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Homenaje al poeta Julio Migno “¡Los pobres no pueden esperar!”

DR. GUSTAVO FERRICHER

DNI 13.163.849 /

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Recuerdo que fui a la bajada del río, en Cayastá, al lado de la casa de don Julio. Él estaba pescando con camisa y pantalón color verde tela ombú, de alpargatas, nada de caña de pescar, sólo una lata de durazno, donde arrollaba la línea de pesca; ésa era su herramienta para intentar sacar algún pescado. Así era de sencillo don Julio.

Nos saludamos, hablamos del río, del pique, de la creciente que se venía. Hicimos un silencio. Después de unos minutos, don Julio, mirando la isla que teníamos enfrente, me dice: “Viste ‘Payito' (sobrenombre de mi padre, que también él lo usaba conmigo) cuántos verdes tiene la isla?”. Nunca me había detenido a observar la isla. Cuánta razón tenía don Julio Migno, ¡¡qué enseñanza de un poeta!!

Desde entonces analizo una flor, un camalote, un árbol, cualquier paisaje isleño, que voy conociendo. Todo se lo debo a ese comentario, como de un padre a un hijo, que me hizo “el Poeta de la Costa”.

Don Julio Migno: muchas gracias por toda su poesía, por todo lo que hizo por nuestra costa santafesina, siempre lo recordaremos.

En la víspera, hubiera cumplido 101 años. Por tal motivo, vaya este homenaje al poeta Julio Migno y mi respetuoso saludo a sus familiares.

 

PROF. MARÍA TERESA REARTE

DNI 6.844.546

Los números tan comentados de la pobreza, y en ella de la indigencia, sinceraron la realidad socioeconómica argentina. Aunque algunos integrantes de la alianza gobernante negaran el hambre, los ciudadanos de a pie, sensibles al sufrimiento humano, no teníamos números, pero percibíamos la situación de muchos argentinos.

Ahora se dice, desde la misma alianza gobernante, que el hambre cero no es posible. Si es así, ¿por qué lo propusieron como uno de los ejes de la actual gestión presidencial? Si bien el proceso de empobrecimiento no puede atribuirse a este gobierno, sí resulta evidente que lo ha agravado.

Con demasiada liviandad se ha hablado de “valores”. Por lo tanto, destaco que la realidad clama para que se reconozca la centralidad del valor de la vida. No sólo de la vida concebida, que sin duda hay que defender, sino también del valor y la dignidad de la vida nacida.

No se puede desconocer la función directriz de la política, trasladándole ese protagonismo a la economía y los economistas. La economía es un medio. No más. La cuestión nuclear no es despertar y promover la libertad, la democracia o la república, cuya importancia no ignoro ni niego. Sino que se trata, como querían los profetas, de despertar del sueño de la cruel inhumanidad en el que vivimos, porque así no podemos seguir. Se trata de experimentar pasión por la justicia.

Como decía Pío XI, no hay que recibir como limosna lo que corresponde por derecho (Divini Redemptoris)

La relación de la ética con la política es tensa, problemática, discutida y hasta negada; pero es necesaria y posible. La política está situada dentro del universo de las intenciones y de los fines, lo cual concierne a las personas. No pertenece exclusivamente al ámbito de los medios. Si el poder político encuentra su justificación en la búsqueda del bien común, es la realización de este bien lo que integra la ética con la política. Lo que debe tenerlo presente quien ejerce la máxima autoridad de la Nación, que tanto ponderaba su equipo de colaboradores. ¿Una especie de “ingeniería social”, quizás?

Hay una utopía, la única, que ha fracasado. Es la que hace depender todo, hasta la misma vida del hombre, del desarrollo vinculado al Estado o al Mercado. Se necesita de la utopía ética, que hace nacer la solidaridad entre los hombres y los pueblos. En ese marco, y en la actual situación, recuerdo al Papa Juan Pablo II, cuando exclamaba: “¡Los pobres no pueden esperar!”.