Rodrigo Gómez habló extensamente con El Litoral

“Me gustaría que algún día pueda jugar en Unión”

El mediocampista santafesino, que milita actualmente en Independiente, habló de sus inicios en el fútbol, del sacrificio que hicieron sus padres y de sus sueños; además, confirmó que estuvo cerca de jugar en el club de sus amores.

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Sus seres queridos. Elisa y José son sus padres; Érica es su pareja desde hace mucho tiempo; y Benjamín su hijito de cuatro años (que se perdió la foto por jugar). El gran comedor de la renovada casa, que luce en las paredes las camisetas que usó “Droopy” Gómez, se llena de amigos cada vez que el jugador de Independiente pasa por Santa Fe.

Foto: Mauricio Garín

 

Alberto “Nene” Sánchez

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“Droopy” es un personaje animado creado por Tex Avery para el estudio de animación de Metro-Goldwyn-Mayer en 1943. Conocido originalmente como Happy Hound hasta 1949, este afligido perro raza Basset Hound hablaba en un tono monótono, y aunque no lo pareciera, era lo bastante astuto como para vencer a sus enemigos. Su frase preferida era “Soy feliz”.

Cualquier parecido con Rodrigo Gómez no es pura coincidencia. El joven jugador nacido en Santa Fe hace 23 años, a quien desde hace muchos años lo apodaron “Droopy” porque en el campo de juego “aparecía en cualquier lado”, está feliz, y razones no le faltan. Está viviendo un presente que cualquier futbolista quisiera tener, ya que juega en Independiente, uno de los clubes más importantes de nuestro país, y uno de los más populares a nivel mundial, por sus reconocidos logros internacionales, los que comenzaron allá por la década del 70.

Pero por aquellos años, a Rodrigo Gómez le faltaban muchos años para nacer. Lo hizo en 1993, y en los primeros años del 2000, ya jugaba en el Club Las Flores II, por comodidad, dada la cercanía de la cancha a su casa, en el norte de nuestra ciudad. Sus primeros entrenadores fueron Cardozo y Lenchina; y mientras gritaba goles con la camiseta naranja, y también con la Selección de la Liga Santafesina Categoría ‘93, con la que se consagró campeón, un día lo llevaron al Club San Cristóbal para unas pruebas organizadas por “buscadores de talentos”.

Aquel que tuviese un buen rendimiento viajaría a Buenos Aires para incorporarse a Argentinos Juniors. “Droopy” fue uno de los chicos más destacados, por lo que en breve debería trasladarse a la Capital. Daniel Delgado, un amigo de la familia, fue quien lo recomendó a la entidad de La Paternal. Tenía sólo 12 años, y como era la primera vez que se separaba de sus familiares, la mamá tomó la decisión de viajar y quedarse con él en Buenos Aires.

Pero llegó la primera traba para los Gómez. Como el Club Las Flores II tenía un convenio con Unión, no quería cederlo a Argentinos Juniors. Entonces acudieron a la Justicia y tras siete meses pudo conseguir la libertad de acción, aunque tuvo que estar un año sin poder jugar, sólo entrenaba con su división. Después de seis años en inferiores tuvo su gran oportunidad. Luego de formar parte de los planteles profesionales con Astrada y Schurrer, debutó en la primera del “Bichito” gracias a Ricardo Caruso Lombardi. Y después de dos años fue vendido a Independiente, pero de ahí en más, lo va a contar el mismo “Droopy”.

“Daniel (Delgado) me acompañó hasta que fui a Independiente, fue como mi representante, pero no se dedica a eso. Es una persona grande, y cuando arreglé en Independiente, me dijo que no estaba a la altura de lo que yo necesitaba, que me busque un representante. Hablé con Pisculichi, con quien somos muy amigos, y me recomendó a Silvio Del Vecchio y César La Paglia”, contó el hábil mediocampista.

—Cuando te fuiste a Buenos Aires pensaste alguna vez en que podías llegar a este presente?

—No...!!! Ni se me pasaba por la cabeza. Por supuesto que cuando me hablaron de la posibilidad de ir a probarme no lo dudé, quería ir sí o sí. No conocía Buenos Aires, nunca había ido, pero quería ir.

