MÁS DE 140 ASESINATOS EN SINALOA DESDE QUE EMPEZÓ EL AÑO

Una guerra se libra en México por la corona de “El Chapo”

  • La rueda del narcotráfico sigue girando después de diez años de lucha contra los cárteles de la droga, pese a capturas y extradiciones.
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Imagen de archivo del momento de la extradición de Guzmán, el pasado 19 de enero.

 

Andrea Sosa Cabrios

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DPA

La batalla por la herencia del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, extraditado a Estados Unidos hace un mes, sacó otra vez de su cueva al monstruo de mil cabezas del narcotráfico mexicano.

Asesinatos y venganzas sacuden la sierra de Sinaloa y los bastiones de “El Chapo” en la costa del Pacífico, en un regreso de la violencia a la región que ya se compara con 2008, cuando los hermanos Beltrán Leyva rompieron con el cártel de Sinaloa, acusándolo de traición.

Los hijos de “El Chapo” enfrentan una presunta ofensiva en su contra de la facción de Dámaso López, el ex jefe de seguridad de la cárcel de Puente Grande que ayudó a “El Chapo” a fugarse en 2001 y se convirtió en su lugarteniente.

Las divisiones en el cártel de Sinaloa alimentaron, a su vez, la ambición de sus rivales. Los Beltrán Leyva disputan el negocio en sitios como Acapulco, Mazatlán y Tepic, en la zona del Pacífico.

Según un recuento del diario “La Jornada”, hubo más de 140 asesinatos en Sinaloa desde que empezó el año por la guerra entre los grupos internos.

Al mismo tiempo, en operativos de fuerzas de seguridad fueron ultimados 16 miembros de los Beltrán Leyva en Tepic, estado de Nayarit, el jueves y viernes. Uno de los muertos es el líder regional del grupo, Juan Francisco Patrón Sánchez, el “H2”, que antes formaba parte del cártel de Sinaloa.

La violencia se disparó con el debilitamiento de “El Chapo” a partir de enero de 2016, cuando fue detenido por tercera vez, después de dos fugas, en 2001 y 2015. Las autoridades lo aislaron por completo y dieron luz verde a la extradición.

El reino quedó sin rey y la corona sin dueño. En junio, cinco meses después de la captura de “El Chapo”, hubo una primera señal: fue saqueada la casa de su madre en el pueblo serrano de La Tuna de Badiraguato, en Sinaloa.

En agosto fueron secuestrados y luego liberados dos de sus hijos, Jesús Alfredo Guzmán Salazar e Iván Archivaldo Guzmán.

Esta semana, en una carta difundida por medios locales cuya autenticidad no es posible confirmar, supuestamente los hijos de Guzmán acusaron a la facción de Dámaso López de aquel secuestro y de un intento de asesinarlos en una celada el 4 de febrero. Ismael “El Mayo” Zambada, jefe de otra parte del cártel y compadre de “El Chapo”, estaría tratando de mediar entre los grupos.

“Antes de la detención del Chapo Guzmán, todo estaba en forma equilibrada”, dijo hace unos meses Alfonso Duarte Múgica, el general a cargo de los militares desplegados en Sinaloa y Durango, citado por la revista Riodoce.

“Los que se dedicaban a sembrar y cosechar estos enervantes ya sabían a quién tenían que entregar la droga y recibir el recurso económico. Ahora con toda esta desestabilización que hay, se están generando amenazas en contra de aquellos grupos que se resisten al nuevo control”, agregó, al explicar la violencia en la sierra de Badiraguato.

La rueda del narcotráfico mexicano sigue girando después de diez años de lucha contra los cárteles de la droga, pese a capturas y extradiciones.

Por etapas en algunas épocas toman protagonismo unos grupos y después otros. Los Zetas y el Cártel del Golfo, que coparon la atención hace unos años, están de momento en un segundo plano, aunque siguen operando. Ahora, la violencia golpea los antiguos dominios de “El Chapo”.

La violencia se disparó con el debilitamiento de “El Chapo” a partir de enero de 2016, cuando fue detenido por tercera vez, después de dos fugas, en 2001 y 2015. Las autoridades lo aislaron por completo y dieron luz verde a la extradición.