Domínguez, Pereyra y Vera muestran su incidencia en Colón...

Un DT y dos refuerzos que lavaron la cara del equipo

La racha que arrancó en el clásico, puso a Colón entre los diez primeros, algo que parecía complicado el año pasado. De aquéllos temores antes de Unión a este presente con ciertos ánimos pretensiosos.

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Responsables de la alegría. Nicolás Silva fue el que ejecutó el córner desde la izquierda. Leguizamón, fue el que aprovechó para meterse con gran repentización en el lugar indicado para conectar y marca el tanto del gran triunfo sabalero. Foto: Gentileza belgranocordoba.com

 

Enrique Cruz (h)

Nada en cierta e inesperada abundancia Colón. Vignatti le había pedido 40 puntos de piso a Montero. El uruguayo, con cierta tendencia defensiva, había arrancado el torneo pensando en la tabla de promedios y en sumar “puntito por puntito”. Así llegó a los 20 a una fecha de la mitad (el partido con Boca fue en la 14). El objetivo matemático estaba cumplido, pero Montero rompió su palabra y, con contrato vigente, se fue a dirigir a Rosario Central. Ya el equipo se le había desinflado defensivamente. Había que acomodar piezas, acertar con el DT y también con los refuerzos. Llegó Domínguez para hacer su primera experiencia “¿en serio?” como entrenador. El “en serio” y bajo el signo de preguntas no es irónico ni irrespetuoso. Es que Domínguez —que dejó el fútbol hace un “ratito”— dirigió a Huracán, equipo al que conocía muchísimo y con jugadores que habían sido sus compañeros. No dejó de ser una apuesta importante aquella de Domínguez con sus ex compañeros, como tampoco lo deja de ser ésta de Vignatti al contratarlo. Y los refuerzos elegidos se condujeron a reforzar el ataque: Pereyra y Leguizamón.

¡Cómo incide ganar un clásico en esta ciudad! La gente de Colón, antes de ese partido, estaba absolutamente escéptica con el equipo. Para colmo, el empate insulso ante Olimpo no le aportaba mucho como para el entusiasmo. Tampoco era la medida. El equipo había mostrado algunas cosas en los amistosos con Newell’s y Boca como para suponer que algo más se debía esperar. Ganó el clásico a puro centro y cabezazo, pero con una solvencia, seguridad y paciencia notable. Luego vino un triunfo trabajoso ante Lanús y lo de ayer en Córdoba. Tres partidos, tres victorias, 30 puntos en la tabla (a 10 del pedido de Vignatti a Montero y con 12 partidos por jugarse) y también tres partidos sin recibir goles en su arco.

La indisposición —algún molesto pico de fiebre quizás— no le impidió a Domínguez tener la claridad suficiente para hacer lo que debía hacer para ganar el partido. Belgrano estaba más cerca del 1 a 0 que Colón, pero el técnico redobló la apuesta y lo hizo muy bien. Sacó a Bernardi para poner a Leguizamón (delantero por volante); sacó a Pereyra y lo puso a Bauza (delantero por volante-delantero), atacó con cuatro bien ofensivos en ese interín en el que marcó el gol y luego metió a Garnier cuando había que cuidar el resultado en los minutos finales con alguien que aportarse un poco de marca y aire al mediocampo.

Soy uno de los convencidos de que a este equipo le faltará un “5” de marca en algún momento. Pero debo reconocer que el doble cinco se la está bancando en gran forma y que la dupla Poblete-Ledesma está jugando bien. Se ubican correctamente, tienen manejo y personalidad, saben cuándo tienen que hacer la pausa y cuándo acelerar. Esto le da, además, la posibilidad a los volantes y a los propios delanteros, de tener una buena descarga a mano.

Ví mejorado a Colón en el manejo de la pelota. Intenta tenerla y creo que es una de las cuestione sobre las que insiste Domínguez. Cualquier técnico que se precie de ofensivo (Domínguez pretende eso, sin dejar de lado el equilibrio) necesita que su equipo tenga la pelota. Si no la tiene, no puede atacar. En este caso, Colón apunta a esa estrategia como objetivo primario a lograr.

El arquero responde (es un buen arquero “Fatura”, aunque la gente lo discuta); y Ortiz está haciendo pie al lado de Conti. Si a eso se le suma el aceptable aporte de siempre de Ceballos, más este buen momento (¿el mejor desde que llegó a Santa Fe?) de Clemente Rodríguez, que aparte le agrega continuidad, hace que el equipo haya alcanzado un buen rendimiento defensivo y esto se siente, no sólo en los partidos sin goles en su arco, sino también en que ya no hay una “Conti-dependencia” (¡cuántas veces habré escrito que Conti es media defensa en Colón!).

Parece haberla “pegado” Colón con Pereyra (ayer hizo dos o tres jugadas, limpiando rivales para sacárselos de encima, dignas del mejor elogio) y Vera tiene esa imagen del tipo que, cuando empiece a hacer goles, se meterá a la gente de Colón en el bolsillo. Son dos refuerzos que ayudaron a cambiar la cara, al igual que el técnico, de un equipo que ahí andaba, en la incertidumbre de definir un rol de equipo “saca puntos” para dejar de penar en la tabla de promedios, o de prenderse en alguna meta un poquito más ambiciosa.

Al momento de escribir estas líneas, Colón estaba octavo. Desde mi perspectiva, un puesto más alto de lo que parecía “merecer” de acuerdo a sus posibilidades futbolísticas. Pasa que basta que un entrenador logre dar en la tecla y que aparezcan algunos resultados revitalizantes, para que todo se modifique. Habrá que ver el final de la fecha, pero este equipo que parecía de mitad de tabla, ahora aspira con ciertos fundamentos y en racha, a mezclarse entre los diez primeros y con ambiciones coperas. ¿Qué tal?

10

Puntos

Son los que cosechó Domínguez en cuatro partidos dirigidos. Es exactamente la mitad de los que consiguió Montero, en 14 encuentros del año pasado.