“CASTA DE MALDITOS” CUMPLE 60 AÑOS

Los perdedores de siempre

La película de Stanley Kubrick se estrenó el 20 de mayo de 1956. Protagonizada por Sterling Hayden, es la historia del robo a un hipódromo pero, en retrospectiva, se erige como la piedra angular de una filmografía que más tarde incluirá “2001, odisea del espacio”, “La naranja mecánica” y “Barry Lyndon”.

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Sterling Hayden, un actor tal vez no lo suficientemente valorado, encabeza un elenco de actores poco conocidos, pero que alientan con sus personificaciones un film noir irrepetible. Foto: MGM / UA

 

Juan Ignacio Novak

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Tal vez uno de los mejores cineastas que engendró el siglo XX, Stanley Kubrick, es conocido por los geniales y controvertidos trabajos que gestó desde mediados de los años '60, como “Dr. Insólito o Como aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba” (“Dr. Strangelove or How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb” - 1964), “2001, una odisea del espacio” (2001: A Space Odyssey, 1968) y sobre todo “La naranja mecánica” (“A Clockwork Orange”, 1971).

Pero sus primeras películas, que filmó en la década del '50, representan ya un compendio de las virtudes que luego demostraría más acabadamente: dominio formidable de la puesta en escena, manejo instintivo del lenguaje cinematográfico, prolijidad obsesiva en el montaje, búsqueda de nuevos modos de plasmar ideas en imágenes y sabiduría para exprimir los recursos pertenecientes a cada género. En “Casta de malditos” (cuyo título original, más prosaico y cercano a la materia del film es “The Killing”), estrenada hace 60 años, el 20 de mayo de 1956, elaboró un film noir modélico, impecable e implacable.

El protagonista es Sterling Hayden, un actor de imponente presencia, recordado por interpretar al Capitán McCluskey, asesinado por Michael Corleone (Al Pacino) en la famosa escena del restaurante Louis de “El padrino” (The Godfather, 1972). Bajo las órdenes de Kubrick personifica a Johnny Clay, desencantado ex convicto que, paradójicamente, planea robar la recaudación de un hipódromo para poder así abandonar la vida criminal. Aquí está el primer tópico que emparenta al filme con el cine negro. Para poder perpetrar el golpe, reúne a un grupo que incluye un policía, un barman y un apocado cajero (Elisha Cook Jr., actor muy versátil que siempre quedó relegado a roles secundarios) sometido a su manipuladora y malvada novia. Esta última, encarnada por Marie Windsor, es una femme fatal al uso, que representa el segundo elemento del cine negro que Kubrick incorpora en la historia. Clay prepara todo meticulosamente. Y el golpe parece ir bien. Hasta que, al final, cada uno de los personajes cede ante su demonio particular (el alcoholismo, la violencia, la cobardía) y el plan se desploma. El tercer elemento que se corresponde con el género negro: todos ellos son perdedores, están atados a un destino trágico.

Concisa perfección

La película tan sólo dura 83 minutos, pero le bastan al director para proponer un sólido estudio de personajes, en el que mucho tiene que ver la impronta del escritor Jim Thompson, quien colaboró con la confección de los diálogos. No es descabellado afirmar que cineastas como Quentin Tarantino, en “Perros de la calle” (Reservoir Dogs, 1992) y Guy Ritchie, en “Snatch: cerdos y diamantes” (Snatch, 2000) son deudores de esta obra mayúscula de la filmografía kubrickiana. No sólo porque pivotean sobre las mismas bases narrativas, sino también por la construcción de los personajes marginales, desafortunados, no por ello carentes de encanto. Y por la mirada fatalista: mientras logran dominar prejuicios, violencia, compulsiones y celos, todo marcha bien en el robo que planifica la banda. Pero cuando cada un cede al lado oscuro, todo se complica. Y la cámara de Kubrick los conduce hacia ese destino trágico, previsto de antemano. El botín se pierde y la amargura de Johnny Clay es infinita: tiene la posibilidad de escapar, pero se da cuenta de que no quiere hacerlo. Se va a entregar. Es que su ilusión se acaba de esfumar con el golpe frustrado. Esa secuencia final es de tal nihilismo que adelanta en veinte años a la sombría “Barrio chino” (Chinatown, 1974) de Roman Polanski. Todo un logro.

Antecedente

  • Antes de “Casta de malditos”, Stanley Kubrick escribió y dirigió un modesto film que mezcla policial negro con melodrama en el mundo del boxeo. Se trata de “El beso del asesino” (“Killer's Kiss”, 1955), donde un púgil rescata a una mujer de las manos de un violento hampón. Kubrick hizo alarde de su dominio de la técnica cinematográfica: además del guión y la dirección, se ocupó de la producción, la fotografía y el montaje.