editorial

  • Cinco unidades fueron atacadas en apenas nueve días, en distintos barrios de la ciudad.

Colectivos, en la mira de la delincuencia

En apenas nueve días, cinco colectivos urbanos de la ciudad de Santa Fe se convirtieron en blanco de los delincuentes. La seguidilla sorprende y, en algunos de los casos, despierta ciertas suspicacias.

El primer caso se produjo el miércoles 7 en barrio Sargento Cabral, cuando un coche de la Línea 9 que prestaba servicios durante la madrugada fue asaltado a punta de pistola por un delincuente. El chofer intentó detenerlo, pero terminó recibiendo varios culatazos en la cabeza. El ladrón escapó.

Apenas habían pasado 48 horas, cuando en la madrugada del viernes otro delincuente subió a una unidad de la Línea 10 en Guadalupe Oeste. Amenazó a los pasajeros con un cuchillo, pero la gente logró detenerlo y entregarlo a la policía. Los hechos se sucedieron en la esquina de Sarmiento y Larrea.

El martes 13, un hombre aguardaba la llegada de un ómnibus de la Línea 9 en el barrio de Barranquitas. Como se produjo una demora, al subir insultó al chofer, lo apuntó con una pistola y gatilló en varias oportunidades. Afortunadamente, la bala nunca salió del arma. El delincuente huyó en adyacencias de Bolivia y Av. Pte. Perón.

El cuarto caso de esta nefasta seguidilla sucedió el último jueves cerca de las 21, cuando dos delincuentes que se trasladaban en moto dispararon en varias oportunidades contra un colectivo de la Línea 11. Al menos tres balas impactaron en la unidad. El destino quiso que el chofer y los pasajeros resultaran ilesos. Los agresores escaparon.

La sucesión de ataques contra colectivos se completó este viernes al mediodía, cuando dos hombres subieron a un coche de la Línea 10 y asaltaron a algunos pasajeros. Esta vez, el chofer activó el botón de alerta, desde el Centro de Monitoreo Municipal de dio aviso al 911 y la policía logró detener a los asaltantes en Av. Aristóbulo del Valle y Pedro Zenteno.

A estas alturas de las circunstancias, es posible sacar una serie de conclusiones de lo que está sucediendo. En primer lugar, es evidente que ingresar a ciertas zonas de la ciudad en determinados horarios representa un verdadero peligro. En el caso de Barranquitas, por ejemplo, la suspensión del recorrido de la Línea 9 dejó alrededor de 1.500 familias sin servicio de transporte.

Los vecinos tienen derecho a reclamar por los colectivos. Y los choferes, no tienen por qué arriesgar sus vidas por el simple hecho de cumplir con su trabajo.

Los sucesivos asaltos reflejan, una vez más, la intimidante presencia de armas de fuego y hasta qué punto quienes las portan están dispuestos a utilizarlas. El caso de mayor impacto en este sentido fue el del pasajero que gatilló en varias oportunidades contra el chofer, porque la unidad había demorado más de la cuenta.

Los ataques a los colectivos demuestran lo difícil que resulta para las fuerzas policiales lograr un sistema efectivo de prevención. Durante la primera mitad del año, un fenómeno similar se produjo contra taxistas de la ciudad de Santa Fe, quienes también suelen ser víctimas de la delincuencia.

En este caso, la policía dispuso controles sorpresivos y rotativos a los colectivos que circulan por los distintos barrios. Sin embargo, no parece que este sistema pueda resultar demasiado efectivo, ya que a los delincuentes les alcanza con subir a la unidad, producir el asalto y escapar. Difícilmente, se trasladen en los coches durante trayectos importantes como para ser detectados en los operativos de control.

A pesar de que se trata de un dispositivo que sólo puede ser activado una vez que el delito está en marcha, el botón antipánico parece ser hasta el momento el sistema más eficiente.

Sin embargo, hay otras alternativas tecnológicas: en Rosario, 50 colectivos fueron equipados con cámaras. Quizá sea el momento de pensar en una decisión semejante en la ciudad de Santa Fe.

En Rosario, 50 colectivos fueron equipados con cámaras. Quizá sea el momento de pensar en una decisión semejante.