Paraísos financieros en la picota

  • El minucioso trabajo permitió conocer los nombres y apellidos de jefes de Estado, políticos, déspotas, empresarios, narcotraficantes, mafiosos, deportistas y actores implicados.

Más allá de los efectos políticos locales y sus imprevisibles consecuencias, el caso de los Documentos de Panamá (Panama Papers) ponen en discusión temas como el de la globalización capitalista, la gravitación del capital financiero y, muy en particular, el rol que le corresponde en esta etapa de la historia a los medios de comunicación y en particular al periodismo de investigación.

Sociedades offshore existen desde hace mucho tiempo y tampoco son un secreto los llamados paraísos fiscales financieros. Lo novedoso, en todo caso, es la extensión de este tipo de experiencia y los niveles de concentración que ella exhibe, al punto que la actual fase del capitalismo no sería comprensible sin estos nuevos protagonistas de la economía mundial. Digamos que este fenómeno no hace más que dar cuenta de la complejidad de los procesos sociales con independencia, incluso, del juicio moral que ellos nos merezcan.

Si determinadas franjas del capitalismo recurren a esta estrategia, en la mayoría de los casos para eludir trabas impositivas, blanquear capitales y proteger actividades ilícitas de diferente tipo -entre las que merece mencionarse al narcotráfico y el terrorismo-, no es menos cierto que empieza a gestarse con dificultades y contradicciones una legislación que se esfuerza por poner límites a estos excesos, una batalla cultural y política con resultados inciertos hasta la fecha.

El reciente escándalo de los Documentos de Panamá es un buen ejemplo para ilustrar los tonos y matices con que se libra esta lucha. La información filtrada, que permite conocer los entresijos de la actividad de un poderoso estudio jurídico destinado a constituir sociedades offshore, es anónima hasta la fecha pero no por ello menos eficaz. Como es de público conocimiento, esta información, que suma entre otros datos más de once millones de e-mails, la recibió un reconocido diario alemán que la compartió con más de trescientos periodistas de diferentes diarios del mundo, quienes a su vez se convirtieron en vectores de nuevas investigaciones.

El minucioso trabajo realizado permitió conocer los nombres y apellidos de jefes de Estado, políticos, déspotas, empresarios, narcotraficantes, mafiosos, deportistas y actores implicados, es decir un amplio espectro de actividades que por diferentes motivos recurren a este tipo de decisiones. Con la publicación de esta información se quiebra para el estudio jurídico panameño una de las claves de esta operación financiera: el secreto. Sin este atributo, las sociedades offshore y los propios paraísos fiscales pierden su principal atractivo.

Digamos, a modo de conclusión, que el actual capitalismo globalizado dispone de una lógica que parece ser inevitable, pero a la cual -y ésta parece ser la señal del caso Documentos de Panamá- se le puede poner límites. Tal vez el gran desafío que se nos presenta en la actualidad sea la resolución favorable, para el conjunto de las sociedades y las naciones, de este conflicto manifiesto entre la expansión, la concentración y la especulación de capitales opacos, y las posibilidades reales de un capitalismo transparente y democrático. No es un desafío sencillo, pero no es aventurado afirmar que en los próximos años la suerte de las sociedades depende del modo en que se produzca el desenlace de este caso de alcance mundial.

Hay un conflicto manifiesto entre la expansión, la concentración y la especulación de capitales opacos, y las posibilidades reales de un capitalismo transparente y democrático.