DOÑA JOVITA EN SANTA FE

Humor con tonada serrana

El popular personaje oriundo de Traslasierra, que interpreta el actor José Luis Serrano, se presenta mañana en el Teatro Municipal. En el espectáculo “Gambeteando pecados”, a través de relatos y canciones, reflexiona entre otras cosas sobre el apego desmedido a las redes sociales.

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Doña Jovita, colgada: “No camina, no se cuida, se alimenta mal, con comida chatarra, está todo el tiempo etiquetando a gente que ni conoce”.

Foto: Gentileza producción

 

Juan Ignacio Novak

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José Luis Serrano y Doña Jovita están tan íntimamente ligados que al iniciar la charla no se sabe con exactitud en qué momento va a hablar el actor y en cuál le tocará decir lo suyo al personaje. Basta una inflexión en el tono de voz para pasar de uno al otro, como por arte de magia: sus maneras simples, reflexivas y humorísticas de observar el mundo son las mismas, el discurso es único y coherente. Serrano-Jovita se encuentra en la región para presentarse en Paraná y Santa Fe, donde subirá a escena mañana a las 21.30, en el Teatro Municipal.

Antes de su actuación se hizo un espacio para charlar con El Litoral. El humorista explicó que en el espectáculo, titulado “Gambeteando pecados”, ironiza entre otras cuestiones sobre el apego desmedido al uso de redes sociales. En tanto, Doña Jovita explicó que esta vez se acordó de los “lentes para comer pescado”, que en una visita anterior le complicó la tarea de “caranchear” un dorado. Y que a los mosquitos locales les gustó atacarla. “No ha valido de nada el olor a peperina para ahuyentarlos”, aseguró.

—¿Cuáles son los pecados que tiene que gambetear Doña Jovita?

—Los pecados originales. Doña Jovita dice que está el pecado original, el conocido por todos, aquel, el primero, el que inauguró nuestras tendencias. Pero a ella se le han presentado pecados muy originales. Entre ellos, el apego desmedido al uso de las redes sociales. Y está re colgada, no camina, no se cuida, se alimenta mal, con comida chatarra, está todo el tiempo etiquetando a gente que ni conoce. Ella se siente víctima de eso porque está perdiendo la oportunidad de vivir en libertad como fue durante su juventud.

—Las redes sociales la esclavizan un poco...

—Se olvida del encuentro personal, de mirar a los ojos, dar un abrazo. Pone “me gusta” a todo el mundo y no los conoce. Y está copada, porque descubre nuevos mundos y no sabe cómo gambetear eso.

—¿Cuántos amigos tiene en Facebook?

—Cinco mil. Y no conoce a nadie. Sale a la calle preocupada y dice: a éste lo tengo, a éste no. Y eso lo vive con culpa, sufre. Va a misa, mira a la gente y le da ganas de etiquetarlos a todos.

Volver al entorno

—¿Cómo se fue reiventando Doña Jovita en estos treinta años?

—Nació sobre la observación de las abuelas verdaderas, las abuelas folk, que viven en una región, cuyo acceso a la tecnología primero fue el encuentro con la radio. Una tía mía tenía un terreno muy lindo en la época en que salieron los primeros aparatos de radio y lo cambió por la radio. Mirá lo importante que era. Y la radio pasó a ser el nexo con el mundo. Saber sobre los precios de los cabritos porque tenía que prorratear lo que valía el cordero patagónico en el mercado y más o menos calculado los kilos y por eso ella tiene noción en la distancia, en la montaña, cuánto tiene que cobrar los cueros, los cabritos, un cordero. Su vínculo con la tecnología, la información no es nuevo. Las abuelas de hoy, las que viven lejos, se han visto obligadas a tener un celular, y buscar un punto en la montaña donde hay más señal. Entonces, saben que en determinada piedra pueden entrar los mensajes que le mandan los hijos que viven en Mina Clavero, por ejemplo. O colgadito de un chañar. Y cuando van los turistas o mochileros, los viejos de la sierra les hacen lugar, porque esos son postas de descanso para el periodista. Ellos van y le dicen: “Sabe dónde vienen algunos chorritos o algunas oleadas de cobertura, allá, al lado de esa piedra, o en la punta del corral”. Esas son las referencias y la gente se vincula así y puede comunicarse. Tengo amigos con los que me comunico y sé a que hora van a un monte que hay en las cumbres de Achala y que a esa hora puedo hablarles. Mensajes les puedo mandar en cualquier momento, pero para llamarlos, tiene que ser a determinada hora.

—El personaje está vinculado esencialmente con las sierras, con ese paisaje. ¿Alguna vez pensó en mudarse?

—Jovita, como toca la guitarra y anda con los nietos, viaja mucho, pero añora y regresa de manera permanente. El personaje construido es un personaje trovador, una juglar. Tiene que volver porque en su argumento está su entorno y sus animalitos. Sabe que tiene que volver en tal época porque hay cuatro o cinco chivas que van a parir.

—¿Qué piensa para el futuro?

—No tiene futuro. No se piensa a futuro. El futuro es dentro de dos minutos, nada más. El futuro es mañana cuando amanezca y se haya quedado sin harina. Ése es el futuro: mañana no tiene que olvidarse de comprar la harina.

 

El dato

Entradas

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