contando semillas es imprescindible usar tarjetas hidrosensibles para determinar la cantidad de gotas (por centímetro cuadrado) y el tamaño durante una pulverización.

Otra equivocación muy frecuente es usar el volumen por hectárea como único parámetro para realizar los tratamientos. En realidad, la cantidad de líquido “es una consecuencia” de analizar qué tamaño de gota se precisa, el tipo de pico, la distancia entre ellos, la presión a utilizar y la velocidad a la que se moverá la máquina.

Explicó que si el cultivo está cerrado, en la tarjeta de arriba (se deben colocar una sobre el cultivo y otra en el tercio inferior para una buena medición) hay que conseguir entre 70 y 100 impactos por cm cuadrado. “Eso se puede lograr con 10 litros por avión o 30/40 litros con terrestre, no se necesitan 100/120 litros”.

Además, precisó que mucho volumen requiere una gota más grande, que moja arriba pero no penetra. Sin embargo, cuando hay que llegar a malezas con yemas o pelos “escondidas” debajo del cultivo, como es el caso del yuyo colorado, “el tema es el tamaño de gota”. Por ejemplo, si es antideriva (400 micrones) y se tiran 100 litros la aplicación no va a ser buena. En general, precisó que la pulverizaciones difíciles se hacen con gotas de 200 micrones, las intermedias hasta 300 y en los bordes donde puede haber problemas de deriva 400 (si hay viento de 600, con pastillas asistidas por aire).

“La tecnología está, hay que saber usarla”, resumió, y para refutar a quienes afirman que las gotas chicas se evaporan, agregó que debe usarse siempre un producto tensioactivo (coadyuvante). También advirtió sobre la altura del botalón, que suele usarse muy bajo para “mojar”, impidiendo que las gotas lleguen a la parte baja del cultivo (incluso la oscilación va generando “manchones”). Y hasta criticó la distancia entre picos, por lo general de 35cm, “algo único en el mundo”; por lo que recomendó hacerlo a 52cm o “pico por medio” a 70cm.

Frola también planteó la importancia de “resetear” el lote antes de iniciar la siembra. O sea “dejarlo en cero” maleza. Para ello recomendó hacer el barbecho temprano con el hormonal más el quemante. Si no hay tanto verde -agregó- se puede incluir el pre emergente. Luego de la siembra, según la carga de semillas de maleza en el lote se debe utilizar pos emergente. “Tenés que agarrarlo (al yuyo colorado) muy chico -con menos de 12cm- pero como crece 2.5cm diarios hay que tener el producto comprado y ser muy rápido y efectivo en la aplicación”. La clave es llegarle a las yemas sobre todo a las plantas “escondidas” en el entresurco.

Manejo, otra herramienta

Sin embargo el control químico -como repitieron varios especialistas- no es la única herramienta. El ingeniero agrónomo Pablo Ponzio, de Agromaker, planteó pautas indispensables de manejo que incluyen acortar espaciamiento entre hileras, hacer un buen preemergente y elegir bien el cultivar, según arquitectura de planta. “Si se elige uno con mucho tallo sin ramificar, a lo mejor hay que estrechar más las hileras (incluso poner alguna semilla más) para competir por la luz”, indicó. En cambio, con plantas más ramificadas se puede espaciar a 35, 40 o 42cm. Este año, en el campo experimental de la empresa en El Trébol, comprobaron que con surcos estrechos “no hay nacimientos de maleza”, mientras sí ocurrió en los testigos a 52cm que no habían logrado cerrar el surco.

El profesional reveló que en la zona aún no se detectó Amaranthus palmieri, pero si hybridus. Y la incidencia es alta. Hace tres años ya se veía en las cabeceras y se veía cómo los productores primero cosechaban ahí y luego se iban adentro del lote, “diseminando la semilla”, por lo que anticiparon que podía haber un problema serio. “Y dicho y hecho: explotó el colorado. Están todos los lotes con mucho Amaranthus”, confirmó. Para colmo, relató que los productores no hicieron preemergente, creyendo que el problema sólo estaría en los bordes, y ahora lo tienen en todo el cuadro.

El problema se intensificó con la caída de la rentabilidad agrícola en los últimos años, que empujó al productor a achicar costos. “Este año se usaron preemergentes más baratos, que controlan el Amaranthus, pero se notó que la residualidad fue más corta o hubo problemas de fitotoxicidad”, indicó Ponzio. Por lo tanto hubo bajas en el stand de plantas, se debió hacer algún rescate o tuvieron que resembrar lotes, acciones costosas que ya habrían hecho tomar conciencia a los productores. “Si hay que resembrar se atrasa la fecha y se pierden 10/15 días a razón de 35/50 kilos de rinde”, explicó el asesor.

El técnico remarcó que los productores no toman conciencia de que el yuyo colorado es resistente “y entra con altas dosis de glifosato premiun y está gastando 12/15 dólares” antes de sacarse la duda. “Y ya cuando tiene 15/20cm no hay otra alternativa que sacarlo a mano; es un costo muy alto por no hacer un preemergente”.

De ahí la confirmación de que ahorrar es contraproducente, ya que la estrategia más inteligente es optimizar el paquete tecnológico y obtener la mejor relación costo beneficio. “Aplicar la mejor tecnología, que es un poco más cara, aumenta el rendimiento”, sintetizó Ponzio. El famoso dicho “lo barato sale caro”, en este caso se manifiesta con el sobre costo que puede implicar tener que hacer una corrección de algo mal hecho. “Haciendo dos aplicaciones ante un escape por no utilizar un preemergente se gastan más de 60 dólares por hectárea, aparte de que ya tenés una disminución del rinde en cultivo”.

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"En EE.UU. los farmers pagan u$s250 por hectárea para que una cuadrilla las saque a mano porque saben que por cada planta que queda luego nacerán 800.000”

Juan Carlos Papa

INTA Oliveros

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"Haciendo dos aplicaciones ante un escape por no utilizar un preemergente se gastan más de 60 dólares por hectárea, aparte de que ya tenés una disminución del rinde en cultivo”.

Pablo Ponzio

Agromaker