Mirada desde el sur

Rosario & los Beatles

por Raúl Emilio Acosta

La última semana de marzo y el recuerdo de aquel 2 de abril se conjugaron, por la casualidad, con un acontecimiento que movió los cimientos, siempre soterrados, de las relaciones de fuerza y el “quién es quién” en Rosario. El 21 de mayo podría cantar en la ciudad sir Paul McCartney, caballero de la Reina.

Los jóvenes empresarios del espectáculo, Jorge Cura, hijo de Martha Cura, excepcional empresaria gastronómica y Gastón Abiad, hijo de Alberto “Cuqui” Abiad, agente inmobiliario y también empresario, llevan adelante el intento.

El costo es, al parecer, conocido. Dos millones de dólares de seguro o, si se sobrepasa esa cifra, el 90 % de lo recaudado. Para todos los cálculos imaginemos 3 millones de dólares.

El sitio sería la cancha de Rosario Central (se estima que hacen falta mas de 40.000 espectadores, por el costo de la entrada). Se desechó el Hipódromo Independencia por su pésimo estado (ahora en manos municipales, prácticamente abandonado, pese a que multiplicó sus empleados) y porque no ofrece comodidades para esa cantidad de espectadores.

No es oficial, pero es una voz popular que muchos dirigentes políticos en funciones quieren la foto con Sir Paul McCartney, ¿cuánto estarían obligados a perdonar y cuanto aportarían económicamente para esta visita...? Ése es un campo de batalla entre oficialismos y oposiciones “cholulas” y la sensatez. Estaría perdiendo la sensatez.

En Rosario existe un impuesto que todos conocen, porque no es muy nuevito. El 5,5 % sobre el precio bruto de las entradas, que se cobra a todo espectáculo público (cines, teatros, shows musicales, etc.). Básicamente se desdobla en 2,5 % para la caja municipal y 3 % que depende del Concejo y que se destina a fines determinados: atención de discapacitados y adicciones. Si el Concejo no lo derriba eso se cobra hace años y es la queja de muchos empresarios. Existe hoy. Debería cobrarse. En el año suma mas de 21 millones. Desaparecería.

En un viaje sin agenda previa la señora intendente fue invitada a Buenos Aires para pedir/ prometer/ imaginar que ese porcentaje será quitado. Lo hizo ante una selecta audiencia. La cámara de empresarios (ejem) de espectáculos. Un impulso. Vehemencia oficial. Socialismo pragmático.

Es evidente que los jóvenes empresarios tienen poder. Todos los colegas se vieron obligados, como quien esto escribe, a fijar posición sobre el tema. También se evidencia que el ex Beatle es un imán que destraba viajes e impuestos. Imaginemos que se recaudan esos 3 millones. El 10 % de ganancia local es 300.000 dólares pero, ay, el 5,5 % de aquel total trae 165.000 dólares a las arcas municipales. Como se quiera calcular es lo mismo: un buen dinero para la ciudad que, de eliminarse, desaparecería como beneficio económico para esas instituciones.

Los chicos, concesionarios del espacio estatal denominado “Metropolitano”, quieren hacer su negocio. Poseedores de un sitio web para compra anticipada (un 15 % extra) desean que por allí se compre pero, ay, si depositan la garantía bancaria y después no quitan el impuesto municipal invierten para ganar el 4,5 % real. Quieren garantías de los funcionarios ¿puede el estado garantizar que quitará los impuestos en este caso? ¿Resolverá que, del 21 de mayo hacia adelante, Los Palmeras y La Mona Jiménez tendrán igual facilidad? ¿Es una necesidad estatal para promocionar la ciudad o esto fue disparado por los jóvenes empresarios? ¿Es para la marca ciudad y el turismo? Recordemos, esa ciudad quiere descansar los domingos. Ya lo votó.

Miremos el vaso medio lleno. Está bien que los funcionarios se saquen las fotos. Está bien que los chicos ganen sus dineros privados con la ayuda del Estado. Sir Paul McCartney actúa en estadios estatales en Córdoba y La Plata. Acá hay que pagarle a Rosario Central, que le debe muchos impuestos al Estado. Hay que poner en acción controles municipales y provinciales (policía) y la infraestructura de propaganda y carteles (se menciona a familiares de “Publicar”, la más grande cartelera del país como capitalistas asociados). Dijimos vaso medio lleno. Vendría el Beatle y diría, mirando al palco oficial: “let it be”. Todos sonreirían (para la foto) y sabríamos, una vez más, que la vida es eso: una bella fotografía. En este caso con sir Paul McCartney ¿qué más pedirle a la vida? ¿eh...? Qué más... Sí, hay algo más. Que tararee “... cerca... Rosario siempre estuvo cerca...”. Con ese jingle, cantado por Paul, la vida sería más fácil.

Es evidente que los jóvenes empresarios tienen poder. Todos los colegas se vieron obligados, como quien esto escribe, a fijar posición sobre el tema. También se evidencia que el ex Beatle es un imán que destraba viajes e impuestos.