El sobreviviente del brutal ataque en barrio Cabal

Víctor Sánchez: “No sé por qué mataron a mi papá y a mi hermano”

El joven de 29 años fue alcanzado por un balazo en el centro de su pecho, pero la bala rebotó en el esternón y se desvió. “Queremos justicia, pero no por mí, sino por los que ya no están”, aseguró esta mañana.

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“Puedo contar lo que pasó, pero no puedo explicar por qué pasó”, aseguró esta mañana Víctor Sánchez. Foto: Mauricio Garín

 

Joaquín Fidalgo

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Víctor Sánchez tiene 29 años, está casado y es padre de una niña de 10 años. Se gana la vida como obrero en una empresa de construcción vial y además tiene un improvisado kiosco que atiende en el frente de su casa, en la cuadra de calle Estanislao Zeballos al 5500, en barrio Cabal. “El negocio es un rebusque, porque con la quincena no me alcanza. Por la construcción de mi casa tengo muchas deudas y las tengo que pagar”, explicó esta mañana, en una camilla del Hospital Cullen. Él fue el único sobreviviente de un bestial ataque a balazos ocurrido el pasado Viernes Santo por la tarde en su propia vivienda. No murió porque la bala que le dispararon en el centro de su pecho no rompió el hueso y se desvió.

“Yo estaba afuera con mi viejo (Daniel Danilo Sánchez, de 51 años) en la vereda de mi vivienda. Entonces salieron de su domicilio estos dos muchachos, que son hermanos, miembros de la ‘Banda de Los Monos’ (no tiene que ver con la conocida estructura mafiosa rosarina), y me encararon. Uno me dijo que me tenía que ir del barrio, sin dar mayores explicaciones. Les pregunté qué pasaba, pero no me dijeron nada. Entonces llegó mi hermano (Roque Daniel Sánchez, de 30 años), que no entendía nada. Al final, uno de ellos le dijo al otro: ‘Esperá a que se vaya la policía para arreglar las cosas’. Y así fue”, relató Víctor.

Los uniformados estaban en la cuadra porque unas horas antes habían asesinado a tiros allí a un hombre, Héctor Ismael Duarte, de 28 años. Algunas versiones ubicaban a este sujeto dentro de la mencionada gavilla.

“Tiene una nena”

“Nos quedamos hablando nosotros en la vereda -contó-. Pensábamos ir a preguntarles cuál era el problema. Volvieron quince minutos después. Uno me pidió una cerveza. Le ofrecí una y me pidió otra marca. Busqué en el freezer y cuando me di vuelta me estaba apuntando. ‘Hasta acá llegaste’, me dijo. Y me tiró en el pecho. Caí al suelo y alcancé a ver cómo le tiraban a mi hermano. No sé si él se tiró arriba de mi papá o si fue al revés. Se querían cubrir entre ellos. Escuché que mi hermano le decía ‘loco, no le pegues más’ y mi papá suplicaba: ‘Tiene una nena’. Les preguntábamos por qué nos pegaban mientras disparaban, pero ellos no decían nada. Sólo se reían y tiraban. Creo que ni ellos sabían el porqué. Después no escuché más nada”.

Asesinos y víctimas se conocían muy bien del barrio. “Éramos amigos. Nuestras familias eran amigas. Comíamos juntos. Vivíamos juntos. No había problemas entre nosotros. No nos explicamos qué pasó. Todos los días le pregunto a mi mujer por qué mataron a mi papá y a mi hermano. No tengo respuesta. Si me hubiesen querido robar, por ser dueño del negocio. Estaba bien. Iba a ser un robo más que se iba a hacer. Ni íbamos a buscar de hacer justicia. Ahora ni se dónde está mi familia. Por razones de seguridad, no están en casa, pero tenemos que volver al barrio. No sé cómo vamos a hacer. No sé si me van a seguir dando trabajo cuando me recupere”, señaló.

“Panadero” y “verdulero”

Algunas versiones indican que el ataque puede estar vinculado con la participación de la familia Sánchez en las marchas para pedir justicia por Iván Albertengo, el niño de 11 años asesinado a una cuadra. El pequeño fue alcanzado por una bala en la cabeza a mediados de enero, al quedar en medio de un tiroteo. “De ser así, tendrían que matar a todo el barrio, porque todos los vecinos fuimos. Y si es por eso, esta gente no tiene corazón”, manifestó Víctor al ser consultado al respecto.

“A mi viejo le decían ‘el panadero’. Era muy conocido y querido en toda la zona, porque recorría las calles vendiendo pan casero que hacían con mi mamá y además cortaba el césped. Era un buen tipo, que no tenía problemas con nadie. Lo mataron a sangre fría, como a un perro. Hasta un tiro en la cabeza tenía. Mi hermano era verdulero ambulante y era el único sostén de su familia. No sé qué va a ser ahora de mi cuñada y su hijita, de 5 años”, concluyó.