Temer se frota las manos

El Senado le dio el golpe final a Rousseff

El cuerpo legislativo en pleno aprobó con una clara mayoría el proceso definitivo de destitución de la presidenta Dilma Rousseff, apartada del cargo desde el pasado 12 de mayo. El voto siguió a una maratónica jornada de 16 horas, con los ojos del mundo puestos además en Brasil por la celebración de los Juegos Olímpicos.

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Esta madrugada, el Senado aprobó por 59 votos a favor y 21 en contra un informe que pide la destitución de Dilma por irregularidades en el manejo de los presupuestos. Foto: Agencia EFE

 

Redacción El Litoral

Agencias EFE/DPA

Michel Temer puede haber comenzado a frotarse las manos tras la decisión del Senado brasileño de avanzar a la última fase del proceso contra la mandataria Dilma Rousseff, que pudiera convertirlo en presidente hasta el 1 de enero de 2019.

Después de una sesión que duró unas 16 horas, el Senado aprobó esta madrugada un informe que recomienda la destitución de Rousseff, acusada de irregularidades fiscales, y deja a Temer a un paso de ser confirmado en el cargo que, por ahora, ocupa en forma interina.

La banda presidencial que Temer usa desde mayo, cuando sustituyó a Rousseff, suspendida debido al juicio político, será suya hasta el 1 de enero de 2019 si el Senado finalmente destituye a la mandataria en una última votación prevista para fines de este mes.

Michel Miguel Elias Temer Lulia, abogado constitucionalista de 75 años, católico y descendiente de libaneses, jamás fue candidato a la Presidencia, pero el cargo le ha llegado ahora de carambola.

Ocupó desde 1987 un escaño en la Cámara de Diputados, que llegó a presidir tres veces, y solo lo dejó para las presidenciales de 2010, cuando aceptó acompañar a Rousseff en la fórmula que a ella la llevó al poder y a él a la Vicepresidencia. Y allí fue fiel y discreto hasta fines del año pasado, cuando decidió revelar sus discordias con Rousseff en una explosiva carta.

Y ahora, la decisión que deja a Rousseff al borde del abismo viene del Senado, que aprobó por 59 votos a favor y 21 en contra un informe que pide su destitución por irregularidades en el manejo de los presupuestos que calificó de “atentado contra la Constitución”.

El antes y después de Dilma

El juicio final será celebrado a fines de agosto y hoy por hoy casi nadie apuesta a que Rousseff será absuelta, con lo cual será una “carta fuera de la baraja”, como ella mismo dijo días antes del pasado 12 de mayo, cuando se instauró el proceso y fue suspendida de sus funciones.

No obstante, si fuera declarada inocente, retomará el poder y mandaría otra vez a la vicepresidencia a Michel Temer, con quien ha ido del amor al odio.

Dilma Vana Rousseff Linhares era una tecnócrata con fama de antipática, sin aspiraciones políticas y una perfecta desconocida para la mayoría de los brasileños.

Nunca había sido candidata a nada, pero aupada por Luiz Inácio Lula da Silva llegó a la Presidencia de Brasil y fue luego reelegida en 2014 con 54 millones de votos que hoy no tiene, según dicen encuestas que le atribuyen apenas un 10 % de popularidad.

Esa caída en picado de su apoyo, carcomido con la voracidad de un “pacman” por una combinación de severas crisis económica, política y de corruptelas, fue determinante para apearla de un poder que hasta 2010 no estaba en sus planes.

Rousseff era resistida por el Partido de los Trabajadores, pero Lula la impuso como candidata presidencial, le hizo la campaña y la convirtió en la primera mujer elegida para un cargo que, hasta entonces, solo habían ocupado 35 hombres.

Cuando asumió el poder por primera vez, el 1 de enero de 2011, su condición de economista animó a los mercados, pero, en contra de lo que se esperaba, el Brasil de Rousseff perdió el impulso que había convertido al país en la “niña mimada” del mundo de los negocios.

En junio de 2013 la sorprendieron unas de las mayores protestas de la historia del país, cuando millones de personas tomaron las calles para protestar por los pésimos servicios públicos, justo un año antes de que Brasil acogiera el Mundial de fútbol.

Desde entonces, Brasil entró en ebullición y Rousseff comenzó a derrumbarse, aunque logró ser reelegida en 2014 por una diferencia de escasos tres puntos, que ya hablaban de la fractura política de la sociedad.

Su segundo mandato nació herido por un agravamiento de la crisis económica y por las corruptelas en la petrolera estatal Petrobras, que enlodaron a casi todos los partidos oficialistas y desbarataron su base política.

En el último año, el torbellino político la acorraló y la puso al borde de un juicio político por unas maniobras fiscales irregulares que ella niega insistentemente.