—¿Contame lo que sentiste el día de tu debut en primera?

—Fue lo máximo, algo increíble. Porque además fue muy raro. Yo sabía que iba a debutar, pero Caruso me dijo que no le diga a nadie, que a la prensa le iba a decir que tenía un “tapado”, que iba a salvarlo a Argentinos del descenso. El “tapado” era yo, y pudimos salvarnos del descenso.

—¿Qué significa Caruso para vos?

—Caruso fue fundamental para mí, y por eso siempre voy a estarle agradecido. Fue el técnico que confió en mí, los anteriores me incluían en el plantel profesional, incluso me concentraban y me llevaban al banco, hasta integraba la selección juvenil, pero no me daban la oportunidad que me dio Caruso. Con Caruso jugué 45 partidos de titular seguidos después de debutar, para mí eso es algo invalorable. Siempre me puso en el puesto que mejor me siento, de volante por derecha o por izquierda, fue el puesto que me había visto en la reserva de Argentinos.

—¿Caruso es así como lo vemos?

—Sí, es así. Es un técnico motivador y sabe muchísimo, trabaja mucho. Yo siempre digo que es una persona que no tiene filtro. Para él no hay grises, es blanco o negro, y si te tiene que decir algo te lo dice, pero como entrenador sabe un montón, y por eso ha salvado a muchos equipos de que desciendan.

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Sus primeros pasos en el fútbol. Con la camiseta de Las Flores II. A los siete años ya jugaba en el popular club del todavía más popular barrio del norte de la ciudad. Luego de cinco años vistiendo la naranja, se fue a Buenos Aires para jugar en Argentinos Juniors.

Foto: Mauricio Garín

 

“Droopy” rojo

—¿Cómo fue lo de Independiente?

—Me puse muy contento porque mi venta podía ayudar a Argentinos, para tratar de devolverle al club algo de lo que me dio durante nueve años. Llegar a Independiente significó mucho para mí, a pesar de que los primeros seis meses no jugué mucho. No encontraba mi posición en la cancha y por eso no tuve la continuidad necesaria. El técnico era Almirón, jugué siete partidos de titular y después me tocó salir, iba al banco pero no jugaba.

—¿Por eso fuiste a Quilmes?

—Claro, para no estar sin jugar. Aunque dejar un club grande como Independiente no parecía una buena idea. Al principio me costó aceptarlo, para mí fue muy importante. Sin desmerecer a Quilmes, fue como bajar un escalón para después subir dos, porque encontré el rodaje que no tenía, jugué los 30 partidos del torneo de titular. Me llevó Julio Falcioni, quien dirigió los primeros 18 partidos, después llegó el “Colorado” Sava y me puso los otros 12.

—¿Cuando volviste a Independiente ya estaba Pellegrino?

—Sí. Ya me había pedido para llevarme a Estudiantes, pero me faltaban seis meses por cumplir en Quilmes. Independiente es un club con otras obligaciones, muy diferentes a las de clubes como Argentinos o Quilmes, para colmo hace muchos años que no gana un campeonato, pero es una muy linda presión. Es una camiseta con mucha historia y mucho peso, pero es hermoso jugar en nuestra cancha, con el apoyo de tanta gente.

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Con “Juani” Cavallaro. Campeón con la juvenil. Dos tatengues se juntaron para obtener el campeonato internacional Cotif para selecciones juvenil Sub 20, jugado en España. “Droopy” Gómez y “Juani” Cavallaro formaron parte del plantel, junto a Andrés Mehring, Marcos Fernández, Alan Ruiz y Mauro Icardi, entre otros

Foto: Archivo El Litoral.

¿Y en Unión?

—¿Estuviste tan cerca de venir a Unión como se habló acá?

—Todos saben que soy hincha de Unión, y además tengo una muy buena relación con Madelón, tal es así que hemos charlado un par de veces. La posibilidad estuvo, pero dependía de que Martínez arreglara en Independiente. En su momento, la condición que había puesto Unión para que Mauri pasara a Independiente era que yo venga a préstamo. La verdad que para mí era muy raro porque no podía decidir nada, y aparte los dirigentes de Independiente me habían comunicado que por nada del mundo me iban a negociar para jugar en un club de Argentina.

