Análisis

La diplomacia a prueba: Cómo lograr un alto el fuego Siria

Thomas Burmeister

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dpa

Antes de viajar a Suiza para llevar adelante una nueva ronda diplomática por el conflicto en Siria, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, hizo un alto en Kigali, una parada marcada de profundo simbolismo.

En el Museo del Genocidio en Kigali, la capital de Ruanda, Kerry se inclinó ante las más de 800.000 personas exterminadas en este pequeño estado de África Oriental. En 1994, y en poco menos de cien días, la matanza estuvo dirigida mayoritariamente hacia los miembros de la población tutsi. El ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton declaró años más tarde que lamentaba no haber hecho lo suficiente para evitarlo.

A 22 años de aquellos hechos, este sábado en Lausana altos funcionarios debatían sobre otro sangriento conflicto. En los últimos cinco años, la guerra en Siria ya ha costado la vida de 400.000 personas. Entretanto, las imágenes de sufrimiento y muerte en Alepo ya son tan intolerables como las del genocidio en Ruanda.

Es por eso que, una vez más, Kerry, de 72 años, apeló a la diplomacia en un contexto idílico que teniendo en cuenta las atrocidades en Siria parecía una burla: El sol brillando sobre los Alpes, el lago de Ginebra y las banderas que adornan la fachada del magnífico Beau-Rivage Palace.

En este hotel, que alguna vez albergó a Víctor Hugo, Charlie Chaplin y Nelson Mandela, ya se había escrito anteriormente historia política. En 2015 los salones fueron testigo del acuerdo sobre la disputa por el programa nuclear iraní. También en este caso, Kerry y su homólogo ruso, Sergei Lavrov, tuvieron un papel clave.

Sin avances

Sin embargo, los dos ministros de Relaciones Exteriores no lograron hasta ahora ningún avance real. Ni siquiera en la ronda extendida en Lausana. Tras cinco horas, finalizaron las conversaciones sin un acuerdo sobre un alto el fuego en Siria.

A pesar de todo, se acordó que el “proceso político” para poner fin a la guerra en Siria “debe comenzar cuanto antes”, dijo Lavrov. “Hubo algunas ideas que han sido discutidas y traídas a la mesa de negociaciones por países que realmente tienen una influencia en la situación”, aseguró el ministro ruso. También Kerry se expresó de un modo parecido.

Está por verse si estas “nuevas ideas” pueden conducir a un nuevo acercamiento entre la Casa Blanca y el Kremlin. Aún reina el escepticismo, más aún teniendo en cuenta que en las últimas semanas se han exacerbado las diferencias entre Estados Unidos y Rusia.

El presidente ruso, Vladimir Putin, intensifica cada vez más el apoyo militar a su aliado, el presidente sirio, Bashar al Assad. Washington culpa abiertamente a los rusos de ser cómplices de los crímenes de guerra que comete la Fuerza Aérea siria en la ciudad de Alepo.

Tanto Estados Unidos como Rusia se quieren llevar el mérito de haber puesto en marcha las conversaciones en Lausana en formato extendido con los países directamente involucrados en la región.

Los diplomáticos evaluaron como una “buena señal” que esta vez participaran también Turquía, Arabia Saudí y Qatar, tres países que como Estados Unidos apoyan a los rebeldes. Además, acudió el ministro iraní, Mohammed Yavad Zarif. Su país es el principal aliado del régimen de Al Assad junto con Rusia.

Kerry, por su parte, debió hacer frente a críticas de haber llegado a Lausana con poco radio de acción y ‘pocos músculos‘.