Decisión histórica

“Sí” a la paz y la reconciliación

Tom Koenigs

Deutsche Welle

Colombia se enfrenta a una decisión histórica. Luego de más de 52 años de guerra contra las Farc, con 340.000 muertos y 6,5 millones de desplazados internos, el país tiene la posibilidad de acabar con el conflicto armado. La votación popular le da legitimación y carácter vinculante al resultado de la negociación de La Habana.

El proceso nacional de paz es un proceso muy propio de Colombia. Pero también tiene relevancia internacional. Los resultados de la negociación colombiana demuestran que se ha aprendido mucho de las experiencias de otros países, incluyendo la de Alemania.

El proceso de paz no es sólo el fin de la guerra, sino un paso hacia la reconciliación. La verdad y la dignidad de las víctimas son lo principal. Lo que Alemania no pudo lograr en los procesos contra los nazis en 1945, luego de la Segunda Guerra Mundial, y también después de la reunificación, en el caso colombiano se ubica en primer lugar con la Justicia transicional: la verdad sobre lo sucedido y la admisión de responsabilidad por parte de los perpetradores. Los responsables confesos no van a la cárcel sino que son sentenciados a penas restitutorias de hasta ocho años.

Se mira hacia adelante y se ubica como prioridad la convivencia pacífica, así como la necesidad de no repetir el conflicto en lugar de la venganza. Esta manera de abordar a los responsables principales por los crímenes más graves de todas las partes -rebeldes, militares, paramilitares, políticos, empresarios, y otros- nada tiene que ver con la impunidad. Es un camino nuevo y ambicioso hacia la restitución y el restablecimiento de la paz interna.

Algunos se sorprenden de que el “Sí” a los acuerdos de paz sea tan controvertido en Colombia, mientras que en el extranjero es ovacionado de manera unánime. Pero no es posible aconsejar a aquellos que han sufrido tanto -son millones de personas- sobre cómo deben reaccionar frente a los crímenes de los que fueron víctimas. El referéndum es una decisión muy personal para cada colombiano y cada colombiana. El escritor Héctor Abad Faciolince es quien más claramente lo ha expresado con sus textos.

Para nosotros, los amigos de Colombia en todo el mundo, un claro “Sí” sería una señal importante para la solución de conflictos a través de la negociación. Diálogo y colaboración, en vez de armas. Y esto vale lo mismo para conflictos de pequeña y de gran dimensión. Colombia, con su historia de más de un siglo de resolución -mejor decir, de no resolución-, de conflictos por la vía de las armas, puede enviar a todo el mundo una señal de paz.