A 71 años de la tragedia

Hiroshima recordó el lanzamiento de la bomba atómica

14-3-3784408.jpg

Aún los niños siguen llorando la tragedia que vivió la ciudad hace más de setenta años. Foto: Agencia EFE

 

Agencia DPA

La ciudad japonesa de Hiroshima conmemoró hoy el 71 aniversario del lanzamiento de la bomba atómica con un llamamiento a la abolición de las armas nucleares.

En torno a 50.000 personas asistieron a la ceremonia en el Parque Conmemorativo de la Paz, situado cerca de la zona cero. Allí se guardó un minuto de silencio a las 8:15, el momento exacto en el que el bombardero estadounidense B-29 lanzó la bomba atómica sobre la ciudad en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial.

“Hoy renovamos nuestra determinación, ofrecemos consuelo de corazón a las almas de las víctimas de la bomba atómica y abogamos por hacer todo lo que esté en nuestras manos (...) por la abolición de las armas nucleares y la construcción de una paz mundial duradera”, dijo el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui.

Según dijo Matsui en referencia al primer ministro, Shinzo Abe (que también estaba presente), “un mundo sin armas nucleares reflejaría el noble pacifismo de la Constitución japonesa”.

Tras su victoria en los comicios a la Cámara Alta celebrados en julio, Abe planea modificar la Carta Magna nipona, que renuncia a la guerra. En su artículo 9, el texto prohíbe el uso de la fuerza para solucionar conflictos internacionales.

Durante su discurso, Matsui citó también al presidente estadounidense, Barack Obama, quien durante su visita a la ciudad el pasado mayo instó a los países con arsenales nucleares a “tener la valentía de escapar de la lógica del miedo” y buscar un mundo sin este tipo de armas.

En la ceremonia participaron representantes de 91 países, entre ellos potencias nucleares como Estados Unidos, Reino Unido, Rusia y Francia. El alcalde de la ciudad aprovechó la ocasión para hacer un llamamiento a los líderes mundiales a que visiten el monumento conmemorativo.

6 de agosto de 1945: El día que cambió el mundo

El reloj marcaba las 08.15 ese 6 de agosto de 1945 cuando un bombardero Boeing B-29 llamado Enola Gay lanzó sobre Hiroshima la bomba de uranio Little Boy. Justo 43 segundos después, cuando se encontraba a 600 metros del suelo, estalló en una bola de fuego de hasta un millón de grados centígrados, arrasando con casi todo lo que estaba a su alrededor. “¿Cuántos japoneses matamos?”, se preguntó el copiloto del Enola Gay, el capitán Robert Lewis. “Honestamente me cuesta encontrar las palabras para explicar esto. Dios mío, ¿qué hemos hecho?”, escribió en su diario de a bordo mientras el avión regresaba a su base en una isla del Pacífico.

La onda de choque inicial generó ráfagas de 1,5 kilómetros por segundo que arrastraron con fuerza escombros y desgarraron a su paso miembros y órganos humanos, antes de volver a la zona cero. Entonces, un hongo nuclear empezó a elevarse por encima de la ciudad hasta alcanzar los 16 kilómetros de altura.

Se estima que murieron alrededor de 140.000 personas en el ataque, entre ellos los sobrevivientes al bombardeo que fallecieron poco después a consecuencia de la radiación.

Tres días después de Hiroshima, el ejército estadounidense lanzó una bomba de plutonio en la ciudad portuaria de Nagasaki, matando a unas 74.000 personas. Y, pocos días después, el 15 de agosto de 1945, Japón se rindió, poniendo fin a la guerra del Pacífico y, por tanto, a la Segunda Guerra Mundial.

Los partidarios de ambos ataques defienden que, aunque el número de víctimas fue elevado, sirvieron para salvar millones de vidas, al evitar una invasión terrestre. Pero en 1945 muchos altos comandantes estadounidenses consideraban que la bomba atómica era “militarmente innecesaria, moralmente condenable, o ambos”.