editorial

  • Las distorsiones en la cadena de valor persisten y los productores lecheros enfrentan un contexto plagado de problemas.

Tamberos en crisis

Los aplausos y la cordialidad caracterizaron la visita del presidente Mauricio Macri al acto de inauguración oficial de la Exposición Rural en la ciudad de Buenos Aires. No se trató de un hecho casual, ya que hacía 15 años que ningún mandatario participaba de este acontecimiento tan importante para el sector productivo nacional.

Además, a poco de asumir el gobierno, Cambiemos cumplió con su compromiso de campaña de eliminar las retenciones a las exportaciones de trigo, maíz, carne y productos regionales; y redujo 5 puntos porcentuales la alícuota que se pagaba por la soja, que desde entonces se colocó en el 30 por ciento.

“Se le ha sacado la pata de encima al campo y se le está tendiendo la mano”, afirmó Macri. “Basta de grietas, de unitarios contra federales, basta de radicales contra conservadores, de peronistas contra antiperonistas”, reclamó Luis Miguel Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina.

De todos modos, tanto el sector productivo, como el gobierno, saben que no todas son buenas noticias para el campo, ya que la lechería viene atravesando una grave y prolongada crisis.

El ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, reconoció que el sector tambero hoy está endeudado y sin posibilidades de realizar inversiones. Atribuyó esta situación a las políticas kirchneristas y se mostró optimista sobre lo que pueda suceder en el futuro cercano: “El año que viene va a ser muy promisorio para la lechería”.

Lo cierto es que para miles de productores tamberos poco importa quiénes fueron los responsables de la situación actual, que se enmarca además en un contexto de crisis internacional para el sector.

Por estas horas, productores se manifestaron en la ciudad de Rafaela para reclamar por una recomposición del precio que cobran por la leche y por un sinceramiento de la cadena de valor. Es que, mientras ellos reciben apenas migajas, el precio de los productos en las góndolas de los supermercados es comparable a los que se pagan en Europa.

Resulta llamativo que, tanto el gobierno anterior, como el actual, no tengan en sus manos la posibilidad de sentar en una misma mesa a los productores, a los industriales y a los grandes supermercados, para analizar en detalle en qué eslabones de la cadena de valor se producen las distorsiones.

El mismo Buryaile acaba de reconocer que el eslabón comercial trepó siete puntos por encima de las medidas históricas de participación en el precio, lo que termina perjudicando a la industria, al sector agropecuario y a los consumidores.

Existen datos elocuentes sobre la gravedad del problema. En la provincia de Santa Fe, se producían hasta hace poco tiempo 8 millones de litros diarios de leche. En estos momentos se producen apenas 5,3 millones de litros y se espera que la recuperación llegue recién a mediados del año que viene. En el camino, seguramente muchos tamberos no resistirán la crisis.

Los bajos precios no representan el único inconveniente. Las inundaciones provocadas por las lluvias de los primeros meses del año destruyeron gran parte de las pasturas en la provincia.

En medio de este contexto desolador, crece el número de vacas lecheras que terminan siendo vendidas a los frigoríficos para el consumo de carne. Esto sucede porque los productores necesitan recursos para sobrevivir o porque, literalmente, no tienen cómo alimentarlas.

Las buenas intenciones del gobierno nacional son bienvenidas. Sin embargo, todo indica que el abanico de medidas adoptadas hasta ahora no resultó suficiente. Si el panorama no cambia rápidamente, muchos quedarán en el camino.

Las buenas intenciones del gobierno nacional son bienvenidas. Sin embargo, el abanico de medidas adoptadas hasta ahora no resultó suficiente.