De domingo a domingo

“Estamos aprendiendo”

Ernesto Behrensen

DyN

De pasar a ser una muestra de capacidad para reconocer errores se transformó en una constante que trasunta debilidad.

“Estamos aprendiendo a trabajar juntos, estamos aprendiendo a organizarnos”, se sinceró Mauricio Macri hace dos meses en un acto en el partido bonaerense de Tres de Febrero. “Estamos aprendiendo sobre la marcha”, reconoció el ministro de Energía, Juan José Aranguren, al hablar sobre el acceso a las tarifas sociales. “Tenemos el mejor equipo de los últimos 50 años”, lanzó poco antes el propio presidente. ¿Cómo se explica esta contradicción entre la humildad que implica reconocer que se está aprendiendo y la soberbia de pretender encabezar el mejor equipo de los últimos 50 años? Quizás en la debilidad política de un gobierno que llegó al poder luego de doce años de kirchnerismo, con minoría en el Congreso y en los gobiernos provinciales. Quizás en la obsesión permanente que tienen por la “comunicación”. Por lo que se publica.

Una obsesión que arrastra desde su paso por la ciudad de Buenos Aires y que llevó a sus estrategas a explotar al máximo el uso de las redes sociales en detrimento de los medios tradicionales. Casi comparable con la manía de la ex presidente Cristina Fernández con su “comunicación directa” con la gente a través de los actos transmitidos por Cadena Nacional. Esta preocupación, que cala más hondo en su equipo que en él mismo, lleva al presidente a una exposición a veces innecesaria y no impidió que se instalen algunos conceptos negativos (CEOcracia, improvisación, insensibilidad).

Las repetidas marchas atrás en las que incurrió la Casa Rosada tampoco ayudaron. De pasar a ser una muestra de capacidad para reconocer errores se transformó en una constante que trasunta debilidad. “Marcos (Peña, jefe de Gabinete) es un estratega de la comunicación, y al final del camino se suele confirmar que tenía razón. El problema es que el cargo que le tocó implica gestión y en eso tiene falencias”, reconocen en el propio PRO. Incluso Macri tuvo que salir a despejar dudas por la supuesta “falta de coordinación” en su equipo ministerial aclarando que en su oficina se “coordina todo”.

Dos claros ejemplos

Dos temas que ocuparon gran parte de la agenda de los últimos días estuvieron relacionados con la “comunicación” y demostraron que en el equipo presidencial se sigue “aprendiendo”: El encuentro con el conductor, empresario y dirigente futbolístico Marcelo Tinelli y el acuerdo entre la Administración Nacional de Seguridad Social (Anses) y la Secretaría de Comunicación Pública para la utilización de los datos personales.

En el primer caso, el cruce se produjo por la molestia que causó en la Casa Rosada la sátira sobre Macri que por las noches se realiza en el programa televisivo. “Tinelli me satiriza de mala manera ante tres millones de personas en televisión y se ofende porque lo critican 30.000 tuiteros”, afirmó el presidente en una columna del diario La Nación. La declaración se produjo luego de las denuncias de Tinelli contra el PRO por impulsar campañas sucias a través de trolls. Estos mecanismos se hicieron habituales en los últimos años y fueron utilizados por todos los colores políticos. Existieron blogueros “K”, pero también trolls macristas, massistas y radicales. En muchos casos, funcionando desde la propia estructura del Estado. Todo terminó, como corresponde a este tipo de disputas mediáticas, con una “selfie” entre Macri y Tinelli en Olivos. ¿Cómo minimizar el tema como pretenden en el gobierno ante una audiencia oficial en la residencia presidencial y con tantos intereses mutuos en juego?

En el segundo caso hubo, por lo menos, ingenuidad política. Tras doce años en los que desde lo más alto del poder se utilizaron los datos personales para amedrentar a opositores, la sola mención de este tipo de acuerdos genera preocupación. ¿Qué garantías tienen los ciudadanos de que sus datos se utilizarán correctamente? ¿Alcanza con la promesa de un funcionario de que éste es un gobierno distinto y que lo hará bien? ¿Qué les impediría hacerlo mal? ¿Y los próximos gobiernos? Si se convalida este tipo de convenios, el andamiaje administrativo quedará consolidado para otros. Los argumentos que se utilizaron para defenderlo fueron pobres.

