La dura carga de llevar un apellido ilustre en China

Rafael Cañas

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EFE

El apellido Mao no es fácil de llevar en China, y Mao Anping, sobrino-nieto del histórico líder chino, lo sabe muy bien, pues reconoce claramente que ‘nos importa mucho‘ mantener el buen nombre de su antecesor.

Anping, de 72 años, habla con Efe en su casa de Shaoshan, el pueblo natal de Mao (en la provincia de Hunan), en vísperas del cuarenta aniversario del fallecimiento del presidente que se cumple este viernes, para hablar sobre la vida de su tío-abuelo y los recuerdos que tiene de él.

Sentado en una salita de la vivienda, Anping admite que llevar este apellido ilustre en China ha supuesto para su familia una responsabilidad especial, también algunos beneficios, aunque no les salvó del hambre durante el Gran Salto Adelante o de las purgas de la Revolución Cultural.

Los descendientes directos de Mao Zedong no suelen hablar con la prensa, pero Anping, de la única rama familiar que sigue en Shaoshan, no tiene inconveniente, incluso si le pillamos en la cocina en zapatillas, cortando verduras para el almuerzo mientras su esposa trabaja en el pequeño huerto.

Este funcionario local jubilado, alto y delgado, desgrana con un hablar suave pero espeso acento de Hunan que a veces hace difícil la comprensión, recuerdos de su ilustre antepasado, de la historia reciente de China y de su familia.

Anping reconoce sin ambages que “nos importa mucho la fama de Mao” y por ello llevar su nombre les supuso un peso especial, ya que debían seguir su ejemplo y no deshonrar a la familia. “Nos sentimos mal si alguien habla mal de él”, insiste.

Tras proclamar la creación de la República Popular el 1 de octubre de 1949, Mao solo volvió en dos ocasiones a Shaoshan, una en 1959 y otra en 1996.

De la primera, en la que Anping apenas tenía 13 años, recuerda que el popular líder le dio la mano y cenó con los notables y ancianos de la aldea, entre ellos su padre, “haciendo bromas, muy afable”.

El padre de Anping acudió a Pekín en 1949 tras el triunfo de la revolución en busca de un empleo oficial, pero Mao Zedong le aconsejó que volviera a Shaoshan para continuar su vida como campesino, ya que era “más estable”.

Entre miradas al infinito y pausas para buscar entre sus recuerdos, este sobrino-nieto de Mao cuenta cómo, durante el Gran Salto Adelante (1958-61), el ambicioso programa de desarrollo económico que acabó arruinando la economía y causando millones de muertos por hambre y enfermedades, su familia pasó muchas penurias.

“Mi padre y mi tío por poco mueren de hambre”, rememora sin poder evitar la emoción que quiebra ligeramente su voz y que le humedece los ojos. A pesar de que su familia recibía algo de ayuda económica de Mao, el líder estaba entonces de viaje y no pudieron encontrarle en esos momentos críticos.

Ya en la época de la Revolución Cultural, que comenzó en 1966 y se extendió hasta 1976, el propio Anping, ya funcionario local, fue declarado un “conservador”, cesado de su cargo y puesto bajo arresto domiciliario durante varios meses.

A pesar de todo, Anping proclama claramente que Mao “era una gran persona”, ya que bajo su liderazgo “los chinos se levantaron” de su histórico atraso “y empezaron a vivir mejor”.