“KUNG FU PANDA 3”

La leyenda continúa

La leyenda continúa

El inefable Po se reencuentra con su verdadero padre, Li, después de veinte años. Y tendrá que descubrir en su interior todas las implicancias de ser un panda. Foto: Gentileza Fox

 

Juan Ignacio Novak

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Al menos un mérito les cabe a los creativos de DreamWorks Animation: lograron montar una saga muy digna a partir de una premisa que parecía agotada en la primera entrega, realizada en 2008. Esto se debe, en parte, al excelente trabajo de animación, pero sobre todo al carisma de unos personajes que funcionan tanto en el desarrollo de las secuencias de acción como en aquellas en las que prevalece el slaptick. Lo cierto es que “Kung Fu Panda 3” está a la altura de las circunstancias y no presenta los esperables síntomas de extenuación que suelen acechar a productos similares. Si se la compara con otras creaciones populares de DreamWorks, carece de la irreverencia de “Shrek” y la esgrima verbal de “Bee Movie”. Pero, a cambio, sus creadores se aferran a las posibilidades de sus criaturas y exprimen a fondo su potencial.

La película se sostiene sobre un mensaje, tal vez algo superficial, que pondera valores como la amistad, el amor filial, el reconocimiento del otro y el fortalecimiento de la autoestima. Todo eso en un entorno de guiños continuos a la cultura oriental. Pero, con sabiduría, los directores Jennifer Yuh y Alessandro Carloni no ponen demasiado énfasis en este aspecto, sino en el despliegue visual, los imaginativos gags, los enfrentamientos épicos (como el del villano de turno con Ooguay, Shifu y los Cinco Furiosos) y la incorporación de dos novedades que imprimen frescura: la aparición del padre biológico de Po, un panda perezoso llamado Li, y la aldea de donde proviene, idílico espacio donde se desarrolla buena parte de la trama.

Simple y efectiva

En este tercer film de la franquicia, el oso panda Po (que en la versión original lleva nuevamente la voz de Jack Black) ya no tiene que demostrar a sus maestros y colegas que es un gran guerrero. Junto a los Cinco Furiosos, se ocupa de defender el Valle de la Paz de amenazas externas. Sin embargo, dos hechos sacuden su hasta entonces tranquila aceptación del destino: el retorno de su progenitor (recordemos que Po es adoptado por la oca Mr. Ping) tras dos décadas de ausencia y la irrupción en el Valle de un villano de ultratumba (el toro Kai, quien toma la posta aquí al leopardo Tai Lung y al pavo real Lord Shen, los malvados de las películas anteriores) que pretende destruir el legado milenario del maestro tortuga Ooguay. Para vencer a su nuevo y poderoso antagonista, Po deberá viajar hasta la aldea perdida de los pandas y aprender el Chi, una técnica milenaria dominada por su pueblo, que se basa en la unión espiritual.

Si el argumento es más simple que en las entregas anteriores esto no significa una pérdida, en la medida en que se otorga mayor protagonismo al personaje principal, que se mueve con la misma displicencia cuando guerrea, como integrante del perezoso grupo de pandas y en el momento en que debe convertirse en rival de Kai en una batalla de proporción sobrenatural. Esto representa un acierto y se traduce una creciente empatía con el público infantil. Está claro que se trata de la tercera parte y la novedad por lo tanto prácticamente se ha desvanecido. Todo es muy previsible. Pero hay que reconocer que, como cine de entretenimiento puro y duro, “Kung Fu Panda 3” cumple con las expectativas.

buena

“Kung Fu Panda 3”

Estados Unidos-China, 2016. Dirección: Jennifer Yuh Nelson, Alessandro Carloni. Guión: Jonathan Aibel y Glenn Berger. Música: Hans Zimmer. Edición: Clare De Chenu. Diseño de producción: Raymond Zibach. Apta para todo público. Se exhibe en Cinemark.