“A Lucero también lo habían metido en la negociación, pero Unión debía inclinarse por uno de los dos, y terminó decidiéndose por mí. Igual siempre voy a estar cerca de venir a Unión, porque toda la ciudad sabe que soy hincha, y me gustaría mucho jugar algún día en este club. Por eso también quiero agradecer a Leo, porque es la segunda vez que intenta que yo venga a Unión, la otra había sido cuando ya había arreglado mi préstamo con Quilmes”, agregó Gómez.

—Recién tenés 23 años, sos muy joven, así que podés seguir soñando..., ¿cuáles son tus sueños?

—A corto plazo, me gustaría afianzarme en Independiente, ser titular indiscutido demostrando lo que hice en Argentinos y en Quilmes. Si consigo eso ya pasaría a soñar en grande, por supuesto que me gustaría jugar en la selección.

—¿Y jugar en Europa...?

—Obviamente que me gustaría, pero realmente sueño con vestir la camiseta de la selección.

—Si tendrías que mencionar una virtud de tu juego, ¿cuál sería?

—Yo creo que la pegada y la velocidad. Pero pienso que la pegada es mi fuerte, en cada equipo que juego soy el encargado de las pelotas paradas.

—Y si tuvieras que agradecer a alguien por tu presente, ¿de quién te acordarías?

—De mucha gente, fueron muchos los que me ayudaron a lo que estoy viviendo ahora. Sin dudas tengo que nombrar a mi familia. Mis viejos y mis hermanos fueron los que me bancaron siempre, tanto en los momentos buenos como en los malos. Y ahora ya tengo mi propia familia, así que también ellos son importantes para que yo pueda hacer lo que me gusta.

—Tuviste que pasar por algún momento difícil en tu corta carrera?

—Sí, pero es el momento que les pasa a todos los que nos dedicamos a esto. Es esa etapa de los 16-17 años, cuando tenés esa incertidumbre de que si vas a tener o no la posibilidad de jugar en primera después de tantos años de sacrificio, de no estar con tu familia, de no poder disfrutar de las cosas que normalmente hacen los jóvenes. Es algo complicado, pero ahí es donde aparece el apoyo de las personas que te quieren y quieren lo mejor para uno.

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Una decisión acertada.. Un año jugando en Quilmes. En el Independiente dirigido por Jorge Almirón no tenía lugar, entonces, junto a los dirigentes del Rojo, decidieron que lo mejor era pasar a otro club para tener rodaje. Fue a Quilmes y lo consiguió.

Foto: Archivo El Litoral

Los valores de la vida

Cuando se presenta la posibilidad, la familia Gómez (“Droopy”, su pareja Érica y su hijo Benjamín) cambian Nordelta, su lugar de residencia en Buenos Aires, por avenida Peñaloza casi Gorriti, allí está la casa de los Gómez (José y Elisa, sus padres), la de siempre, en la que se crió junto a sus hermanos, Agustín y Federico: “Yo soy el mismo pibe de siempre. A mí nada me va a cambiar. Tengo los mismos amigos de cuando era chico, y cada vez que vengo nos reunimos como hace 10 años. Obviamente, la familia es lo primordial. Si mis viejos y mis hermanos quieren quedarse acá, porque en el barrio los conocen todos, a mi me pone muy feliz. Te puedo asegurar que cada vez que vengo a Santa Fe es como recordar mi infancia, a mi no me cambió nada el hecho de haberme ido a jugar a Buenos Aires”, manifestó Rodrigo Gómez con emoción.

“Me siento muy cómodo y feliz cuando nos reunimos como 20 personas cuando puedo venir, es lo que me gusta. Y cuando voy a algún lugar de visita, lo único que quiero es que me traten como una persona más, no me siento más que ninguno por ser un jugador profesional, y por esa razón conservo la amistad con lo pibes de siempre, ellos saben que cuando vengo sigo siendo el mismo de antes”, señaló “Droopy”.