“De ninguna manera en este convenio que hemos firmado y es parte de una política de protección de datos personales, se prevé usar información confidencial o que vulnere la intimidad de ningún ciudadano”. “El objetivo no tiene que ver con la comunicación política o propagandística, es para mejorar el vínculo con los ciudadanos”, afirmó el jefe de Gabinete. En privado, se justifica el acuerdo en que se firmó “hace dos meses”, en que “ya hubo otros similares con otros organismos” y en que durante el kirchernismo se suscribieron otros. También se explica que la intención es tener un “vínculo directo” y “segmentar” el mensaje.

Dicho en castellano: tener una radiografía precisa de la población registrada en la Anses y en el Pami para que el gobierno pueda transmitir lo que desee con precisión quirúrgica según la capacidad económica, la edad, el nivel de educación, la residencia del destinatario. Sin caer en la exageración de Hebe de Bonafini, quien comparó a Macri con Adolf Hitler, el tema es preocupante. Sobre todo por las malas experiencias de los años anteriores en materia de utilización de datos personales para atacar a opositores.

Caminos equivocados

Dos temas vinculados a la “comunicación”. Dos temas mal encarados. Errores “políticos” que permitieron que el ex presidente Fernando de la Rúa, quien quedó en el imaginario colectivo como una persona “sin rumbo” tras la sátira de Tinelli, le recomendara a Macri que “aguante las imitaciones” del conductor de TV. También habilitaron a Cristina Fernández, quien usó datos confidenciales para escrachar públicamente a quien la molestara (como el “abuelito amarrete” de los diez dólares o el agente inmobiliario que se quejó por la caída en las ventas), a que dijera que Macri pretende “vigilar y controlar” a la población y alertara sobre la aplicación de “un Estado policial”.

En el primer caso, se intentó poner fin al debate con una reunión en Olivos. En el segundo, se judicializó y ahora el gobierno espera una resolución y promete acatar lo que se dicte en Tribunales. ¿Hacía falta llegar a este extremo? Mientras tanto, los datos económicos siguen sin dar señales de alivio, pese al optimismo mostrado por Macri en la Rural, en donde defendió las “decisiones difíciles” que tomó y dijo contar con el “apoyo mayoritario” de la población.

A la caída de la producción industrial del 6,4 por ciento se sumaron las pérdidas de más de 40 mil puestos laborales en mayo y una suba en el déficit de las cuentas públicas. Con el aumento de las tarifas judicializado, el gobierno no puede achicar la sangría de recursos que se aplican a los subsidios. Mientras, se suceden los cortes en el servicio eléctrico en el área Metropolitana. En este marco, la Casa Rosada buscará, esta semana, retomar la agenda política con dos hechos. El primero, la reunión en la Casa Rosada a la que convocaron a todos los gobernadores para ratificar la devolución del 15 por ciento de coparticipación, que este año implicarán 37 mil millones de pesos. El segundo, será un encuentro de Macri con “los Gordos” de las tres CGT. La reunión será entre el lunes y el martes para “tratar de encauzar” la multimillonaria deuda que el Estado tiene con las obras sociales sindicales. Conocedor de las debilidades de los dirigentes de las centrales obreras por las cuestiones monetarias, el gobierno busca, con esto, “neutralizar movidas de paros” en el segundo semestre.

Con el calendario como una espada de Damocles sobre sus cabezas y pensando en las elecciones del año próximo, en el gobierno pretenden desactivar conflictos y resolver los temas espinosos lo más pronto posible. Por ahora, las encuestas de imagen de Macri siguen en niveles altos. La incógnita es cuánto durará el proceso de “aprendizaje” en el PRO, al que Macri, en la Rural, volvió a hacer referencia.

Los datos económicos siguen sin dar señales de alivio, pese al optimismo mostrado por Macri en la Rural