editorial

Santa Fe debe apostar por más bicicletas

  • En algunos casos, los esfuerzos chocan contra la tozudez de automovilistas que se niegan a respetar la zona exclusiva para ciclistas.

Las evidencias están a la vista de todos: la Municipalidad de Santa Fe intenta infructuosamente generar un espacio exclusivo para la circulación de bicicletas sobre 13 cuadras de calle Ituzaingó, pero los automovilistas se empeñan en convertirse en obstáculos insalvables. Tanto es así, que a la presencia casi permanente de inspectores debieron sumarles distintos elementos físicos destinados a mantener la zona liberada de autos.

Se trata apenas de un ejemplo del largo camino que vastos sectores de la población deben recorrer en la ciudad, para tomar conciencia del avance que representa la posibilidad de extender el uso de este medio de transporte.

En las ciudades más “amigables” del planeta, las bicis y sus sendas exclusivas constituyen una parte esencial del paisaje desde hace años.

Menos congestión en el tránsito, ahorro de combustible, ventajas económicas, menos contaminación sonora y ambiental, sitios de estacionamiento más acotados, beneficios para la salud de los usuarios. Son apenas algunas de las innegables ventajas que representa este verdadero cambio de mentalidad. Es que, más allá de las decisiones políticas o de las transformaciones urbanísticas que pudieran llevarse adelante, resulta imprescindible que la población comprenda los beneficios de este medio de transporte.

En Amsterdam, Holanda, se calcula que el 40 por ciento de los viajes urbanos se realizan en bicicletas. Copenhague (Dinamarca) posee una red de 350 kilómetros de ciclovías (los carriles cuentan con cordones que separan a ciclistas de los autos) y 20 kilómetros de bicisendas (una línea pintada sobre la calle fija un recorrido preferencial para los ciclistas).

Pero no es necesario viajar a Europa para encontrar estos buenos ejemplos. En Bogotá, Colombia, hace más de 40 años que durante los fines de semanas algunos carriles de las principales avenidas son destinados para el uso temporal exclusivo de las bicicletas. En 1992, Curitiba (Brasil) lanzó un plan de transporte público modelo en el mundo y que incluyó 120 kilómetros de bicisendas.

En la ciudad de Santa Fe, la red de ciclovías y bicisendas se extendió en los últimos tiempos. A esto se sumó la instalación de bicicleteros y el lanzamiento del sistema conocido como “Subite a la Bici”, que permite el acceso gratuito de los vecinos a bicicletas ubicadas en puntos estratégicos. Existen terminales en la Estación Belgrano, en la Dirección de Deportes, el Prado Español, el Mercado Norte, el Palacio Municipal, la Ciudad Universitaria y el Alero de Coronel Dorrego.

En enero de 2015, comenzó el trabajo de demarcación de bicisendas que permitió ampliar la red existente con la inclusión de aproximadamente 3,5 kilómetros de recorrido. Se incluyeron las calles Ituzaingó, Gobernador Candioti y Marcial Candioti. También el cantero central de Vélez Sarsfield.

Los últimos cambios se produjeron a partir de la extensión de la bicisenda de la Costanera Oeste. Además, allí se trabaja en la construcción de isletas y demarcación para el cruce peatonal.

Desde hace algunos años existen en la ciudad de Santa Fe grupos de ciclistas que decidieron organizarse para defender y potenciar este medio de transporte. A través de redes sociales, páginas web y numerosas actividades públicas, supieron ganarse la atención de los medios, de la ciudadanía en general y, lo que seguramente es más importante, de los responsables del gobierno. Así lograron algunos avances. Aun así, queda mucho por hacer.

En las ciudades más “amigables” del planeta, las bicis y sus sendas exclusivas constituyen una parte esencial del paisaje desde hace años.