Se conocerán grandes tesoros

La biblioteca vaticana se ofrece en internet

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Ejemplar del Mishné Torá del filósofo y astrónomo sefardí Maimónides, datado en el 1451-75 en Italia, fue digitalizado para la Biblioteca Apostólica Vaticana.

Foto: Agencia DPA

 

Alvise Armellini

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El proceso es desesperadamente lento y los costes están más allá del bien y del mal, pero la recompensa merece la pena: la digitalización de la Biblioteca Apostólica Vaticana permitirá el acceso en la red a la colección de libros antiguos más espectacular del mundo.

La biblioteca creada en 1451 alberga tesoros como la vieja copia de 1.600 años de antigüedad de la “Eneida” de Virgilio o el cuaderno más antiguo del Evangelio de Lucas, además de páginas de “La Divina Comedia” de Dante Alighieri ilustrada por Botticelli.

Desde hace unos años están en marcha diversos proyectos de modernización de la venerable biblioteca, entre otros uno en colaboración con la universidad alemana de Heidelberg. Pero ha sido la empresa informática japonesa NTT Data la que ha recibido el encargo de digitalizar unos 3.000 manuscritos.

“Puede haber bibliotecas más grandes, pero en vista de los trabajos de incalculable valor que se guardan aquí, puedo decir con seguridad es que esta es la biblioteca más importante del mundo”, señala el director de proyectos de NTT en Italia, Antonio Massari. Algunas joyas ya han sido volcadas a Internet, entre otras el manuscrito griego de matemáticas de Euclides “Los Elementos”, que data del siglo IX.

Según Massari, los archivos pueden contener aún sorpresas: “En realidad no sabemos lo que pone en casi el 80 por ciento de los manuscritos”, asegura. Muchos fueron donados hace siglos al papa por familias de la nobleza de Roma. “...¿Podríamos encontrar un día el manuscrito que reescriba la historia?”, se pregunta Massari.

Maasari, de 53 años, coordina a un equipo de escanea los manuscritos página a página para volcarnos a Internet de forma que sean accesibles para todo el mundo. En total 50 personas, entre ellas expertos de Japón, trabajan en el proyecto que la propia NTT financia con 18 millones de euros.

“Si el dinero no importara, podríamos multiplicar por cinco la operación en marcha”, cuenta Massari. “Pero probablemente no encontráramos expertos suficientes con las capacidades adecuadas” para hacerlo.

El orden

Los archiveros del Vaticano son quienes determinan qué documentos van primero y cuáles se descartan de la digitalización si ven que podrían destruirse con sólo abrirlos. Luego, los restauradores preparan el manuscrito para su escaneado en el laboratorio.

El escáner necesita entre 60 y 90 segundos por página. Y después, un tutor comprueba que los detalles son correctos: si la reproducción del color es buena, si las páginas están escaneadas del lado correcto o si se ha olvidado alguna, si se ven las notas al margen apuntadas por estudiosos a lo largo de los siglos... Ante esta tarea, la digitalización de un manuscrito puede llevar una semana. O incluso un mes.

Tras un nuevo examen de los restauradores, la pieza original vuelve al archivo, en el caso ideal, para siempre. Si las imágenes online permiten la más alta calidad, habría “casi una necesidad cero” de volver a tocar obras sensibles en el futuro, señala Massari. Ello supondría un avance enorme para los científicos de todo el mundo y también para los legos interesados, que podrían tener acceso a manuscritos medievales en latín o griego.

NTT Data pone especial cuidado en el almacenamiento a largo plazo y para ello utiliza la técnica FITS, un formato de datos desarrollado por la agencia espacial estadounidense, la Nasa, que se espera sea legible por diversos software en las próximas décadas.

El consorcio japonés ve el gran proyecto como una forma de publicidad de su propia técnica. “Nos sentimos honrados de poder participar en este gigante proyecto de conservar una herencia cultural global de la humanidad”, señala el presidente de NTT en Italia, Walter Ruffinoni.

En la biblioteca se ha descubierto incluso un documento que arroja nueva luz sobre la colaboración de Japón con el Vaticano. “Comenzamos el proyecto con una carta al papa Pablo V, que data de 1631, que fue enviada a Roma por un samurai llamado Hasekura Tsunenaga”, explica Ruffinoni. Esa misiva fue conservada en la biblioteca vaticana y se conservará ahora digitalizada.