editorial

  • El kirchnerismo manifiesta abiertamente su decisión de “resistir” a un gobierno elegido democráticamente.

Resistencia a la democracia

Cuando hace un par de semanas en Mar del Plata, un puñado de manifestantes arrojó piedras y agredió verbalmente al presidente Mauricio Macri y a la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, dio la sensación de que se trataba de un hecho aislado, protagonizado por fanáticos o disconformes con la actual situación del país.

Sin embargo, aquel hecho fue apenas el primero de una serie de amenazas que tuvo como destinatarios a los mismos dirigentes. La Casa Rosada y la Casa de Gobierno de la provincia de Buenos Aires recibieron sendas advertencias sobre presuntos explosivos a punto de estallar.

En el domicilio particular de Vidal apareció un cartucho de escopeta, mientras se sucedían las llamadas anónimas e intimidatorias contra la gobernadora.

A esta altura de las circunstancias, se torna inevitable sospechar que estas advertencias provienen de mafias fuertemente instaladas durante décadas en provincia de Buenos Aires y que, a partir de la asunción de Cambiemos al poder, se sienten amenazadas.

Pero no parecen ser éstos los únicos sectores empeñados en reaccionar contra el gobierno actual. El fin de semana, los grupos más duros del kirchnerismo organizaron actos “por la resistencia” en Plaza de Mayo porque, según Hebe de Bonafini, “el enemigo volvió a estar en la Casa Rosada”.

Los organizadores no lograron que la convocatoria fuera masiva. Ni mucho menos. Sin embargo, se hicieron presentes algunos de los más conspicuos referentes kirchneristas, como el ex secretario general de la Presidencia, Oscar Parrili; el ex titular de la Afsca y referente de Nuevo Encuentro, Martín Sabbatella; el ex embajador en Bolivia, Ariel Basteiro, el ex diputado Carlos Raimundi, los diputados nacionales, Andrés “Cuervo” Larroque y Edgardo Depertri, entre otros. La manifestación contra el gobierno se prolongó durante 24 horas.

No resulta fácil comprender cuáles son los motivos de estas marchas y por qué el kirchnerismo habla de “resistencia”, cuando quienes gobiernan el país fueron elegidos por los ciudadanos argentinos hace apenas ocho meses.

Se puede estar a favor o en contra de las medidas que este gobierno adoptó en su corta gestión. Lo que no está en dudas es la absoluta legitimidad de los actuales funcionarios, elegidos en comicios transparentes y durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

El contexto es realmente delicado. Todo indica que, lejos de terminar con estos actos y discursos que atentan contra los principios republicanos y democráticos, el kirchnerismo recién comienza desplegar una estrategia tendiente a debilitar al gobierno. Lo explicitó con su habitual agresividad Hebe de Bonafini en el cierre de la protesta.

No resulta descabellado pensar que en los próximos meses se incrementen las marchas y los piquetes. Lo llamativo, en todo caso, es que estas circunstancias se produzcan cuando el gobierno apenas cumple ocho meses de gestión.

Es probable que se trate de un síntoma de nerviosismo. Es que, así como a fines de 2015 el kirchnerismo comenzó a percibir que existían posibilidades de perder el poder; en estos momentos percibe que algunos de sus principales referentes se enfrentan a la posibilidad de perder su libertad.

Las evidencias sobre maniobras de corrupción estructural en la última década ya son abrumadoras. La Justicia, que durante años estuvo paralizada, avanza con las investigaciones. Y, tarde o temprano, les llegará a los responsables la hora de rendir cuentas.

No resulta descabellado pensar que en los próximos meses se incrementen las marchas y los piquetes.