La ultracorrección

Por Enrique José Milani

Se trata de una palabra compuesta, que proviene del latín “ultra”: además de, más allá de, al otro lado de (ultramar, ultrapuertos), sumada la idea de exceso: ultrafamoso; y corrección, a lo que aspira todo hablante o escribiente.

Tantos errores se cometen al hablar o escribir, que muchos, por un exceso o exageración de corrección, caen en el fenómeno del título que Menéndez Pidal define como “fundado en un natural deseo de purismo” o cultura.

El diccionario es más concreto y explicita: “Deformación de una palabra por equivocado prurito de corrección, según el modelo de otros, por ej. inflacción, por inflación, debido al influjo de transacción, lección, etc. En esta falta, incurren los que, por no cometer vulgarismos al decir “caldeao, alzao, yo cabo, el sartén”, creen evitarlo diciendo “bacalado, Estanislado, comisería, culeca, copeo”, etc. cuando lo que corresponde es: bacalao, Estanislao, comisaría, clueca, copio. También caen en lo mismo los que creen ser “ respectuosos”; los que por evitar la pronunciación vulgar de la ‘ll’ como en “zapayo, yoro, yuvia”, dicen “pallaso, pollo (en vez de ‘poyo’: banco de piedra, yeso u otra materia), que no es lo correcto. Otro tanto cuando se dice: expontáneo, extremecer, adversión, aficción, en vez de espontáneo, estremecer, aversión, afición.

No obstante, hay que hacer una salvedad. Hay formas aceptables producidas por evolución fonética, las que, apartándose de la etimología, se han generalizado por el uso, tanto que la Academia permite su empleo, junto con las formas antiguas catalogadas de cultas. Entre estas voces están las palabras de doble ortografía como “obscurantismo, oscurantismo; obscuridad, oscuridad; obvio, ovio (poco usado); subscribir, suscribir; gnomo, nomo; gnosticismo, nosticismo; alhelí, alelí; batahola, bataola; Helena, Elena; hurraca, urraca; hierro, fierro; yedra, hiedra; hierba, yerba; kiosco, quiosco; transalpino, trasalpino; transcribir, trascribir; pseudo, seudo; psicoanálisis, sicoanálisis; doscientos, docientos; cusco, cuzco; ázimo, ácimo; zenit, cenit; zinc, cinc. Unos son de formación erudita y preferidos por la Academia, los otros más populares o vulgares. Muchos de éstos prevalecieron o prevalecen sobre los otros. Se cuentan también voces de doble acentuación, igualmente correctas: áloe, aloe; alvéolo, alveolo; anemona, anémona; ciclope, cíclope; egida, égida; auréola, aureola; cónclave, conclave; íbero, ibero; omoplato, omóplato; pelicano, pelícano; pentágrama, pentagrama; periodo, período; reúma, reuma; zodiaco, zodíaco. La Academia se inclina por las segundas.