En familia

El resentimiento

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Por Rubén Panotto (*)

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El resentimiento es sentir una y otra vez (re-sentir), el enojo por maltrato en el pasado, provocado por una persona o la sociedad en general. Es posible que todos pasemos por esta emoción negativa en la vida, pero el daño consiste en que nadie reconoce tenerlo, sea porque afecta a nuestra autoestima, o porque conlleva una tarea de restauración que incluye condiciones que no tenemos o no estamos dispuestos a adoptar.

Existen innumerables motivos para resentirse, según la interpretación que hacemos sobre el hecho vivido. La permanente crítica y desprecio que recibimos de otros, por nuestra manera de ser y de pensar en la vida. El desengaño y decepción por personas que apreciamos, y que de un momento a otro, nos demuestran su rechazo e indiferencia; sentirse utilizado y manipulado por personas que abusan de su confianza explotándonos en el trabajo, la profesión, el cuerpo, los bienes; una enfermedad o pérdida de un ser querido, que resiente ante Dios, la vida y la justicia.

Las evidencias más comunes de padecer un resentimiento aparecen, cuando ante cualquier circunstancia negativa, se lo compara invariablemente con aquella experiencia ofensiva inolvidable. Cuando sin mayores razones, surgen reacciones descontroladas de ira, enojo y violencia verbal hacia familiares y próximos. Nuestro mundo sufre el atropello y violación de las libertades personales, expresados en la crítica despiadada, los prejuicios éticos y estéticos, la ofensa verbal y psicológica, la imposición de la propia verdad como absoluta, el abuso en todas sus expresiones, etc. Todo lo cual deriva en la generación de una sociedad resentida, que vuelca estas situaciones sin resolver al seno de la familia y su entorno para enfermarla, y como consecuencia en los aspectos psicológicos y emocionales aparecen estrés, depresión, ira, mal humor, angustia y tristeza.

Cómo vencerlo

Para poder hacerle frente a la situación y tratar de superarla, hay que comenzar por cambiar la mirada de lo que ocurrió. Lo que pasó ya fue y nadie puede borrarlo de nuestra historia. Generalmente, se propone el castigo como revancha al ofensor, pero como alguien dijo: “El resentimiento es como tomar veneno y esperar que el otro se muera”.

Asimismo, es necesario construir puentes de perdón, como se titula el poema de la escritora Olympia Leyton de Guatemala, que expresa: “La inquietud artera que te derrite/ ese desasosiego que te roba la calma/ que te quita el sueño y que te enferma el alma / es porque no perdonas, es porque no olvidas.// En tu corazón has levantado/ un castillo de piedra, con murallas de rocas,/ al que te ha injuriado,/ al que te ha ofendido.// Aprende a perdonar; no ates a nadie./ ¿Para qué arrastras esas cadenas / Que por vida te unirán al que te esclaviza?/ Déjalo en libertad y recupera/ tu augusta paz y tu tranquilo sueño.// ¿Acaso Dios a ti no te perdona?/ Y no sólo una vez... te ha perdonado siempre./ ¿Y qué derecho tienes tú/ sobre el que juzga?/ Perdónale, que a ti Dios te perdona.// No levantes murallas de rencores./ Construye puentes de perdón y amistad./ Y perdónate tú, que al perdonarte,/ Estarás perdonando/ a todo el mundo.

Sobre este tema Jesucristo enseña: “... si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará su Padre celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará las suyas”.

(*) Orientador Familiar