Crimen en Las Flores

“El policía se defendió porque lo iban a matar”

Así lo aseguraron los abogados defensores del joven que le disparó a Jonatan Tula. “Todo se originó cuando nuestro cliente intervino de oficio para evitar un asalto”, puntualizaron.

25-01-DSC_5758.jpg

Para Martín Risso Patrón y María Celeste Roa Hertelendi, abogados defensores del acusado, no hay dudas de que se trata de un caso de “legítima defensa”. Foto: Flavio Raina

 

Joaquín Fidalgo

[email protected]

El pasado miércoles 21 de septiembre, en horas de la noche, un muchacho de 20 años murió en las calles de Las Flores, cuando un balazo impactó en su cara. Por el homicidio, rápidamente se entregó a las autoridades un policía de 22, quien aceptó ser el autor del disparo. Las primeras versiones apuntaron a un caso de “gatillo fácil” o ajuste de cuentas, pero los abogados del acusado cuentan una historia muy distinta.

C.N.R. es quien mató de un tiro a Jonatan Tula. Tiene 22 años y vive en nuestra ciudad, pero trabaja en la Policía Comunitaria rafaelina. Sus defensores, Martín Risso Patrón y María Celeste Roa Hertelendi, no tienen dudas de que actuó en “legítima defensa”.

“Todo comenzó aproximadamente a las 20.30, un par de horas antes de que se produzca la muerte de Tula. Mi cliente estaba en la casa de su novia, en barrio Las Flores. Entonces se escucharon algunos disparos en la calle. Inmediatamente, él y otras personas llamaron al 911 para pedir ayuda. Estos llamados están acreditados y las conversaciones grabadas. Luego, él salió para intervenir de oficio, como ya lo había hecho anteriormente, al menos, en otras cuatro veces. Nunca dudó a la hora de cumplir con su deber. Tenemos las actas de esos procedimientos. El policía, que estaba franco de servicio, salió en auxilio de dos muchachos que eran perseguidos por dos delincuentes en moto que aparentemente trataban de asaltarlos. C.N.R. se identificó en ese momento como policía y los ladrones pegaron la vuelta y escaparon”, relató Risso Patrón esta mañana.

Festejo opacado

“Minutos después llegó a la escena una camioneta del Cuerpo Guardia de Infantería. Eso también consta en los registros. Cuando ya todo se había aquietado, nuestro cliente, su novia y otros dos amigos abordaron una moto, con la intención de ir a la Costanera. Era el Día de la Primavera y querían festejar. La salida del barrio Las Flores es por avenida Regimiento 12 de Infantería y por allí tomaron. Manejaba la chica y C.N.R. iba atrás de todo. Pero cuando llegaron al semáforo de calle Aguado fueron abordados por una joven y otros dos muchachos que estaban en la garita del colectivo. Uno de ellos, Tula, era quien momentos antes había protagonizado el ataque. Le recriminaron el hecho de que sea policía. ‘Te pusiste la gorra’, le dijeron. Tras algunos cruces de palabras, uno de los agresores le dio un fuerte golpe en el rostro a nuestro cliente, con una pistola o algún objeto contundente. C.N.R. cayó al piso, se levantó y comenzó a correr, mientras le pedía a su novia que se aleje del lugar. Entonces, los tres atacantes lo persiguieron, mientras le efectuaban disparos. Uno de esos balazos hirió a un hombre que estaba parado frente a un kiosco, a pocos metros. El policía corrió hasta la esquina de calle Estrada y al sentir que ya los tenía encima, giró y abrió fuego. Lo iban a asesinar y no tuvo opción. La única bala que tiró impactó en la cara de Tula y lo mató”, señaló el defensor.

Miedo y silencio

Los abogados recordaron que el dermotest (que señala la presencia de restos de pólvora) dio positivo en las manos del fallecido y puntualizaron que el arma de su cliente es negra y opaca, no cromada como señalaron varios testigos. “Quien tenía el arma plateada era Tula”, explicaron.

“Hay testigos que avalan esta versión, porque había unas cincuenta personas en la calle en ese momento. No obstante, hay mucho miedo para hablar. La gente está amenazada, tanto los vecinos como los familiares del policía. Es que el fallecido tendría vínculos con gente relacionada a la venta de drogas. Después de matar a Tula, nuestro cliente se metió en la casa de unos vecinos y desde allí habló por teléfono para solicitar la presencia del superior de la subcomisaría 3ª. A él le entregó el arma. Nunca se dio a la fuga. Todo lo contrario”, concluyó Roa Hertelendi.