Contracara

Mientras en INTA Manfredi se trazan los ejes de la nueva agricultura y ganadería de precisión, el INDEC propina un cachetazo de realidad: uno de cada tres argentinos es pobre. Desafíos para un desarrollo integrador.

Federico Aguer

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En la semana donde el XV Curso de Agricultura y Ganadería de Precisión con Agregado de Valor en Origen planteaba los ejes de la sustentabilidad productiva, económica, social y ambiental, el nuevo INDEC nos propinaba un duro golpe respecto de la situación real. La pobreza, lejos de un dato “estigmatizante”, es una lacerante realidad que castiga a 8,7 millones de argentinos que viven en grandes centros urbanos, lo que equivale al 32,2 por ciento de la población, y, entre ellas 1,7 millones de personas son indigentes, lo que representa el 6,3 por ciento.

En Manfredi, Mario Bragachini inauguró el curso apuntando a los objetivos de la sustentabilidad agropecuaria, agroindustrial y agroalimentaria, que debe ser un sistema integrado por prácticas de producción animal y vegetal. Apuntó a que en lo social también existen deberes como la tolerancia, la información científica clara y trazabilidad de procesos. La seguridad a lo periurbano, al operario y al consumidor de alimentos. “La equidad en el derecho a la educación pública de calidad, y la formación de técnicos para necesidades específicas. Instituciones de innovación y desarrollo innovativo con asistencia actualizada y prospectiva permanente, fuerte compromiso con el sector productivo. Las Pymes representan el 80% de los empleos”. ¿Cómo compatibilizamos entonces esas dos realidades que transcurren por carriles paralelos?

El brillo de las maquinarias que entusiasma en cada exposición, en cada congreso o jornada del sector, contrasta con los crecientes índices de violencia, la omnipresencia de la droga y falta de cultura del trabajo. Es tan grande el potencial del agro y la ganadería argentina como enorme el desafío de subir a todos a ese tren. “En una economía global donde lo único seguro es la incertidumbre, la única fuente de ventaja competitiva duradera y segura es el conocimiento”. Las dos caras de un país que duele y que obliga a ponerse a trabajar.