Mesa de café

Año nuevo y causas viejas

Por Remo Erdosain

La mesa, con los pocillos de café mezclados con vasos y copas y algunos platitos con bocadillos. Los muchachos despedían el año con un brindis que se redujo a buenos deseos para todos, sin incluir la política, porque de lo que se trataba era de estar unidos en el instante de la celebración. Sin embargo, ni bien concluyeron los brindis, comenzaron las inevitables refriegas verbales.

—Este año los macristas se salvaron, pero el año que viene no sé si se van a salvar -descerraja José.

—Habló el demócrata escrupuloso -observa Abel-, falta que brindes por la muerte de Macri, como le gusta hacerlo al compañero D’Elía.

—El gobierno es un desastre; no sé cómo hicieron para llegar a fin de año, pero no se olviden de que todavía les quedan tres años -insiste José-; tres años y no hay indicios de inversiones, y mucho menos de incrementar el consumo o terminar con la pobreza.

—Nos piden que hagamos en un año lo que ustedes no sólo no hicieron en doce años, sino que además se encargaron de agravar todas las tendencias.

—Yo lo que te puedo decir -observa Marcial- es que no sé si el gobierno de Macri concluirá el mandato, aunque en principio haré todo lo posible como ciudadano para que el mandato constitucional se cumpla. Más allá de lo que pueda pasar, lo que le quiero señalar a José es que no sé si el gobierno va a llegar al año que viene, pero de lo que estoy seguro es de que mucho antes de fin de año, mucho más cerca de lo que José se imagina, su jefa y conductora va a ir en cana.

—Persecuciones, persecuciones de los gorilas.

—A ver si somos claros -digo- a Cristina Elisabeth no la persiguen tribunales especiales o gobiernos de facto, sino jueces de una Justicia independiente, salvo que José crea que los únicos jueces que valen son los de Justicia Legítima.

—Lo de Justicia Legítima es estrafalario -digo-, que una horda de jueces se junten y se organicen alrededor de una facción política es algo reñido con las más elementales normas jurídicas.

—Lo que no sé -dice Abel- es por qué Ella, por más Justicia Legítima que intente limpiarla, no va a ir más temprano que tarde en cana, porque ya tiene dos procesos y más de veinte causas abiertas. ¿Irá en cana por el dólar futuro o por los negociados con Báez, o por asociación ilícita o por la muerte de Nisman?

—Lo de Nisman es interesante.

—Los dos temas son interesantes con Nisman: la denuncia por traición a la patria hecha por el fiscal muerto y el asesinato...

—¿Asesinato? ¿Qué asesinato? Pregunta José, con tono airado.

—Sí, asesinato, o ¿acaso alguien tiene alguna duda de que lo mataron, de que lo mataron como a un perro, y para ello se valieron de todos los recursos del Estado, incluidos funcionarios policiales y judiciales que se prestaron a hacerle la cobertura al crimen político más escandaloso de la Argentina?

—Yo tengo mis serias dudas -dice José-; personalmente estoy convencido de que se suicidó; de que, acorralado por sus propias incoherencias y contradicciones, decidió quitarse la vida.

—Yo creo que no se suicidó, lo suicidaron, lo suicidaron y después borraron todas las pruebas y acto seguido dijeron que no hay pruebas para acusarlo.

—El crimen perfecto: ellos lo matan, ellos investigan y ellos borran todas las pruebas, y después caratulan al caso como suicidio. Crímenes como éstos sólo se pueden cometer cuando se controla la maquinaria represiva del Estado.

—Hasta Stiuso dice que a Nisman lo mataron funcionarios del gobierno K.

—Miren a la fuente a la que se remiten -dice José.

—Una fuente impecable -responde Marcial-. Stiuso fue durante más de diez años el hombre de confianza de los Kirchner.

—Ésa es una chicana.

—O un testimonio.

—Pruebas, quiero pruebas -dice José-, si son demócratas como dicen, no acusen en el aire.

—Quedate tranquilo que ahora las acusaciones van a ser más consistentes, porque la otra gracia de los muchachos K es que, además, no quieren que se investigue, no quieren que se investigue la denuncia por lo de Irán, pero tampoco quieren que se investigue esa muerte más que dudosa.

—Ustedes no quieren investigar, ustedes nos acusaron antes de cualquier cosa; ustedes se valen de este episodio confuso para perseguir a la compañera Cristina.

—Y qué querés que te diga. Yo puedo ser objetivo pero no estúpido. Un fiscal que denuncia a la presidente de la Nación y dos días antes de formalizar la denuncia aparece muerto, es siempre sospechoso, aquí y en la China.

—La gente también se suicida.

—Y a la gente también la matan, sobre todo cuando denuncia al poder. La matan y después dicen que se suicidó y preparan todo para que los más incautos se traguen ese verso.

—Sinceramente José -digo- ¿nunca te preguntaste que con tu actitud de defensa incondicional a los Kirchner estás protegiendo un crimen y criminales y a corruptos y corruptores? ¿Nunca te lo preguntaste?

—¿Y vos nunca te preguntaste que con sus denuncias le hacen el juego a los tradicionales enemigos del pueblo, a los grupos oligárquicos y proimperialistas?

—Chan chan -murmura Abel.

—Y como Macri es un enemigo del pueblo -digo-, es que cada vez que pueden le apedrean el auto y no sé en qué momento van a decidir recurrir a operativos más eficaces.

—Nosotros no tenemos nada que ver con esos ataques.

—Claro -dice Marcial-, no fueron ustedes, fue el Espíritu Santo.

—Nuestros compañeros participaron en el escrache, pero no tiraron piedras.

—Esto es como el nazi del cuento, que dice que ellos a los judíos los encerraron en los campos, levantaron cámaras de gas, pero ellos no fueron los que los aniquilaron...

—Es el segundo atentado que le hacen al presidente en menos de un año... Esto en cualquier democracia sería gravísimo y aquí parece que es joda o, peor aún, se lo quiere presentar como un acción justiciera.

—¿Y quiénes son los responsables de esa loable acción justiciera?

—Y, en el caso de Neuquén, parece que fue esa filial de ATE.

—¿ATE qué quiere decir? -pregunta Abel.

—No sé bien qué quiere decir -responde Marcial-, pero en el caso de Neuquén lo que me queda claro es que dicen ser una asociación, pero en realidad son una banda. Dicen ser trabajadores, pero en realidad son lúmpenes. Dicen ser el Estado, pero en realidad son una corporación dirigida por dirigentes que nunca trabajaron en el Estado.

—No comparto -dice José.

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